29.11.09

LIBERTAD DE PENSAR



Artículo del Diccionario Filosófico de Voltaire ((1694-1778)

El año 1707, cuando los ingleses ganaron la batalla de Zaragoza, protegieron a Portugal y dieron durante cierto tiempo un rey a España, lord Boldmind, oficial general, que estuvo herido, se encontraba tomando baños en Bareges. En dicho balneario encontró al conde Medroso, que habiendo caído del caballo a legua y media del campo de batalla, fue también a los referidos baños. Era familiar de la Inquisición. Lord Boldmind no era familiar mas que en la conversación, y uno de los días que estaban juntos, medió entre ambos el siguiente diálogo:
BOLDMIND.- ¿De modo que sois alguacil de los demonios? Permitidme que os diga que desempeñáis un oficio muy bajo.
MEDROSO.- Es verdad; pero es preferible ser un criado a ser su víctima; prefiero tener la desgracia de quemar a mi prójimo a que me abrasen las llamas de una hoguera.
BOLDMIND.- ¡Horrible alternativa! Erais cien veces más dichosos cuando sufríais el yugo de los moros, que os dejaban tener todas las supersticiones que queríais, y que a pesar de ser los vencedores, no se arrogaban el derecho de amarrar el pensamiento con cadenas.
MEDROSO.- Sólo os puedo decir que no se nos permite escribir, hablar ni pensar siquiera. Si hablamos, interpretan nuestras palabras como quieren, y lo mismo hacen con nuestros escritos. Como no pueden sentenciarnos a morir en un auto de fe por nuestros pensamientos secretos, nos amenazan con que arderemos eternamente por orden de Dios si no pensamos como los jacobinos. Convencieron al gobierno de que si tuviéramos sentido común, pondríamos en combustión todo el Estado y nuestra nación sería la más desgraciada del mundo.
BOLDMIND.- ¿Os parece que somos desgraciados nosotros los ingleses, que llenamos los mares de buques y que venimos a ganaros batallas al extremo de Europa? ¿Creéis que los holandeses, que os arrebataron casi todo lo que descubristeis en la India, que hoy son vuestros protectores, estén malditos de Dios por haber concedido completa libertad a la prensa y por practicar el comercio de los pensamientos de los hombres? ¿El Imperio romano fue menos poderoso porque Cicerón escribiera con libertad?
MEDROSO.- ¿Quién es Cicerón? Nunca oí pronunciar ese nombre a la Santa Hermandad.
BOLDMIND.- Era un bachiller de la Universidad de Roma que escribió todo lo que pensaba, lo mismo que Julio César, Marco Aurelio, Tito, Lucrecio, Plinio, Séneca y otros doctores.
MEDROSO.- No los conozco; pero me han asegurado que la religión católica y romana se pierde si nos dejan pensar.
BOLDMIND.—No debéis creer semejante cosa, teniendo la seguridad de que vuestra religión es divina y que las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Si esto es cierto, nada es capaz de destruirla.
MEDROSO.- No; pero puede reducirse a la más mínima expresión, y sin duda lo aseguraron por creer que Suecia, Dinamarca, Inglaterra y la mitad de Alemania han incurrido en la desgracia de no querer ser más vasallas del Papa. Hasta aseguran que si los hombres se dejan arrastrar por la engañosa luz de la razón, se concretarán muy bien a adorar sencillamente a Dios y a la virtud. Si las puertas del infierno prevalecieran hasta ese punto, ¿para qué serviría el Santo Oficio?
BOLDMIND.- Si los primitivos cristianos no hubieran tenido la libertad de pensar, ¿no comprendéis que no existiría el cristianismo?
MEDROSO.- ¿Qué queréis decir? No os comprendo.
BOLDMIND.- Lo creo; quiero decir que si Tiberio y los demás emperadores romanos se hubieran valido de jacobinos que impidieran que los primitivos cristianos tuviesen plumas y tinta; si no hubiera estado permitido en el imperio romano pensar libremente, hubiera sido imposible que los cristianos establecieran sus dogmas. Puesto que el cristianismo consiguió hacer prosélitos y partidos porque disfrutó de la libertad del pensamiento, ¿no es una contradicción y una injusticia querer matar hoy esa libertad sobre la que él se fundó? Cuando os proponen algún asunto de interés, ¿no lo examináis mucho tiempo antes de aceptarlo? ¿Hay acaso en el mundo asunto de más interés que el de nuestra felicidad o el de nuestra desgracia eterna? Hay muchas religiones en el mundo, y todas os condenan si creéis en vuestros dogmas, que ellas tienen por absurdos y por impíos; examinad, pues, vuestros dogmas.
MEDROSO.- Yo no puedo examinarlos porque no soy jacobino.
BOLDMIND.- Sois hombre, y esto basta.
MEDROSO.- Por desgracia, comprendo que sois más hombre que yo.
BOLDMIND.- De vos depende aprender a pensar; aunque nacisteis con ingenio, sois como el pájaro, que os tiene preso en su jaula la Inquisición; el Santo Oficio os ha cortado las alas, pero éstas os pueden crecer. El que no sabe geometría puede aprenderla; todos los hombres pueden instruirse; atreveos a pensar, que es vergonzoso poner vuestra alma en las manos de aquellos a quienes no confiaríais el dinero.
MEDROSO.- Dícese que si todo el mundo pensara por sí mismo, habría mucha confusión en la tierra.
BOLDMIND.- Sucedería todo lo contrario. Cuando asistimos a un espectáculo, cada espectador expone con libertad su opinión sobre la obra que se representa, y no por eso se perturba el sosiego público; pero si el protector insolente de algún mal poeta quisiera obligar a los espectadores de buen gusto a que les parezca bueno lo que encuentran malo, en ese caso se llenaría de silbidos el teatro, y los dos partidos se tirarían patatas a la cabeza, como en una ocasión sucedió en Londres. Los tiranos del pensamiento son los que han causado gran parte de las desgracias del mundo. En Inglaterra no fuimos felices hasta que cada uno de sus habitantes gozó con libertad el derecho de exponer su opinión.
MEDROSO.- También nosotros vivimos tranquilos en Lisboa, donde nadie está facultado para decir lo que piensa.
BOLDMIND.- Vivís tranquilos, pero no sois dichosos; gozáis de la tranquilidad de los galeotes, que mueven los remos cadenciosamente y callando.
MEDROSO.- ¿Creéis firmemente que mi alma está condenada a galeras?
BOLDMIND.- Sí, y deseo librarla de ellas.
MEDROSO.- ¡Pero si yo me encuentro bien en las galeras!...
BOLDMIND.- Pues en ese caso las merecéis.

A Pinochet el Papa Juan Pablo II le dio la comunión y a Franco los obispos lo paseaban bajo palio, como si ambos fueran santos



Article d'Enric Sopena publicat a El plural.com (29/11/2009)

El obispo auxiliar de Madrid, secretario y portavoz de la Conferencia Episcopal Española ha recordado que la doctrina de la Iglesia católica establece que las personas “en pecado público” -como los políticos que apoyan el aborto- no deben comulgar, aunque señaló que no se trata de una “excomunión”. Los políticos que voten favorablemente la nueva ley del aborto, según subrayó Martínez Camino, “están objetivamente en pecado público y no pueden ser admitidos en la sagrada comunión”. Precisó el obispo citado -que es un protegido del cardenal Rouco Varela- que para volver a recibir la comunión, los políticos avaladores de la nueva legislación abortista, tendrían que reparar el “mal hecho” y arrepentirse públicamente”.
De hecho esta norma está siendo aplicada por el episcopado norteamericano al senador Patrick Kennedy -católico y partidario de la legalización del aborto-, hijo del recientemente fallecido Edward Kennedy y sobrino del asesinado John F. Kennedy, el primer presidente católico de EEUU, y sobrino de Robert Kennedy, también asesinado. A este Kennedy lo expulsan de la comunión, pero a los curas pederastas, que son legión en Norteamérica, los esconden o les procuran auxiliar, aunque sus gravísimos delitos arruinen a la Iglesia católica y, sobre todo, hayan quebrado vilmente a miles y miles de niños y niñas y, por supuesto, de familias.
Por cierto, monseñor, ¿podría Su Eminencia decirnos si cuando, en octubre de 1988, Su Santidad el Papa Juan Pablo II depositó en la boca del general Augusto Pinochet la hostia consagrada, tan sangriento dictador estaba o no en situación de “pecado público”? ¿Había al menos reparado el inmenso daño que produjo su golpe de Estado? ¿Se había arrepentido ese asesino uniformado de las miles y miles de muertes provocadas a sangre y fuego por su golpe militar? ¿Sabe usted, monseñor Martínez Camino, que justamente el 5 de diciembre de este año por fin le serán rendidos los honores fúnebres debidos a Víctor Jara, que “en cinco minutos quedó destrozado,” como el mismo vaticinaba en su bellísimo poema Te recuerdo Amanda, emocionante y repleto de humanismo?”
El católico José Bono, presidente del Congreso de los Diputados, socialista y fervoroso católico, evocó ayer, muy oportunamente, aquella misa en la que comulgó Pinochet de la mano del Sumo Pontífice. Bono ha defendido la ley que regulará el aborto justificándola como un mal menor –lo que es discutible, pero desde su conciencia cristiana, respetable- y estos días se ha esforzado en argumentar con solidez sus puntos de vista como ciudadano, como político y como un católico que nunca ha ocultado sus creencias. Ha sido especialmente oportuna su referencia a aquella comunión que a muchas, a muchísimas personas, nos pareció una descarnada blasfemia.
Es más. El 18 de febrero de 1993, Juan Pablo II envió un telegrama a Pinochet, felicitándole a él y a su mujer por las bodas de oro matrimoniales. El nuncio del Vaticano en Chile, Ángel Sodano, le añadió por escrito lo siguiente: “Su Santidad conserva el conmovido recuerdo de su encuentro (…) con ocasión de su extraordinaria visita pastoral a Chile”.
En los Gobiernos de Pinochet los ministros fueron católicos y algunos, como en la dictadura de Franco, miembros del Opus Dei. ¿El capelo cardenalicio?
E incluso un grupo de influyentes católicos estuvo a punto de que la Santa Sede le hubiera otorgado al dictador el capelo cardenalicio. Las Cruzadas Callaron los jerarcas eclesiásticos y no condenaron al Gobierno Aznar que, pudiendo haber liquidado en su segunda legislatura la despenalización del aborto, mantuvo esa ley para no crearse problemas y porque les hubiera perjudicado en las urnas.
Ahora, sin embargo, sí condenan a Rodríguez Zapatero y a políticos de otros partidos que no son sólo del PSOE y les amenazan primero con la excomunión y después con retirarles a los que se confiesan católicos el sacramento de la comunión.
Pero a asesinos como Pinochet y Franco [hay muchos más ejemplos, desde los tiempos de las Cruzadas y en siglos anteriores a aquellas maquinarias de guerra bendecidas por los Papas], la cúpula católica les absolvió y les trató con exquisita delicadeza y casi como santos venerables y, en vida, venerados.
Narrado por Paul Preston en uno de sus libros sobre Franco: “El 18 de noviembre de 1936, un Franco visiblemente emocionado aparecía en Salamanca ante las multitudes que aclamaban febrilmente a Hitler y a Mussolini. Les dijo que la Alemania nazi y la Italia fascista eran el baluarte de la cultura, la civilización y el cristianismo en Europa”.
Por lo visto, Franco tenía razón. ¿O no monseñor Martínez Camino?

28.11.09

Mi Dignidad


Article de Francesc de Carreras publicat a La Vanguardia (28/11/2009

Doce diarios de Catalunya, entre ellos La Vanguardia, publicaron el jueves un editorial conjunto titulado "La dignidad de Catalunya". Que unos medios de comunicación se arroguen la defensa de la dignidad de un pueblo creo que excede el papel que les corresponde.
Que lo hagan conjuntamente evidencia que el pluralismo ideológico tiene en Catalunya el límite de una identidad colectiva que unos pocos han definido y que no puede ser puesta en cuestión. Que se quiera imponer este límite al mismo Tribunal Constitucional, supone una coacción indebida y un grave quebranto de las reglas de juego del Estado de derecho. Desde hace ya mucho tiempo, algo huele a podrido en la vida política catalana. El aplauso de la clase política al editorial es una sonrojante muestra del papel que ha desempeñado en el asunto.
Yo no pretendo hablar de algo tan misterioso como la dignidad de Catalunya sino, simplemente, de mi dignidad como columnista que está en desacuerdo con lo expresado en el editorial conjunto y quiere exponer las razones de este desacuerdo porque, en otro caso, se sentiría indigno. No acabo de entender muy bien qué es la dignidad, pero entiendo perfectamente qué es la indignidad, tengo claro quiénes son indignos y no quiero ser uno de ellos.El editorial puede ser examinado desde muchos puntos de vista, optaré por abordarlo desde el derecho constitucional, en el que muestra un déficit lamentable de conciencia democrática.
Respecto a hechos objetivos, no es cierto, como dice el editorial, que Catalunya sea definida en el Estatut como nación, ni en el preámbulo ni, menos aún, en el articulado, donde precisamente es definida como nacionalidad en su artículo 1.
Yendo a cuestiones valorativas, es contradictorio decir que les resulta inquietante que el tribunal haya sido empujado –¿por quién?– a actuar como "cuarta cámara", es decir, como poder legislativo y no como jurisdicción, cuando después se le demanda al tribunal que "decida atendiendo a las circunstancias específicas del asunto", recordando que el Estatut es "fruto de un doble pacto político" y que "no va a decidir solamente sobre un pleito" sino sobre "la dimensión real del marco de convivencia español", con alusiones también a que "están en juego" unos misteriosos "pactos profundos" que han hecho posible la actual democracia.
Este lenguaje críptico sólo parece pretender que el tribunal incumpla su estricta función de determinar la constitucionalidad de unos preceptos jurídicos y lleve a cabo un juicio político, incumpliendo así con las competencias que tiene asignadas y vulnerando la división de poderes, un principio básico del Estado de derecho.
Si el editorial quiere defender la dignidad de Catalunya, bórrenme de esa Catalunya, yo me apunto a otra distinta en la que espero vivir con dignidad y en la que estoy seguro no me encontraré solo.

7.11.09

El club Casanova



Reportaje "Historia de mi vida". Giacomo Casanova.
Fietta Jarque El Pais 07/11/2009

La noche del 31 de octubre al 1 de noviembre, hace una semana, un grupo de cinco o seis personas se reunía en Barcelona a celebrar algo muy distinto al Día de los Difuntos. Rememoraban, como cada año, la fuga de Giacomo Casanova de la prisión veneciana de Los Plomos, una noche sin luna de 1755. "Hacemos una pequeña ceremonia", dice Marina Pino, con discreción. "Y comemos macarrones con mantequilla". Es una referencia a uno de los trucos que usó para la fuga más comentada del siglo XVIII, de una cárcel hasta entonces -y desde entonces- inexpugnable. En aquel episodio, el ingenio de Casanova ideó una manera de enviar al padre Balbi -recluso en otra celda y al que hizo cómplice de la evasión- un cerrojo de hierro con el que debería culminar desde fuera el butrón por el que ambos escaparían. Lo escondió en el lomo de una Biblia que debía devolverle, pero, como sobresalía unos centímetros, quiso disimularlo. Pidió a Lorenzo, el carcelero, dos grandes platos, preparó unos maccheroni con mucha mantequilla y queso parmesano. Quería enviar al clérigo el plato en agradecimiento por el préstamo, así es que lo puso cuidadosamente sobre la Biblia y le entregó ambas cosas a la vez. "Estaba seguro de que los ojos de Lorenzo se centrarían en la mantequilla por temor a derramarla sobre la Biblia, y de esta forma no tendría tiempo de mirar los extremos de las esquinas del volumen", cuenta Casanova en sus memorias. Y así fue.
Marina Pino es una casanovista, encabeza un grupo de apasionados de todo lo que tenga que ver con el hombre, el personaje, el escritor. Hoy, los miembros de esta especie de club podrían brindar de nuevo por un acontecimiento largamente esperado: la primera edición completa de las memorias de Casanova en España, editada por Atalanta. Historia de mi vida aparece en dos tomos en papel biblia, de algo más de 1.700 páginas el primero y de 1.944 el segundo.
La leyenda de Casanova, siendo universal, es inferior al hombre Casanova. Aun cuando ese hombre no fue nadie importante, ni destacó en profesión alguna, ni acumuló riquezas o poder. Y es precisamente esa vida múltiple e inasible, asombrosa y a la vez casi vulgar, la que supera la simple idea del libertino y seductor veneciano con que se asocia su nombre hasta en el último rincón del mundo. Giacomo Casanova (1725-1798) fue primero persona, después personaje y luego una mezcla de los dos. "Digna o indigna, mi vida es mi materia, mi materia es mi vida", establece en su autobiografía. Para resumir su existencia real hay que recurrir inevitablemente a las enumeraciones, muchas veces contradictorias. Fue violinista, poeta, seminarista, militar, jugador empedernido, mago, alquimista, cocreador de la lotería nacional de Francia, espía, agente financiero, escritor, filósofo, aparte de -por supuesto- libertino y mujeriego.
Era alto, medía casi un metro noventa, de ojos claros y nariz aguileña. Gustaba ir elegantemente vestido (muy aficionado a los encajes más delicados), con la peluca bien empolvada y con vistosas joyas. De un indiscutible atractivo, algo vanidoso, inteligente, de trato agradable y simpático, bromista, interesado más por la ciencia que por la ficción literaria ("no me gustan las novelas", confiesa), pero siempre curioso por expandir sus conocimientos. Un descreído que simula saberes esotéricos, sin creer realmente en ellos. Es también un timador, sin escrúpulos a la hora de estafar a los que considera simples estúpidos. Un individuo capaz de salir airoso de las situaciones más apuradas, en las que suele meterse con frecuencia a sabiendas de riesgo. Buscándolo. Un auténtico aventurero.
Stefan Zweig, en su ensayo sobre las autobiografías literarias Tres poetas de sus vidas. Casanova, Stendhal, Tolstoi (BackList, Planeta, 2008), señala que "Casanova derrocha a consciencia sus talentos en el instante, y el hombre que pudiera serlo todo, prefiere no ser nada, absolutamente nada, salvo ser libre". Su análisis, que gusta poco a los casanovistas, ensalza tanto como denigra al personaje; lo considera superficial, fanfarrón y hueco, aunque todo eso "no cuenta nada frente a la inmensa y única veracidad en el conjunto de estas memorias". Casanova se dedicó a vivir con intensidad hasta que la edad y el cambio de los tiempos lo fueron arrinconando y terminar como bibliotecario del conde de Waldstein, en Dux. Entonces, solo, amargado y sin perspectivas, convertido en una especie de bufón anacrónico en un palacio que ya casi nadie visita, decide poner sus vivencias por escrito. Lo hace como si las relatara a un auditorio incansable y ávido de sus palabras. Sus aventuras se suceden sin descanso y las páginas se leen como una trepidante serie de viñetas, a cual más asombrosa y desinhibida. Su descaro no se fija límites. Adora a las mujeres. A todo tipo de mujeres, ricas y pobres, sin importarle la edad y procedencia, siempre y cuando le resulten interesantes. Le gustan, sobre todo, las jóvenes inteligentes y con carácter. Se enamora sinceramente cientos de veces porque se resiste a llevarse a la cama a una mujer que no ame. Aunque ese amor no dure mucho y su resistencia al matrimonio sea su único dogma de fe. Comparándolo con la leyenda del otro gran seductor, el autor francés Philippe Sollers escribe en su libro Casanova l'admirable: "Don Juan es el volcán, Casanova el jardín".
En el prólogo de la edición de Atalanta, Félix de Azúa señala las diferencias entre ambos personajes. "El veneciano es el anti-Don Juan, su contrario y enemigo. Allí donde el aristócrata sevillano, infectado por la teología, se muestra vengativo, psicópata, misógino y engañador, en ese mismo lugar luce el burgués veneciano cómplice de las mujeres, su secuaz y su salvador en más de una ocasión".
En ese sentido abunda la psicoanalista belga Lydia Flem, que titula la edición inglesa de su biografía Casanova, el hombre que amaba de verdad a las mujeres. Y traza en el primer párrafo un retrato preciso. "En un castillo de Bohemia, un anciano exiliado pasa trece horas al día escribiendo la historia de su vida. No tiene posesiones; ha dejado atrás o dilapidado todo de lo que alguna vez fue dueño. No tiene mujer, ni fortuna, ni casa, ni patria. Dio y recibió libremente, sin cálculo alguno. Ha gozado de la existencia como pocos hombres -y aún menos mujeres- se han atrevido a disfrutar. Se lanzó a la vida sin pedir nada a cambio excepto la más insolente y la más escandalosa de las recompensas: el placer".
Pero así como Historia de mi vida se lee sin que decaiga el interés, hay un elemento en esta edición que pronto cobra una relevancia inusitada y, a veces, desconcertante: las notas a pie de página. No sólo por su abundancia y puntillosidad, sino porque con frecuencia desmienten al autor, a veces de forma exagerada. Por ejemplo, si Casanova dice: "Tenía yo dieciocho años", la nota precisa: "Tenía diecisiete y medio". Bueno, vale. Pero, ¿importa tanto? Parece que a los casanovistas sí. No menos sorprendente es que el autor mencione que alquiló un carruaje a un tal Roland y que abajo ¡se reseñe la biografía del cochero! Llega un punto en que la lectura se hace casi esquizofrénica, pero vale la pena contar la historia de esas notas.
Desde que los familiares de Casanova vendieran el manuscrito al editor Brockhaus, en 1820, se hicieron dos ediciones de las que partieron el casi medio millar que se han reproducido en todo el mundo. La primera (1822-1828), traducida al alemán, fue concienzudamente depurada de obscenidades. La francesa, de Brockhaus-Plon (1826-1838), proviene del manuscrito original, pero fue nuevamente mutilada y "corregida" por Jean Laforgue, que prácticamente cambió cada frase. El manuscrito completo y sin alteraciones no fue publicado hasta 1960.
La mayoría de las notas a pie de página que se utilizan en los volúmenes de Atalanta proviene de la edición de La Siréne, de 1924, en la que el editor Raoul Vèze, pese a conservar el texto censurado, pidió a un grupo de expertos en Casanova que aportaran sus investigaciones. El ya importante cuerpo de anotaciones ha crecido desde entonces. "El 98% de los personajes que aparecen en el texto están reseñados", afirma el traductor Mauro Armiño, quien también ha aportado algunas notas propias, sobre todo en los viajes por España. El índice onomástico de la edición española tiene 200 páginas. Armiño ha pasado tres años traduciendo esta monumental obra. Todo está referenciado, las tabernas y las calles, los palacios y los burdeles. Lo curioso es que algunos de esos estudiosos de su obra están tan obsesionados en desmentir cualquier inexactitud en los datos de su autobiografía que se diría que detestan al objeto de sus desvelos.
Helmut Watzlawick edita el periódico anual L'intermediaire des casanovistes, en Suiza, desde 1984 y es quizá el más notable de los especialistas. "Hay todo tipo de gente interesada en historia, en topografía, en medicina, historia política, música, gastronomía o viajes, que ha encontrado en Historia de mi vida una fuente inigualable para sus investigaciones. Casanova llegó a utilizar cerca de 46 tipos distintos de moneda en sus traslados y da cuenta del valor del cambio cuando va de un sitio a otro, por ejemplo. Visto desde el punto de vista de la historia cultural del siglo XVIII es sumamente interesante. Sus memorias son una especie de enciclopedia", explica.
Watzlawick fue discípulo de Gustav Gugitz, el más sanguinario de los casanovistas refutadores. "Las memorias de Casanova, como muchas de sus contemporáneos, son una mezcla de verdades y ficciones. De hecho, en 1850 se pensaba que Casanova no había existido en realidad sino que era el personaje de una novela de ficción. La tradición de aportar datos precisos en las memorias sólo empezó en el siglo XIX. Antes se solía escribir sólo para entretener a los lectores", precisa. "Gugitz sentía más fascinación que pasión por Casanova, pero a la vez sentía furia contra él. Era un escéptico. Lo único que le agradecía a Casanova era el mencionar tantos detalles, lo que le permitía a él confirmar o refutar sus investigaciones".
Casanova International es el grupo con el que Watzlawick se reúne periódicamente en Venecia, en casa de un mecenas francés. Según él, los investigadores activos de Casanova son entre 20 y 40 en todo el mundo. "Hay dos tipos de casanovistas", continúa Watzlawick. "Aquellos que intentan probar que todo lo que Casanova escribió es cierto -como el norteamericano J. Rives Childs (1893-1987) que reunió la mayor biblioteca casanoviana y creía a pie juntillas todo lo que decía Casanova- y los que, como Gugitz, trataron de probar que todo lo que escribió Casanova era falso. Para muchos de nosotros, la verdad está a medio camino de los dos".
La escritora y periodista catalana Marina Pino es de las adeptas al veneciano. "A veces creo que estoy dentro de él", es la primera frase que pronuncia, casi sin pensarlo, al ser preguntada por Casanova. Quizá porque su primer contacto con el célebre personaje fue a través de "su voz", la de él mismo relatando sus cuitas y aventuras. Era un programa de radio que escuchaba incitada por su hijo, entonces de 8 o 9 años, que la llamaba a sentarse al borde de su cama y atender juntos al relato de aquella vida extraordinaria. Hoy, tanto él como ella son casanovistas confesos. Marina Pino es autora del libro Casanova: Un feroz apetito (premio Sent Sovi 2001, de literatura gastronómica, RBA, 2002) y también del prólogo a la edición de Casanova. Memorias de España (Espasa, 2006). "Estoy enamorada de él", confiesa después.
Ella tardó quince años en conseguir la edición completa del manuscrito de Historia de mi vida. Mientras tanto su afición crecía a través de muchas de las ediciones parciales que se encontraban. Pino considera las memorias de Casanova, sobre todo, una gran obra literaria. "La primera lectura te vuelve loca con tantos datos y tantos usos y costumbres distintas de las actuales", afirma. Aunque las notas a pie de página se encargan de explicar buena parte de ellas. "Por eso decidí en determinado momento hacer una lectura de principio a fin, como se lee una novela. Quería saber si se mantenía como relato y mi conclusión, al terminar, es que se trata de una obra maestra de la literatura".
Es una idea que comparte Mauro Armiño. "No se ha puesto de relieve hasta ahora que Casanova escribe en un francés más moderno que el de nadie", apunta el traductor. "Al no ser escritor, opta por el relato oral sin buscar todo el tiempo imágenes literarias elaboradas o adjetivos, sino que es como si te lo contara personalmente. Tampoco es cierto que cometiera demasiados errores sintácticos. Al ser su segundo idioma, utiliza un francés sencillo y lo hace con gracia, con mucha vivacidad".
Respecto a la forma del relato, Watzlawick aporta una hipótesis. "Uno de mis amigos, un norteamericano, tiene la interesante teoría de que Casanova -como hijo de actores- concebía su vida como sucesivas puestas en escena. Cada uno de los lugares a los que llegaba en su constante peregrinar era como un nuevo montaje al que se enfrentaba y que había que crear sobre la marcha con ciertos efectos dramáticos. En cada una de las aventuras trata de tener algo importante que decir al principio, algo importante al final, y en el medio siempre se da una acción con un momento álgido. En Rusia cuenta que tuvo dos encuentros con Catalina II, al principio y al final de la historia. Pero históricamente sólo es posible que la haya visto en la segunda ocasión. Casanova lo que hace es juntar ciertos acontecimientos, ponerlos en un contexto histórico, pero dándoles un orden propio, no el cronológico necesariamente. Como haría un autor dramático".
Marina Pino conoce bien los otros libros que Casanova escribió, incluida su correspondencia, pero señala que las memorias son un caso aparte. "Casanova está siempre en movimiento y no adopta ese tono moralizante de otras obras del XVIII". ¿Qué piensa de él? "Que es inabarcable, inclasificable. Imposible de conocer. Philippe Sollers dice en su libro: creemos conocerlo y no lo conocemos. Y eso es lo que más me entusiasma. Como las memorias acaban de forma abrupta, antes de su declive y sin saber qué pasa después, te queda la impresión de que sigue por ahí...". Que Casanova continúa su aventura.

6.11.09

La mujer del Cesar

Heus aqui, l'extensa relació de càrrecs acumulats per la Sra. Anna Hernández, esposa del President de la Generalitat:


- Regidora d'Urbanisme l'Ajuntament de Sant Just Desvern.
- 1ª Tinent d'Alcalde de l'Ajuntament de Sant Just Desvern.
- Presidenta de PROMUSA.
- Presidenta de PROECSA.
- Consellera del Consorci del Parc Agrari del Baix Llobregat de la Diputació de Barcelona.
- Consellera delagada i vicepresidenta de Societat Municipal d’Habitatge de Lliçà d’Amunt SL
-Consellera delegada de Promotora d’Habitatge de Santa Eulàlia de Ronçana,
- Consellera de Foment de Ciutat Vella de la Diputació de Barcelona.
- Consellera del Barri de la Mina.
- Delegada de L’Area d’Infraestructures, Urbanisme i Habitatge de la Diputació de Barcelona.
- Consellera de La Caixa.
- Consellera del Consell Comarcal del Baix Llobregat.
- Vocal del Consorci Sanitari Integral.
- Vocal de la Fundació Caviga.
- Consellera de L’Area de Salut de L’Area Metropolitana de Barcelona
Es interesant destacar que la empresa PROMUNSA que presideix la Sra. Hernández forma part del grup de empreses AVS, entitat a la que pertany també Gramepark, investigada per corrupció en l'Operación Pretoria i destacar, com aquell qui res, que de la delegació d'urbanisme de la Diputació que presideix, el seu número dos era l'enxironat per pressumpte xoriço l'exalcalde de Santa Coloma Bartomeu Muñoz.
Ha sol.licitat la insigne Sra. Anna Hernández las compatibilitats necessàries per exercir 16 càrrecs simultáneament?
Estic segur que sí. No podría ser d'una altra manera...no?
Les circumstàncies enverinades i podrides que han aflorat en el nostre panorama polític (i més en els temps que corren) exigeixen transparència i rendició de comptes.
En benefici del sistema i atesa la seva situació personal, la Sra. Anna Hernandez hauria d'avançar-se a l'èxigència de respostes i esvaïr qualsevol dubte al respecte.
Perquè com deia Plutarc, la dona del Cèsar, no tant ha de ser honesta sinó també ha de semblar-ho.
La Democràcia ho reclama.
Per tant, Sra. Hernández, no perdi pistonada, i deixi ls coses clares abans que la premsa i la Ciutadania la posin al peu dels cavalls.
Si vosté ho fa per pròia voluntat, la Democràcia li serà deutora. Si no ho fa, la Democràcia li demanarà responsabilitats.
En els temps que córren, Sra. Hernández, no val a badar.

5.11.09

La partitocracia sin contrapesos



Francesc de Carreras La Vanguardia (05/11/2009)


La "democracia de partidos", un término ya acreditado en teoría del Estado, supone un notable cambio respecto de la democracia parlamentaria clásica, en la cual el diputado era el eje fundamental de todo el proceso de participación política. Por el contrario, en la democracia de partidos son estos quienes protagonizan los dos momentos fundamentales de dicho proceso: las elecciones y la actividad parlamentaria.
En el momento electoral, ahora los ciudadanos no escogen candidatos individuales, como antes sucedía, sino listas electorales confeccionadas por los partidos. Con lo cual la relación representativa no se establece entre elector y parlamentario sino entre elector y partido. En cuanto a la actividad parlamentaria, en la democracia de partidos las cámaras han dejado de ser órganos para el debate entre diputados: ahora las decisiones que allí formalmente se adoptan han sido acordadas con anterioridad en el seno de los respectivos partidos y sus portavoces parlamentarios se limitan meramente a declararlas en público. Así, en la democracia de partidos, el Parlamento ha sido desposeído de su función primigenia más característica con la que soñaron los primeros liberales: ser un centro de debate en el cual, mediante argumentos racionales, se decide lo más conveniente para el interés general.
Podremos lamentar la pérdida, si es que existieron alguna vez, de aquellos parlamentos argumentativos y racionales, pero en la actualidad la democracia de partidos se ha impuesto en toda Europa y en buena parte del mundo. "La democracia de nuestro tiempo es, necesariamente, una democracia de partido", escribió el maestro García Pelayo, de quien el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales acaba de publicar la segunda edición de sus Obras completas. Necesariamente: la democracia española no escapa a esta regla general y es hoy, incluso formalmente, una democracia de partidos. Pero todos los sistemas políticos degeneran, como ya advirtió Aristóteles. Y la democracia de partidos española ha degenerado, por culpa de los partidos, en una partitocracia, que es cosa distinta.
En una partitocracia los partidos no se limitan a ocupar el lugar que les corresponde según el sistema constitucional, sino que desbordan su espacio propio y ocupan todo el Estado y una buena parte de la sociedad. Un principio clave de la democracia es el de división de poderes, según el cual los órganos estatales no sólo están separados sino que se eligen y controlan mutuamente mediante un sistema de pesos y contrapesos para que ninguno invada el ámbito del otro y cada uno sea responsable de los actos en que es competente. Pues bien, en una partitocracia el poder transversal de los partidos anula esta división de poderes e instaura un sistema descontrolado que tiende a configurarse como un dominio absoluto de todo poder, creando así el caldo de cultivo de todo tipo de desafueros y corrupciones.
Como han sostenido autores de referencia al tratar de España –véase el libro de Roberto Blanco sobre Las conexiones políticas (Alianza, Madrid, 2001) o el de Alejandro Nieto El desgobierno de lo público (Ariel, Barcelona, 2008)– los partidos han "colonizado" el Estado, se han repartido el botín que allí han encontrado y consideran que todos los poderes son patrimonio propio. Nieto lo resume así: "En definitiva, la colonización se hace efectiva mediante la ocupación (por parte de los partidos) de los instrumentos más operativos de acción social: la administración pública en primer término y luego los medios de comunicación social, la educación y la cultura, el sector público económico y, por descontado, sus organismos de control".
En definitiva, primero hay que asegurarse de que la administración pública esté dirigida por los cargos de confianza (de los partidos) y no por los funcionarios (independientes). A partir de ahí, es fácil adueñarse de los medios de comunicación públicos, establecer órganos de supervisión para los privados, conceder innumerables subvenciones en cultura y educación, así como licencias y permisos en actividades económicas, todas otorgadas con discrecionalidad formal y arbitrariedad real. Al final, como blindaje definitivo, intentan nombrar indirectamente, e indebidamente, a jueces, fiscales, interventores, defensores del pueblo, tribunales de cuentas, secretarios de ayuntamientos, profesores de universidad o de instituto. Todo.
La voracidad de los partidos para obtener cada vez más cuotas de poder es insaciable. Quieren llegar al poder mediante las elecciones –con toda razón, en eso consiste la democracia–, pero una vez lo han obtenido se desatan las furias. "Que un poder frene a otro poder", dijo Montesquieu. Esta ya no es una regla democrática para la partitocracia: quiere un poder sin frenos. El pacto tácito entre partidos hace que nadie frene a nadie y que ninguno denuncie al otro. Si están en el poder, por razones obvias; si no, ya les llegará la ocasión.
Frente a esta situación, las últimas esperanzas de los ciudadanos están depositadas en los funcionarios, jueces, fiscales y órganos de comunicación independientes. Son los últimos contrapesos a la partitocracia.

1.11.09

La franc-masonería, sus valores y la crisis




Defendemos un Gran Oriente comprometido a través de la acción de sus miembros, y también comprometido de forma colectiva a partir de las decisiones tomadas por sus diferentes asambleas.
Deseamos un Gran Oriente más unido si cabe y más dinámico, consciente del ideal democrático (de la República en el texto original), capaz de idear el futuro para que las conquistas de la ciencia (nuevas tecnologías, energías o terapias) y el dominio humano, dentro del respeto al medio ambiente, sean puestos al servicio de todas las mujeres y de todos los hombres y no de intereses particulares.
Teniendo en cuenta este objetivo, esperamos del Gran Oriente que más allá de la política y actuando dentro del respeto a la opinión de cada uno de sus miembros, contribuya a los grandes debates de la sociedad mediante la elaboración de propuestas concretas, de cara a promover la libertad y la igualdad de derechos entre toda la ciudadanía.
La crisis económica y social ahonda peligrosamente las desigualdades a escala planetaria; los efectos perniciosos de un sistema que considera al ser humano como un medio y no como un fin, deteriora los lazos cívicos y agudiza los egoísmos; el retorno de los miedos, de los oscurantismos, de los odios xenófobos, antisemitas, racistas, sexistas, la escalada de las amenazas a la paz internacional: todo obliga a los francmasones a reafirmar la ética republicana para defender y extender la democracia.
El hundimiento de modelos, el fracaso dramático de las grandes utopías políticas del siglo XX provocan en algunas personas un sentimiento de vacío, de disolución de señas de identidad, de pérdida de objetivos y desencanto.
La Europa de la ciudadanía y de los derechos sociales que anhelamos se revela hoy fundamentalmente como un espacio de intercambio para comerciantes.
La Democracia (República en el original en francés), para la que todas las mujeres y hombres, con independencia de sus orígenes, su sexo, su color de piel, sus convicciones religiosas, filosóficas, políticas, nacen y permanecen libres e iguales en derechos, se fragiliza poniendo en duda su propia identidad, sus valores, su indivisibilidad.
El ideal laico sufre ataques permanentes y la Organización de Naciones Unidas se ha convertido en un recinto en el que se perpetran todo tipo de ofensivas dirigidas a poner en solfa las libertades garantizadas por la Declaración Universal de los Derechos Humanos, a negar la libertad de creer o de no creer y de poder criticar una religión, a censurar la libertad para todo ser humano, en particular las mujeres, de disponer de su propio cuerpo.
En todas partes la sociedad se crispa y tensa, dejando lugar -como ya sucedió en el pasado- a populismos y extremismos emergentes. La historia nos enseña que es en este terreno donde enraíza el poder autoritario y a menudo también totalitario.
Esta situación no puede dejarnos indiferentes: El riesgo es mortal para los valores que defendemos.A veces hemos estado en desacuerdo entre nosotros, hemos sido adversarios en un momento determinado o durante un mandato, pero siempre hemos colocado al Gran Oriente y sus principios por encima de nuestras divergencias.
Antiguos grandes maestros, no nos remontamos con vanidad al momento en que ejercimos nuestras funciones, pero desde luego no tenemos ninguna vergüenza a la hora de asumir las responsabilidades de nuestros balances respectivos, ampliamente validados por el voto de las diferentes asambleas. Nuestra obligación es la de permanecer a disposición de nuestra obediencia, de sus miembros, de sus logias, de sus instituciones y de sus elegidos al servicio de nuestro ideal común.Por todo lo anterior deseamos un Gran Oriente federación de logias libres, fiel a su ética humanista y laica, a su tradición iniciática, capaz de evolucionar con el mundo.
Una obediencia que sepa gestionar de forma democratica el conjunto de cuestiones internas que se plantean, las reformas necesarias para su funcionamiento y también las cuestiones ligadas a la mixtidad (en tanto que las logias han abierto sus puertas a las hermanas desde hace mucho tiempo) respetando la exigencia de salvaguarda de la libertad de las logias y la unidad de la obediencia. Una obediencia orgullosa de la promoción del aperturismo hacia otras obediencias: Estos son los principales objetivos que los firmantes tienen en común.
Es precisamente en los períodos de crisis y de dudas en los que la francmasonería encuentra todo su sentido, su razón de ser. Rechazando la resignación, el Gran Oriente debe contribuir tanto en el interior como en el exterior a un nuevo e indispensable encendido de las Luces.
Si no quiere traicionar el papel que ha desempeñado durante siglos, debe oponerse firmemente a toda transformación que perjudique las conquistas sociales y que no tengan por objeto presevar su existencia misma, sino, al contrario, volver a concepciones ideológicas ya superadas y retrógradas.Para nosotros, no cabe negociación sobre esto.
La historia social, al igual que la del progreso de las ideas, es un camino hacia adelante; no puede haber una regresión. Permaneceremos de manera indefectible ligados a la defensa de la libertad de conciencia individual y del laicismo del que hemos sido a menudo promotores; estos valores han asegurado la paz religiosa durante mucho tiempo.
Estamos dispuestos a participar en toda discusión, en toda colaboración que tenga por finalidad una sociedad mejor.
Pero, fieles a nuestra historia y a nuestra filosofía desde hace ya tres siglos, no podemos sino oponernos a todo ataque a los derechos humanos y a todo retroceso del progreso de la sociedad democrática.


Gilbert Abergel, Alain Bauer, Bernard Brandmeyer, Paul Gourdot (fallecido el pasado 24 juin), Philippe Guglielmi, Patrick Kessel, Jacques Lafouge, Jean Michel Quillardet, Jean-Robert Ragache, antiguos Grandes Maestros del Gran Oriente de Francia.

La respuesta de los Masones


Article de Julio Arrieta publicat a "El Ideal de Granada"

El lanzamiento de la última novela de Dan Brown, 'El símbolo perdido', que hoy sale a la venta en España, ha disparado la curiosidad del público por la masonería. Tras la salida en Estados Unidos del libro, Ronald J. Steiner, relaciones públicas de la Gran Logia de Nueva York, comentaba el fenómeno en una nota dirigida a sus hermanos: «Los medios están repletos de artículos, reseñas y entrevistas relacionados con el libro y con la francmasonería», decía en el texto, publicado en la web http://www.nymasons.org/.
Steiner señalaba que va a aumentar «el interés sobre quiénes somos como masones y qué hacemos como miembros de la hermandad fraternal más antigua y grande del mundo».
Entre otras sugerencias sobre cómo atender a la avalancha de curiosos, Steiner recordaba a sus hermanos que «las preguntas son bienvenidas». ¿Qué es la masonería? ¿Qué hacen los masones en sus logias? ¿Son una sociedad secreta? son algunos de los interrogantes más frecuentes.
Si se acude al diccionario de la RAE, la definición parece clara. «Francmasonería: asociación secreta de personas que profesan principios de fraternidad mutua, usan emblemas y signos especiales y se agrupan en entidades llamadas logias». Sin embargo «no es una definición correcta», apunta Javier Otaola, escritor, Defensor del Ciudadano de Vitoria y maestro masón. «De hecho, hubo un grupo de hermanos que presentó un escrito ante la Real Academia Española señalando que la masonería no puede ser una sociedad secreta porque ese tipo de agrupaciones están prohibidas en la Constitución y ese concepto es contradictorio con la realidad legal de la masonería en España». La RAE lo ha tenido en cuenta y en la próxima edición del diccionario se va a modificar ese concepto. «En las sociedades secretas no se conoce quiénes son sus directivos y sus miembros no tienen derecho a dar a conocer su pertenencia». Sin embargo, la masonería está reconocida legalmente, «sus directivos son conocidos y los miembros tienen total libertad para dar a conocer su pertenencia».

Albañiles libres
La masonería no es, por lo tanto, una sociedad secreta. Ni tampoco una secta, ni una religión, como suelen insistir las logias en sus páginas de Internet. Una de las definiciones más antiguas describe a esta fraternidad como «un peculiar sistema de moral, velado por alegorías e ilustrado por símbolos». Por su parte, Otaola la describe como «una sociedad filosófica que utiliza como instrumento de su actividad asociativa las tradiciones de las antiguas hermandades de constructores».
El origen de la masonería es gremial. La palabra 'mason' significa albañil tanto en inglés como en francés. En la Edad Media los canteros y albañiles libres, los 'franc masones' o 'free masons', que trabajaban en grupos independientes de compañeros, se reunían en 'logias'. Se trataba de locales adyacentes a las grandes obras como las catedrales, en los que se formaban en el oficio, administraban sus trabajos y salarios y resolvían sus cuestiones internas. Con el tiempo estas logias comenzaron a acoger miembros que no eran albañiles. A finales del siglo XVII en Inglaterra el número de estos masones aceptados era superior al de los albañiles 'operativos'. La masonería tal como se conoce en la actualidad nació en Londres en 1717, cuando un grupo de masones decidió refundar la asociación desvinculándola de todo carácter gremial. Así nació la Gran Logia de Londres. Y hasta hoy.
Este origen explica los grados en los que se dividen los masones: aprendices, compañeros y maestros. El mandil que visten en sus reuniones o tenidas es un recuerdo del que llevaban sus antecesores operativos para protegerse de las esquirlas mientras trabajaban la piedra bruta para fabricar sillares. Las herramientas que se usaban para levantar edificios, como el compás, la escuadra, la regla, la plomada o el nivel, se utilizan ahora como parte de un rico lenguaje simbólico.

Filosofía práctica
Durante la tenida, «los masones realizan un trabajo colegiado de reflexión que podríamos llamar en términos muy amplios como filosófica, pero no una filosofía de eruditos, sino una filosofía práctica», explica Otaola. En sus trabajos, destinados a buscar el perfeccionamiento como personas, «utilizan el lenguaje de los símbolos para describir y para construir ese discurso filosófico». En definitiva, «es una reflexión existencial ritualizada, un diálogo ritualizado».
Diálogo, pero no disputa. Y no está permitido hablar ni de política ni de religión. El curioso que espera encontrar un conciliábulo de conspiradores se llevará un chasco. Eso sí, los detalles concretos de los rituales se quedan en la logia, sólo están al alcance de los iniciados. ¿Secretismo? «No. La de la masonería es una actividad privada, como las cosas que se discuten en familia, y lo que es privado no es público, por definición».
Otro mito con el que tienen que lidiar los masones es el del poder político que se les atribuye. «En España -detalla Otaola- la masonería es un grupo demasiado pequeño como para tener una acción de poder. En otros países donde tiene una presencia más numerosa puede llegar a tener una cierta influencia social, como mucho, tan legítima como la de otros grupos de opinión».
En España hay algo más de 4.000 masones agrupados en logias que forman parte de varias obediencias diferentes. Las que cuentan con más miembros son la Gran Logia de España, la más numerosa, y la Gran Logia Simbólica Española. Es un número llamativamente pequeño si se compara con los 20.000 masones que hay en Portugal, los 120.000 de Italia, los 250.000 masones franceses y los 700.000 británicos. En Estados Unidos hay 5.200.000. El reducido número de masones españoles se explica por la persecución a la que fue sometida la masonería en el pasado. Durante el franquismo 16.000 personas fueron ejecutadas por el 'delito' de ser masones, un número terrible por partida doble si se tiene en cuenta que antes de la Guerra Civil no había más de 6.000 masones en el país. Como asociación, la masonería no fue legalizada hasta 1982.

30.10.09

Gürtels i Pretorians


Escric aquest post pendent de la resolució del jutge Garzón sobre si decreta o no presó incondicional pels imputats en l’enèsim cas de corrupció que ens venen sacsejant com una marea.
Al l’inacabable, patètic i cutre Cas Gürtel, que amenaça de portar-se per davant el lideratge de Rajoy, s’uní en las passades setmanes l’expoli del Palau de la Música pel megalòman i pressumpte xoriço del Felix Millet i ara, li ha tocat el torn als “Pretorians”, representants de la sociovergència.
Suma i segueix... segur que segueix!!!
Alarma social?. Desafecció?. Home, i tant!!!
Què esperen dels ciutadans quan els nostres representants polítics tenen comportaments mafiosos (pressumptes, perdoneu) i amb les seves accions estan derrocant pedra a pedra la confiança en el sistema democràtic?
I per què passa això?
Algú va dir, i amb raó, que cada societat té els polítics que es mereix ja que aquests sorgeixen de les pròpies societats, però penso que l’anàlisi ha d’anar més enllà.
Els Gürtels i els Pretorians són la conseqüència immediata i inevitable de la vergonya que representa el sistema de finançament dels partits i també del pervers funcionament d’aquells.
A tot aquell que ha estat o està ficat en política convindrà amb mi que si alguna frase podria posar-se a l’entrada de la seu central de qualsevol partit polític seria més o menys: “Militant, deixa la democràcia a la porta de entrada”.
I és que sembla que els nostres partits no s’han assabentat de que hi ha una cosa que es diu democràcia interna i d’una altra que se’n diu transparència i la ignorància d’aquestes paraules en el funcionament intern dels partits que irresponsablement els aparells dels partits estan posant en risc la pròpia essència de la democràcia.
I això es posa de manifest, entre d’altres, tant en l’elaboració de les llistes electorals (o és que algun il·lús es pensa que els candidats els trien els militants en base al seu mèrit, preparació, virtuts cíviques...???), en la pròpia dinàmica del funcionament del parlament (on regeix la més estricta i total disciplina de vot i el parlamentarisme, entès en el sentit més literal, és inexistent) o en la discussió interna en el sí dels propis partits (on pensar pel teu compte és fer mèrits per la marginació per part de les elits que controlen els aparells).
I quina és la conseqüència de tot això?
Doncs que els nostres partits polítics estan dirigits per una casta de burròcrates, ignorants i mediocres que fan i desfan i traeixen la veritable essència del que ha de ser un partit polític i que la gent de vàlua, honesta, crítica i que creu realment en la política se’n vagi a casa seva o faci política passiva; és a dir, que pagui la quota i prou.
El resultat?
Doncs el que llegim als diaris i que fa que la política sigui per desgràcia el refugi dels mediocres i els pelacanyes sense escrúpols i amb molt de poder per enriquir-se amb facilitat i amb impunitat i que de no haver-se ficat al “negoci de la política” ara estarien fent cua a les oficines de l’INEM.
Tot plegat trist, vergonyós, repugnant i dramàtic.
Què hem de fer?
Doncs jo us ho diré: ens cal més política!!!
Ens cal regenerar la política de dalt a baix, obrint les portes dels partits a la democràcia i a la transparència, limitar d’una puta vegada l’orgia i el dispendi inútil que genera l’actual sistema de finançament dels partits i reformar la llei electoral, per fer-la més oberta, més representativa i més propera a la ciutadania i, no me’n vull oblidar, reformar de dalt a baix la teranyina legal en matèria urbanística, intensificar els controls i dotar de veritable autonomia al cos d’interventors, segrestats avui també per la seva dependència dels alcaldes.
Només així podrem evitar la desafecció política i barrar el pas al populisme fàcil que lentament, inevitablement, començarà a obrir-se pas excitant les baixes passions i el “ja en tenim prou!” que molts ciutadans comencen a manifestar respecte els nostres polítics.
El repte està clar: o guanya la Democràcia o guanyen els Gürtels o els Pretorians.
Partits, espavileu i poseu-vos a la feina i recordeu que, com diuen els cristians, es peca d’acció però també d’omissió.

25.10.09

¿Por qué Francisco Ferrer i Guardia ?



"La respuesta es clara. Porque Ferrer murió el 13 de octubre de 1909 como un mártir de la libertad de consciencia. Murió porque había sido el creador de la Escuela Moderna y porque la renovación de la enseñanza que promovía implicaba la emancipación de los hombres y las mujeres, hacerlos conscientes de su dignidad como tales y, por lo tanto, ciudadanos dispuestos a luchar para salir de la miseria y la sumisión."
La obra de Ferrer merece ser recordada. Su muerte merece ser homenajeada.
Los detractores de Ferrer nos dan los principales argumentos que justifican hoy su recuerdo. Dicen de él que era un anarquista, un anticlerical, un masón y un antinacionalista. Cada una de esas acusaciones forma parte de las virtudes del personaje.
En primer lugar, Francisco Ferrer no era anarquista. Al comienzo de su vida comparte las ideas republicanas y hacia el final adopta un pensamiento decididamente libertario. Como ha puesto de manifiesto Baltasar Porcel : ¿cómo podía un hombre justo no ser libertario a principios de siglo, en el marco de una situación social escandalosamente injusta, con jornadas laborales de 66 horas de trabajo a la semana y unos salarios de miseria ?
También dicen que Ferrer era anticlerical. En verdad, era enemigo de una Iglesia comprometida y aliada del poder político, opuesta a cualquier cambio social. Una Iglesia que muchos cristianos de hoy consideran indigna de su papel. Ferrer era un laico, un humanista que creía en el hombre como centro de todas las cosas y que propugnaba el libre examen, la capacidad de cada hombre de buscar individualmente la verdad sin imposiciones exteriores.
La tercera acusación es que Ferrer era masón. Y es verdad, fue iniciado en la Francmasonería y desplegó una intensa tarea en las logias españolas y francesas de la época. Fue francmasón como tantas otras mentalidades renovadoras de su tiempo : Anselmo Lorenzo, Rosend Arús y Odón de Buen, o tal y como me decía el otro día Josep Maria Ainaud de Lasarte lo fue su abuelo, Josep Maria de Lasarte, y como lo sería tiempo después el Presidente mártir de la Generalitat de Catalunya, Lluís Companys. Ferrer fue, efectivamente, francmasón, es decir un librepensador que quiso dedicarse a la tarea más sublime, la de enseñar a los demás a pensar, a ser ciudadanos libres.
Y, finalmente, dicen algunos de Ferrer que no era nacionalista, que no era catalanista, que no era de los "nuestros" y que sería necesario borrarle de la Historia de Cataluña. Ferrer, efectivamente, no era catalanista, era un internacionalista, un hombre para el cual todos los problemas de la humanidad eran propios, que creía que un país no puede vivir feliz si en otros se vive bajo la esclavitud y la miseria. En definitiva, un hombre hermano de todos los otros seres humanos. Y un hombre como este no podía identificarse con los estrechos puntos de vista de la derecha catalana, preocupada por sí misma y cerrada en su provincialismo. Los que niegan al hijo de Cal Boter la condición de catalán se niegan a si mismos y demuestran que su catalanismo no es voluntad de construir un país para todos, sino de construir un país que se convierta en su tienda particular.
Es, pues, esta figura de Francisco Ferrer Guardia, libertario, laico, librepensador y internacionalista, la que hay que reivindicar hoy.


Palabras de Joan-Francesc Pont y Clemente, Presidente de la Fundación Francisco Ferrer y Guardia, pornunciadas en el homenaje realizado en Barcelona en 1989 : Ferrer i Guàrdia al Saló de Cent

La traición de la socialdemocracia

PAOLO FLORES D'ARCAIS (Publicat a El País 25/10/2009)

Creo haber escrito mi primer artículo sobre "la crisis de la socialdemocracia" hace aproximadamente un cuarto de siglo, y eran ya muchos quienes me habían precedido. Sirva ello para explicar que el tema no es nuevo y que puede decirse que las socialdemocracias, en cierto sentido, siempre han estado en crisis (excepto las escandinavas, que nunca llegaron a crear escuela). La raíz de tal crisis reside en efecto en la desviación (un abismo a menudo) entre el dicho y el hecho que las aqueja. La socialdemocracia nació como una alternativa al comunismo en la defensa de la igualdad contra el sistema de privilegios. La alternativa al comunismo se ha conservado (con toda justicia) pero la batalla por la igualdad (es decir, la lucha contra los privilegios) se ha visto reducida a flatus vocis, incluso en su fórmula minimalista de la "igualdad de oportunidades de arranque", que llegó a ser teorizada por numerosos liberales como corolario de la meritocracia individual.
Resulta por ello más fácil recordar los raros momentos en los que la socialdemocracia alimentó realmente esperanzas: el laborismo de la inmediata posguerra, que implanta con Attlee el estado de bienestar teorizado por Beveridge; los años de Brandt, que el 7 de diciembre de 1970 se arrodilla en el gueto de Varsovia; la época de Mitterand, que interrumpe la larga hegemonía gaullista que pesaba sobre Francia casi como destino (o condena). Logros reformistas, a los que las propias socialdemocracias no han dado continuidad. La política del estado de bienestar se detuvo apenas un poco más allá del servicio sanitario nacional (que además se burocratizó rápidamente). La desnazificación radical de Alemania, que los gobiernos democristianos habían descuidado, no se vio enraizada en similares transformaciones de las relaciones de fuerzas sociales. Y la unidad de la izquierda de Mitterrand, tras la prometedora y brevísima época de los "clubes", se resolvió mediante compromisos entre los aparatos de partido, no en un acrecentamiento del poder efectivo de los ciudadanos.
Porque esa es la cuestión -no secundaria en absoluto- que los análisis de la "crisis de la socialdemocracia" no suelen tener en cuenta. El carácter de aparato, de burocracia, de nomenclatura, de casta, que han ido adquiriendo cada vez más, incluso en la izquierda, quienes, por decirlo con palabras de Weber, "viven de la política" y de la política han hecho su oficio. La transformación de la democracia parlamentaria en partidocracia, es decir, en partidos-máquina autorreferenciales y cada vez más parecidos entre sí, ha ido haciendo progresivamente vana la relación de representación entre diputados y ciudadanos. La política se está convirtiendo cada día más en una actividad privada, como cualquier otra actividad empresarial. Pero si la política, es decir, la esfera pública, se vuelve privada, lo hace en un doble sentido: porque los propios intereses (de gremio, de casta) de la clase política hacen prescindir definitivamente a ésta de los intereses y valores de los ciudadanos a los que debería representar, y porque el ciudadano se ve definitivamente privado de su cuota de soberanía, incluso en su forma delegada.
Los políticos de derechas y de izquierdas acaban por tener intereses de clase que en lo fundamental resultan comunes -de forma general: el razonamiento siempre tiene sus excepciones en el ámbito de los casos individuales- dado que todos ellos forman parte del establishment, del sistema de privilegios. Contra el que por el contrario debería luchar la socialdemocracia, en nombre de la igualdad. Y es que, no se olvide, era la "igualdad" el valor que servía de base para justificar el anticomunismo: el despotismo político es en efecto la primera negación de la igualdad social y el totalitarismo comunista la pisotea por lo tanto de forma desmesurada.
La partidocracia (de la que la socialdemocracia forma parte), dado que estimula la práctica y creciente frustración del ciudadano soberano, la negación del espacio público a los electores, constituye un alambique para ulteriores degeneraciones de la democracia parlamentaria, es decir, para una más radical sustracción de poder al ciudadano: así ocurre con la política-espectáculo y con las derivas populistas que parecen estar cada vez más enraizadas en Europa.
Pero lo cierto es que las vicisitudes actuales de las socialdemocracias parecen manifestar algo más: grupos dirigentes al completo que no solo están en crisis sino casi a la desbandada, sumidos en la espiral (al igual que los aviones al caer en picado) de un auténtico cupio dissolvi. La cuestión es que la culpa originaria, el haber olvidado la brújula del valor de la "igualdad", sin el que la izquierda pierde todo su sentido, está pasando ahora factura. Pero razonemos con orden.
Resulta paradójico que la socialdemocracia viva el acmé de su crisis precisamente cuando más favorables son las condiciones para la critica hacia el establishment y para plantear propuestas de reformas radicales en ámbito financiero y económico, dado que está a la vista de todos o, mejor dicho, está siendo padecido y sufrido por las grandes masas, el desastre social provocado por la deriva de los privilegios sin freno y por el dominio sin control ni contrapeso del liberalismo salvaje, de los "espíritus animales" del beneficio.
Y es que la crisis provoca incertidumbre ante el futuro y el miedo empuja a las masas hacia la derecha, según se dice. Pero eso ocurre solo porque la socialdemocracia no ha sabido dar respuestas en términos de reformismo, es decir, de justicia social creciente, a la necesidad de seguridad y de "futuro" de esos millones de ciudadanos. Pongamos algún ejemplo concreto. El miedo ante el futuro adquiere fácilmente los rasgos del "otro", el inmigrante, que nos "roba" el trabajo. Pero si el inmigrante puede "robarnos" el trabajo es solo porque acepta salarios más bajos. ¿Ha intentado llevar a cabo alguna vez la socialdemocracia una política de sistemático castigo de los empresarios, grandes y pequeños, que emplean a inmigrantes con salarios más bajos y sin el resto de costosas garantías normativas obtenidas tras decenios de luchas sindicales?
Algo análogo ocurre con la deslocalización de las empresas, el fenómeno más vistoso de la globalización. El empresario alemán, o francés, o italiano, o español, al trasladar su actividad productiva hacia el tercer mundo, se lucraba con enormes beneficios explotando mano de obra con salarios ínfimos y sin tutela sindical (por no hablar de la libertad de contaminar en forma devastadora). Pero los gobiernos poseen potentes instrumentos, si así lo quieren, para "disuadir" a sus propios empresarios en su carrera hacia la deslocalización, instrumentos que la política de la Unión Europea puede hacer incluso más convincentes o reforzar en buena medida.
La socialdemocracia, por el contrario, se ha doblegado ante esta mundialización, cuando no la ha exaltado, cuando si el empresario puede pagar menos por el trabajo, deslocalizando la fábrica o pagando en negro al clandestino, se crean las condiciones para un "ejército salarial de reserva" potencialmente infinito, que irá reduciendo cada vez más los salarios, restituyendo actualidad a categorías marxistas que el estado del bienestar -y luchas de generaciones (no la espontánea evolución del mercado)- habían vuelto obsoletas. Y sin embargo la socialdemocracia está organizada nada menos que en una "Internacional", y ha gozado durante mucho tiempo en las instituciones europeas de un peso preponderante. No es por lo tanto que no pudiera hacerse una política diversa. Es que no quiso hacerse.
Los ejemplos podrían multiplicarse. La socialdemocracia ha llegado a aceptar las más "tóxicas" invenciones financieras, y no ha hecho nada concreto para acabar con los "paraísos fiscales" o el secreto bancario, instrumentos del entramado económico-mafioso a nivel internacional, con el resultado de que el poder de las mafias se extiende por toda Europa, desde Moscú a Madrid, desde Sicilia hasta el Báltico, y ni siquiera se habla de ello. Y dejemos correr el problema de los medios de comunicación, absolutamente crucial, dado que "una opinión pública bien informada" debería constituir para los ciudadanos "la corte suprema", a la que poder "apelar siempre contra las públicas injusticias, la corrupción, la indiferencia popular o los errores del gobierno", como escribía Joseph Pulitzer (¡hace ya más de un siglo!), mientras que nada han hecho las socialdemocracias por aproximarse a este irrenunciable ideal.
La socialdemocracia debía distinguirse del comunismo en sus métodos, mediante la renuncia a la violencia revolucionaria, y en sus objetivos, mediante la renuncia a la destrucción de la propiedad privada de los medios de producción. No estaba desde luego en su ADN, por el contrario, la abdicación a condicionar a través de las reformas (es decir sustancialmente) la lógica del mercado, volviéndola socialmente "virtuosa" y sometiéndola a los imperativos de una constante redistribución del superávit tendente hacia la igualdad.
Al traicionar sistemáticamente su única razón de ser, la socialdemocracia ha estado en crisis incluso cuando ha ganado elecciones y ha gobernado. ¿Cuánto se han reducido las desigualdades sociales bajo los gobiernos de Blair? En nada, si acaso todo lo contrario. ¿Y con Schroeder? ¿De qué puede servir una izquierda que lleva a cabo una política de derechas, si no a preparar el retorno del original?
No resulta difícil, por lo tanto, delinear un proyecto reformista, basta tener como estrella polar el incremento conjunto de libertad y justicia (libertades civiles y justicia social). Es imposible realizarlo, sin embargo, con los actuales instrumentos, los partidos-máquina. Porque pertenecen estructuralmente al "partido del privilegio". No pueden ser la solución porque son parte integrante del problema.

19.10.09

LA MASONERÍA Y EL MOVIMIENTO OBRERO: IMAGOS E IDEAS PARA UNA REFLEXIÓN TEÓRICA



Adjunto enlace a un interesante trabajo de Alberto Valín Fernández, profesor del Departamento de Historia, Arte e Geografía de la Facultad de Historia de la Universidad de Vigo.


13.10.09

Ágora, Alejandro Amenábar e intolerancia católica

Article de Gustavo Vidal Manzanares publicat a El Plural.com (12/10/09)



“La libertad de prensa es uno de los mayores males que amenazan a la sociedad moderna” declaró reiteradas veces el cardenal Pedro Segura al New York Herald Tribune. Sin embargo esta afirmación del purpurado no es original, tan solo recoge el sentir real del catolicismo.
Así, el Papa León XIII ya había manifestado que “es ilegal demandar, defender o conceder libertad de pensamiento, palabra, prensa o culto, como si éstos fueran derechos que la naturaleza ha dado al hombre”. En la misma línea la Enciclopedia Católica (1911) enseñaba que “la Iglesia contempla la intolerancia dogmática no solo como derecho, sino como un deber sagrado”.
No menos inquietantes se ciernen las palabras de otro Papa, Pío VII: “Se propuso una vez que todas las doctrinas religiosas deberían ser libres y sus ceremonias ejecutadas en público. Nosotros los católicos hemos rechazado este artículo como contrario a la ley canónica católica romana.” Obviamente, basta una simple mirada imparcial para advertir que la historia del catolicismo es una cruel sinfonía de fanatismo, odio, intolerancia, superstición, muerte y atraso… Las cruzadas, la Inquisición, la prohibición y quema de libros, la sumisión y denigración de la mujer, la promoción del racismo, el retraso de siglos en la ciencia durante el oscurantismo, el genocidio de pueblos prehispánicos en nombre de la religión, el saqueo del nuevo mundo, el solapamiento de las atrocidades nazis, el encubrimiento de miles de pederastas, la financiación (según muchos) de grupos radicales y terroristas en Polonia durante la guerra fría… en todos estos acontecimientos terribles podremos descubrir la participación de la iglesia católica.
Por consiguiente, poco puede extrañarnos la agitación de sotanas y escapularios conspirando contra la magistral película “Ágora” de Alejandro Amenábar ya que a lo largo de sus escenas bullen dos mundos contrapuestos: la razón y la ciencia encarnadas en Hipatia, la protagonista, y el fanatismo y el odio de aquella religión, mal llamada cristiana.
Sin duda, va a escocer mucho esta película, en ambientes vaticanos, toda vez que desde la butaca veremos desfilar ante nuestras retinas la desigual lucha entre la razón y el fanatismo, la ciencia y la superstición. Desgraciadamente, resulta ingenuo suponer que la iglesia de Roma ha cambiado. Nada más lejos de la realidad. Simplemente se adapta y, agazapada, espera el momento de volver a atacar. A día de hoy, el banderín de enganche lo constituye su oposición al derecho a la interrupción voluntaria del embarazo alegando “la defensa de la vida”.
Pero no hay más que examinar su historia para percatarnos de que la vida les importa un comino. La imagen de algunos Papas (Pío XII, por ejemplo) bendiciendo las ametralladoras, tanques y cañones que arrasarían la vida de miles de hombres y mujeres nos evidencia la hipocresía de tales planteamientos.
En realidad, todavía hoy asistimos a una lucha entre el pensamiento y el sentimiento más visceral; entre la seguridad espuria que deriva de la superstición y la saludable angustia que, no pocas veces, emana del librepensamiento; entre la tolerancia y el fanatismo; entre la integración de los débiles y diferentes o su destrucción; entre la hipocresía y la sinceridad; entre manifestaciones por derechos fundamentales y charlotadas en la plaza de Colón… En suma, entre la joven Hipatia y los ancianos Ratzinger y Rouco Varela.

Agora. De Alejandro Amenabar

Más sobre Hipatia de Alejandria

4.10.09

Del enfermo de Europa, de encuestas electorales y de la necesidad de un cambio



He leído con mucha atención las encuestas electorales publicadas hoy en La Vanguardia y El País.
En resumen: de celebrarse hoy elecciones, el PP ganaría los comicios por un abultado margen de 4 puntos al PSOE y obtendría 169 diputados frente a los 151 de los socialistas y podría formar gobierno con el apoyo de CiU gracias a los 9 escaños que le adjudica el sondeo, a pesar del estancamiento que registran sus expectativas electorales, al igual que las del PNV.
Izquierda Unida, se recupera y obtendría más del 5% de los sufragios, aunque la injusta ley electoral que prima los partidos nacionalistas sólo le aportaría 2 escaños más.
La ínclita Rosa Díez (la Zhirinovsky española) multiplica por cuatro su tasa de voto y su número de escaños, mientras que ERC tiene un leve ascenso y Coalición Canaria, se queda más o menos con sus 2 escaños tal y como estaba.
Las encuestas son eso, solo encuestas, aunque marcan una tendencia.
La respuesta errática del Gobierno ante la crisis le está pasando factura y es palpable el deterioro de la imagen del presidente, que ha asumido, cual Sarkozy ibérico, el liderazgo absoluto del ejecutivo, con todo lo que esto implica.
Nada menos que un 47% de los consultados, apuesta por el adelanto electoral, frente a un 51% que rechaza la disolución de las Cámaras. Incluso uno de cada cuatro votantes del PSOE o Izquierda Unida se inclina por anticipar el calendario electoral.
En otro artículo publicado en La Vanguardia, Enric Juliana acertaba al calificar a España como el nuevo “enfermo de Europa” y lo cierto es que los datos de la evolución económica y las expectativas de salir de la crisis, son datos objetivos que avalan este análisis.
El gobierno, sin ser culpable de la crisis (lo son las letales políticas neoliberales que nos han llevado a todos al desastre), está pagando la factura y esto es motivo de la desafección de sus votantes, mientras que el PP, pese a estar corrompido hasta la médula y ser, sin duda alguna, la peor derecha de Europa, mantiene fidelizados a sus electores, razón que explica sus buenas expectativas electorales, aun cuando Rajoy continua hundido en el lodazal (su popularidad sigue en caída libre), hasta con los suyos propios.
Hasta un 73% de los consultados consideran mala o muy mala la coyuntura, e incluso un 55% de los electores del PSOE enjuicia negativamente la situación política. Es para preocuparse, presidente.
El Gobierno parece haber perdido su capacidad de comunicación con la sociedad y (lo que es peor en estos momentos), el rumbo para sacar al país de la crisis.
No ha calado la idea de que la subida de impuestos la van a pagar los más ricos, y es que vistas las medidas fiscales aprobadas, lo que queda claro (y ya lo dije en otro post), que el impacto del aumento de impuestos va a más a las rentas medias y bajas. No hay que ser un lince para darse cuenta de ello, vaya.
En fin, que nos encontramos en un momento en que, si las cosas no se arreglan, y creo que de aquí a las elecciones, mal vamos, podemos encontrarnos de nuevo con el PP en el poder. Un partido que, en un país normal, con lo que le está cayendo en cuanto a corrupción se refiere, debería tener sus expectativas de voto por los suelos.
Y no, no me olvido del PSOE. En un país normal, debería experimentar también un castigo por parte de los electores, que se empieza a percibir ya por la desafección de sus votantes y que, más allá de las encuestas (que repito, son solo encuestas), empieza a calar hondo.
En medio de este panorama, los nacionalistas, volverán a ser decisivos. La nacional-populista-neocentralista Rosa Diez volverá a pescar en los caladeros del PSOE y del voto de protesta e Izquierda Unida, pese a su crecimiento, volverá a quedarse con una escuálida representación parlamentaria.
En mi opinión, hay que corregir ya esta ley electoral porque ya no sirve y porque mantiene es statu-quo de los dos grandes partidos dejando escaso margen a la renovación política y consolidando la imposibilidad de la emergencia de una tercera fuerza demócrata, progresista laica y liberal que permita centrar la política española y de una izquierda crítica, que sea algo más que un voto inútil.
El carácter decisorio que siempre acaban teniendo los partidos nacionalistas es fruto de nuestra realidad histórica y territorial pero también de la ley electoral y creo que distorsiona el juego entre mayorías y minorías para formar gobiernos. Por eso insisto, es imprescindible modificar la ley electoral para dar a cada partido la representación que se merece en función de los sufragios obtenidos.
Y aunque no sé si el país está por la labor, creo que hoy más que nunca se hace necesaria la emergencia de la tercera fuerza a la que antes me refería, la de un partido demócrata, progresista, laico y liberal que oxigene la política española y canalice muchos de los votos de electores que están hartos de votar en blanco y negro y que ante la desorientación del PSOE y la podredumbre del PP, de la certeza de que votar a Izquierda Unida es tirar el voto, de que con los nacionalistas la alternativa es el “quien da más” o la fantástica alternativa de otorgar su papeleta a esa populista de tres al cuarto de Rosa Díez, el día de las elecciones prefieren quedarse en casa.

27.9.09

DE la anunicada subida de impuestos o de como quedarse a medias



Ayer el Consejo de Ministros aprobó el paquete de medidas fiscales que el Gobierno ha impulsado tras una larga polémica y una estrategia de comunicación del Ejecutivo que se me antoja un tanto errática, indefinida y un tanto torpe.
Desde la izquierda, me sorprende que algunas voces del gobierno socialista hayan expresado repetidamente su satisfacción de que España sea el país que tenga una de las presiones fiscales más bajas de la Unión Europea.
Esto, que sería un clásico en un partido de corte liberal, pero desde una perspectiva socialdemócrata, me parece un tanto sorprendente, ya que la socialdemocracia en Europa se ha caracterizado, precisamente, por haber aumentado la presión fiscal con el fin de expandir y enriquecer las transferencias y los servicios públicos del estado de bienestar que contribuyen a enriquecer la calidad de vida de toda la ciudadanía y reducir las desigualdades sociales mediante un desarrollo del gasto público.
Esto ha sido así en los países con un menor índice de desigualdad una media en torno al 30%, y donde su carga fiscal representa un 52% del PIB. No es casual, sino todo lo contrario que en estos países, sus economías presenten una mayor eficiencia y unas menores tasas de desempleo, que se encuentran entre las más bajas de la UE y la OCDE.
Por el contrario, en los países con una menor carga fiscal y menor gastos público, las desigualdades sociales y el paro son mayores.
España, que se encuentra entre estos últimos, continúa teniendo uno de los estados del bienestar menos desarrollados de la UE, e incluso de la UE-15.
La subida de impuestos anunciada por el Gobierno Zapatero, se mostraba pues como una acción de corrección de esta tendencia enmarcada en la política de aumento del gasto público que ha afrontado el gabinete desde ámbitos distintos en los últimos meses y que han tenido, un efecto positivo, aunque insuficiente, en la desaceleración de la crisis.
La cuestión es clara. Los impuestos son una estrategia de reducción de las desigualdades y de impulso para el aumento de la financiación del gasto social y por tanto, su contribución a la salida de la crisis y a la creación de empleo es positiva.
No obstante, en la subida de impuestos anunciada por el gobierno hay elementos contradictorios y una cierta sensación de temor a hacer lo que se debe hacer.
La supresión de la promesa electoral de una deducción de los 400 € del IRPF, perjudica a las rentas medias y bajas, aunque es cierto que su planteamiento fue erróneo desde una óptica de fiscalidad progresiva al igualar en la deducción a todos los contribuyentes, fuera cual fuera su renta.
La subida anunciada del IVA del 16% al 18% en el tipo general y del 7% al 8%, es por su parte una medida fiscal de corte conservador, ya que afecta al consumo con independencia de la renta. Está claro que es la medida más fácil de tomar aunque no se si la más oportuna en unos momentos en que lo que se necesita es incentivar el consumo para reactivar la economía en un momento de recesión.
La promesa de mantener intacto el tipo del 4% que se aplica a productos básicos es positivo aunque habría que haberse aprovechado la oportunidad para incluir en este tipo hechos imponibles que hubiesen dado a la subida del IVA un sesgo más social.
Es positivo el anuncio de una rebaja fiscal que beneficia a las empresas. Se trata de una reducción de cinco puntos (del 25% al 20%) en el impuesto de sociedades para las pequeñas y medianas empresas que mantengan el empleo o lo incrementen.
Para acogerse a esta reducción, deberán tener menos de 25 trabajadores y facturar un máximo de 5 millones de euros. Asimismo se anuncia que se articulará una medida similar en el IRPF para los autónomos.
¿Y que pasa con las rentas más altas?. ¿Qué medidas prevé el gobierno para redistribuir la renta de los más ricos hacia una reducción de las desigualdades?
Pues bien, la única novedad que se atiene claramente al principio de que las rentas altas hacen el mayor esfuerzo corresponde a la tributación del capital.
Este impuesto recupera cierta progresividad respecto a los cambios introducidos en 2007, pues quienes declaren rendimientos del ahorro inferiores a 6.000 euros (el 94% de los contribuyentes con rentas del capital, según los datos de Hacienda) pagarán desde 2010 un 19%, frente al 18% actual. Para los de mayores ingresos, la subida llegará al 21%. La incidencia de esta medida será escasa ya que esos cambios elevarán la recaudación sólo 800 millones de euros.
Por lo pronto eso es lo que hay.
Pienso que el Gobierno, en tiempos de crisis tiene que pedir un esfuerzo adicional a los más ricos (hago mías las palabras del Presidente y de los altos dirigentes del PSOE) aunque por lo que se ve, la subida anunciada de impuestos es un pack en el que el impacto mayor se lo llevarán las rentas medias y bajas y donde la asignatura pendiente de la reducción de la desigualdad vía progresividad fiscal, es parcial, se enfrenta con poca valentía política y deja indemnes, o casi, a las rentas más altas.
Como dijo en su día el Presidente Franklin D. Roosevelt, “hasta ahora sabíamos que la excesiva acumulación de riqueza, resultado de la avaricia, era un mal moral. Ahora sabemos que es también un mal económico”.
Una oportunidad perdida en la que el Gobierno ha demostrado tener una escasa cintura socialdemócrata, la única alternativa, tras el palmario y rotundo fracaso de las recetas neoliberales (causantes únicas del desastre en el que nos encontramos), para salir de esta crisis.

22.9.09

Malditos Bastardos





El domingo pasado, en medio de una lluvia torrencial, fuimos a ver Malditos Bastardos, la última peli del Tarantino.
Debo decir que mi ánimo no era en exceso entusiasta y después de hacer cola bajo la lluvia un buen rato y sin paraguas, mi humor estaba para pocas hostias, pero tras la proyección, a Dior pongo por testigo que flipé y Yo Confieso que si el proyeccionista hubiera caído fulminado por un coma etílico y la hubiera pasado otra vez el muy bendito, me la habría tragado de nuevo, enterita, toda ella.
Si Pulp Fiction me dejó frío, si Jackie Brown me pareció pasable, si Reservoir Dogs se me antojó bien llevada (alabado sea el Cine Negro!) y si Kill Bill me divirtió (los comics son mi debilidad…), Malditos bastardos, me dejó pasmado, estupefacto, absolutamente incapaz de reaccionar y sin posibilidades de racionalizar mínimamente la hemorragia de genialidad que estaba viendo.
Malditos bastardos es el mejor ejemplo de que Tarantino es un absoluto genio freaky que hace y deshace lo que le sale de los cojones y llega al súmmum surrealista hasta permitirse la licencia de pasarse la Historia por el forro.
La utilización de la música, 10 sobre 10.
Pasando de todo, el tio nos mete la música del film El Álamo (de la versión de John Wayne), las sintonías más melifluas y almibaradas de Ennio Morricone y hasta una canción de David Bowie escrita para la versión de Cat People, en el contexto de un film sobre la ocupación nazi de Francia y la actuación de un genial grupo de élite mata-nazis formado por judíos americanos y un soldado alemán psicópata, encabezados por el pirado teniente Aldo Raine, un genial Brad Pitt, que se dedican a cortar las cabelleras de los nazis que liquidan, así, a la usanza apache.
Con una enorme cantidad de guiños, como el de que uno de los soldados de Raine se llame Hugo Stiglitz (director de series Z europeas), o que el cabo alemán, héroe de guerra se apellide Wicki (como Bernhard Wicki, responsable de unos cuantos filmes bélicos con pretensiones), que la protagonista femenina, la joven judia Shoshanah se haga llamar Mimieux (como la olvidada actriz Yvette Mimieux) y que en pleno delirio, uno de los miembros de la patrulla judeo-apache se haga pasar por Antonio Margheriti, un realizador todoterreno del cine europeo de los 50 y 60.
Detalles como el del soldado que incorpora el director Eli Roth (protegido de Tarantino en Hostel) destrozando cabezas nazis con un bate de béisbol o las reflexiones del mamonazo del héroe nacional del ejército alemán, el soldado-actor interpretado por Daniel Brühl, en torno a Max Linder y Charles Chaplin, no tienen pérdida.
Y por cierto, el actor Christoph Waltz, que protagoniza al pérfido, sádico e irónico hasta el vómito oficial de las SS Hans Landa, marca la pauta en toda la peli, desde el principio, con la pavorosa escena de la conversación entre el nazi y el campesino francés que tiene escondida en el sótano de su casa a una familia judía hasta el mismísimo final. Un actorazo de cojones!
Ah! y la escena de la venganza judía en el cine cuenta con una imagen poderosísima: la del rostro de mujer que cobra fantasmal vida emergiendo de una pantalla cinematográfica devorada por el fuego. Pura orgía de expresionismo alemán!. Bendito Sea!
En fin, que Malditos bastardos no tiene pérdida, vamos!
Es una absoluta y surrealista genialidad y es pecado mortal no ir a verla.

20.9.09

Viajeros románticos a Oriente: Delacroix, Flaubert y Nerval


Article d'Isidoro Reguera (El País: 19/9/2009)

Los escritos de viajeros ilustrados del siglo XVIII son prototipos de descripción analítica de hechos observados. Los de los románticos del XIX, de narración de una experiencia interior, tanto más fuerte si la provoca algo exótico: un curioso encuentro consigo mismo en la exterioridad y la diferencia; recolecciones egocéntricas de experiencias en busca de inspiración. Si a alguien, a pesar de su innegable interés, le resultan a veces un tanto embarazosas las efusiones íntimas de la literatura romántica de viajes, este libro le ayuda a sobrellevarlo.
Un libro sabio e inteligente, de agradable y provechosa lectura además.
¿Por qué?
Primero, porque obviando razonadamente a los pioneros y clásicos en la materia, Chateaubriand o Lamartine, elige muy bien los ejemplos de su análisis, todos ellos personalidades geniales, muy diferentes y características: Delacroix, el color "dantesco" del romanticismo; Flaubert, el gran "educador" crítico de la burguesía anodina, y Nerval, el "desdichado" vagabundo entre vida y sueño. Todos abren futuro: impresionismo, realismo, surrealismo. Y presentan diferentes modalidades de viaje, y narración suya: diario, correspondencia, novela, reportajes periodísticos y recopilación literaria de ellos.
Segundo, porque enmarca viajeros y viajes, dentro de un contexto académico culto y sugestivo, en lo que hoy se llama "historia cultural", menos canónica y convencional, más real y efectiva para acceder al supuesto "espíritu" de una época que la acostumbrada.
El hilo conductor es el enfrentamiento a la posición ilustrada o la polémica con el clasicismo en la búsqueda de nuevas formas, cuestión que abre Delacroix y siguen Flaubert y Nerval. Y los criterios de análisis giran en torno a tres conceptos ya de por sí atractivos: Viaje, Oriente y Romanticismo, cuya dialéctica resulta, además, brillante y esclarecedora.
El Romanticismo, como un sueño melancólico que, ligado al pasado y al mito, imagina, sin embargo, revolucionariamente el futuro desde esa melancolía.
Oriente: uno de los lugares privilegiados en el que se perfila la mirada ensoñada e idealizada del romanticismo; ese Oriente, del que, mucho antes, en 1160, otra visionaria, Hildegard von Bingen, decía en Tréveris "que ilumina al mundo entero y que es como el espejo de la luz".
Y el Viaje mismo, que, incluso como metáfora, está en el centro de lo romántico: desde la orilla del mar friedrichtiano la mirada romántica se fija y expande en las nubes. Detrás de ellas queda Oriente. Sólo hay que salvarse del naufragio.