27.7.08

En Busca de la Luz


(publicat al blog "La Masonería Explicada")

¿Cuándo y por qué nace la Francmasonería?
Es cierto que hoy está comúnmente admitido que esta tiene un origen formal, al menos en la forma en que se la conoce en la actualidad, a principios del siglo XVIII y que lo hace como hija o heredera de ese siglo, el Siglo de las Luces, que vendrá a significar un punto de inflexión en la historia de la cultura humana en su camino hacia la libertad y la Luz.
Lo cierto es que Ilustración y Francmasonería, operando en el mismo espacio y tiempo se reforzaron mutuamente. La Francmasonería con su evolución durante el siglo, se convirtió en un potente medio canalizador de las nuevas ideas, el Siglo de las Luces con sus concepciones antropocéntricas, modificó, al menos en parte, la forma de entender los principios francmasónicos subrayando los principios de la razón, el humanismo y la ciencia.
Ahora bien, la historiografía masónica, demasiado centrada en un punto de partida establecido en el nacimiento de la primera Gran Logia de Londres en 1717, no puede dejar de observar en qué medida existe una continuidad filosófica, y un vínculo cierto en los acontecimientos que se suceden entre la recuperación de una concepción clásica de la razón y la ciencia operada en determinados círculos humanistas y artísticos del renacimiento italiano y el propio nacimiento de la francmasonería moderna y cómo en algunos gremios renacentistas inmersos en un escenario de fuertes controversias políticas y religiosas, comenzó a tomar cuerpo una estrategia, en la que la transmisión del conocimiento, “la luz”, tendría, más allá de una utilidad meramente profesional, la finalidad de una agenda política de emancipación. (1)
¿Qué significado tiene la “Luz” en el periodo de la Ilustración?
Quizá lo que mejor caracteriza este periodo es la confianza en el poder de la razón humana. Se llegó a asumir que mediante un uso juicioso de la razón, un progreso ilimitado sería posible. Se confiaba en que a través de una educación apropiada, la humanidad podía ser modificada para mejorar. Se otorgó un gran valor al descubrimiento de la verdad a través de la observación de la naturaleza. Se pensaba que las aspiraciones humanas no deberían centrarse en la próxima vida, sino más bien en los medios para mejorar las condiciones de la existencia terrena. La libertad y la felicidad mundana, por lo tanto, fueron antepuestas a la salvación religiosa.
Ahora bien, más que un conjunto de ideas fijas o una doctrina, la Ilustración implicaba una actitud, unmétodo de pensamiento, una formar distinta para la búsqueda de la verdad. De acuerdo con Kant, el lema de la época sería “sapere aude” “atrévete a saber”. Surgió un deseo de reexaminar y cuestionar las ideas y los valores recibidos. La nueva concepción ilustrada traería consigo un cambio absoluto de paradigma tanto en lo político, como en lo cultural, en lo económico o en lo social, forjando la modernidad, y conduciendo tras las declaraciones de Derechos y, sobre todo, la Revolución Francesa a la caída del Antiguo Régimen.
Aplicando una lente al rayo de Luz
La física nos define la Luz, como una radiación electromagnética que es percibida por nuestros ojos cuando alcanza una determinada longitud de onda. Existen diversas frecuencias de onda que generan un tipo de luz que no alcanzamos a ver.
Hoy sabemos que la imagen de lo que vemos no procede de nuestros ojos ni tampoco en última instancia de los objetos que observamos, sino de la proyección sobre esos objetos de la luz emitida por un foco, en nuestro caso el sol, cuyos rayos, al rebotar en los objetos, y dependiendo de las características de éstos, rebotarán proyectando hacia nuestros ojos una imagen determinada.
En el caso más sencillo, el rayo de luz viaja en línea recta desde el foco emisor hasta el objeto y, rebotando en este, llega hasta el órgano receptor. Esto es lo que denominamos reflexión.
Existen superficies y objetos que absorben la mayor parte de las radiaciones luminosas que les llegan. Estos objetos se ven de color negro –permanecen ante nosotros en la oscuridad-. Otros tipos de superficies y objetos, absorben sólo una determinada gama de longitudes de onda, reflejando el resto que aparecerá ante nuestros ojos con distintos colores.
Por último, existe la posibilidad de interferir entre el foco emisor y el receptor, cuerpos transparentes, lentes capaces de reflejar parte de los haces luminosos mientras que otra parte son desviados en una dirección distinta en función de su forma. Es lo que se denomina refracción. Estas lentes a veces funcionan como los espejos de las ferias que distorsionan, engrandecen o disminuyen la imagen proyectada mostrando imágenes grotescas de la realidad.
Pues bien, en el proceso del pensamiento, la lente que media entre el foco de luz y el objeto observado no es otra que la razón, el juicio crítico, la capacidad especulativa, (del lat. speculum, espejo).
En el proceso especulativo, el foco que proyecta su luz sobre el objeto de su atención es la conciencia. Dicha luz retornada tras su paso por la lente de la razón, devolverá una imagen más o menos límpida o distorsionada de la realidad.
La clave, en el caso del pensamiento humano, es que el foco emisor es el mismo que el receptor y, al igual que los rayos del sol, multiplican su potencia cuando se ven reflejadas sobre un espejo, la luz de nuestra conciencia, reflexionando sobre la realidad y mediatizada por el espejo de la razón, es capaz de multiplicar su potencia produciendo un cada vez mayor despertar de la propia conciencia haciendo aparecer ante si nuevos escenarios de la realidad inexplorados o invisibles hasta entonces.
Al igual que ocurre con los rayos del Sol, nosotros no somos capaces de percibir nuestra capacidad conciente más que cuando la proyectamos sobre nuestro entorno. Por último, y al igual que existen tipos de rayos solares que nuestros ojos no están capacitados para detectar, si no nos valemos de instrumentos adecuados, existen conocimientos subconscientes, intuitivos que no somos capaces de proyectar hacia el exterior y, por tanto de percibir y potenciar, si no es mediante la utilización de lentes distintas a la razón, este es el papel que han jugados las artes en las capacidades humanas.
La conciencia, combinación creativa de inteligencia e imaginación, de genio y audacia, es la Luz que los hombres del siglo XVIII consiguieron despertar de forma colectiva sintiéndola y potenciándola como un rayo vivificador y liberador.
El Siglo de las Luces concluyó con la Revolución Francesa.
Desde la época del Terror hasta la del actual Terrorismo, de justificaciones revolucionarias, nacionalistas o religiosas, pasando por las guerras de independencia o las dos guerras mundiales, bien fuera por la reacción de aquellos quienes habían perdido gran parte de sus privilegios como consecuencia de las ideas ilustradas, bien por los excesos cometidos en una u otra dirección por los mismos que se vieron beneficiados por tales ideas, lo cierto es que la mayoría de los acontecimientos durante los siglos XIX y XX se han empeñado en contradecir, hasta prácticamente limitarla al espejismo de una ilusión imposible, la confianza en el progreso del género humano y la razón como herramienta para la búsqueda de la verdad.
En todos los casos, hay que decirlo categóricamente, no ha sido la estrategia de la ilustración en pos de la libertad y la felicidad humana la que se ha mostrado equivocada, ni el Humanismo ilustrado el que debe ser rechazado, como pretende la visión postmoderna y demuestra el resurgir de lo místico, por habernos expuesto a las oscuridades que amenazan nuestro tiempo. Ha sido más bien el uso inadecuado de unas lentes empañadas por las huellas de la ignorancia, las ambiciones y los fanatismos, el que ha generado una distorsión de la luz que debía haber traído a nuestras conciencias, mostrando al hombre lo peor de si mismos.
No es limitando el uso de la razón, ni renunciando a nuestra libertad, como recuperaremos la confianza en el futuro. La luz sigue siendo la misma y sigue estando en el mismo lugar, pero ahora no siempre nos ilumina.
Es responsabilidad del ser humano, gestionar su propia libertad, individual y colectiva. El proceso de emancipación humana, que recibió su espaldarazo político durante los siglos XVIII al XX, pone al hombre en el reto de trazar su propio destino sin juicios postreros, ni pecados, ni perdón, más allá del peso de su propia responsabilidad. La libertad requiere de conocimiento y el conocimiento es Luz, pero una vez iluminado por una mayor conciencia de sí mismo y de sus potencialidades, es preciso asumir las consecuencias que supone el ejercicio de tal libertad con plena responsabilidad.
El espejo con el que proyectamos nuestra conciencia, la razón, debe ser pulido para que pueda reflejar de forma precisa las potencialidades y límites de nuestra realidad. Nuestras conciencias deben dirigirse proyectándose de forma responsable sobre la realidad que nos afecta aquí y ahora, para una vez esclarecida, alumbrar el siguiente paso en el camino del hombre, ayudándole a vencer todas las oscuridades y a adquirir la confianza necesaria para andar con rumbo cierto, dejando atrás el lastre de tradiciones, valores y modelos, cuando se han vuelto obsoletos, inútiles y pesados.
La consecuencia final de esta reflexión no es por tanto responder a la cuestión de qué es la Luz hoy, sino en que dirección debemos aplicar el foco de nuestra conciencia, para iluminada por la razón, ser capaces de percibir un nuevo horizonte de esperanza, el nacimiento de una nueva humanidad, mejor y más esclarecida.
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(1) Leonardo da Vinci, como pintor, arquitecto y humanista gibelino (contrarios al poder del papado) tendrá influencia en la política del rey ilustrado francés Francisco I, y en la creación del Colegio de Francia.

La crisis de la era conservadora



Article de Marc Bassets publicat a "La Vanguardia" (27/07/08)

El ocaso de la presidencia de George W. Bush ha dejado maltrecho al movimiento conservador, hegemónico en Estados Unidos en los últimos cuarenta años. Historiadores y estrategas políticos ven cercano el fin de la era de dominio republicano, que empezó con la llegada al poder de Richard Nixon en 1969 y, con los paréntesis de los demócratas Jimmy Carter y Bill Clinton, se ha prolongado hasta ahora.
A falta de tres meses para las elecciones presidenciales, nada está decidido.
Los sondeos, aunque dan ventaja al demócrata Barack Obama sobre el republicano John McCain, no son concluyentes. Pero el desánimo cunde en las filas conservadoras.
Tras el fracaso de la presidencia de Bush, con la que pocos quieren identificarse ya, cada vez más voces piden reformular el mensaje y actualizar las ideas. Por ejemplo, acentuado los tonos sociales y medioambientales.
En un artículo reciente en el diario conservador The Wall Street Journal,la influyente Peggy Noonan, que trabajó en la Casa Blanca de Ronald Reagan, el apóstol del movimiento, lamentaba que los republicanos hubiese "dilapidado" cuatro décadas de liderazgo. "El Partido Republicano sufre una crisis de identidad, una explosión a la luz del día, además de una angustia existencial adolescente", ha escrito el estratega republicano Alex Castellanos en la revista National Review,órgano intelectual de los conservadores.
Al desastre de Iraq y una economía al borde de la recesión se añaden cambios demográficos y sociales - entre otros, la inmigración y la pujanza del voto joven- que pueden alterar las mayorías estables de las últimas décadas.
La guerra y el fenómeno Obama han servido a los demócratas para incrementar su base y arañar en la republicana. En cambio, "desde el 2004, el Partido Republicano ha perdido terreno en casi todos los frentes demográficos y geográficos", constataban hace unos días, en un artículo, Ross Douthat y Reihan Salam, autores del libro Cómo los republicanos pueden ganarse a la clase obrera y salvar el sueño americano.Esta semana, en una librería cerca de la Universidad de Columbia, en Nueva York, un grupo de intelectuales vinculados a la revista Dissent - órgano, desde hace décadas, de la izquierda socialdemócrata estadounidense- debatieron sobre la era conservadora y su ocaso. "Íbamos a titular el coloquio El final de la era conservadora,pero al final hemos añadido un interrogante. Hemos sufrido tantas derrotas y decepciones...", dijo al comenzar el veterano filósofo Michael Walzer, autor de Guerras justas e injustas y director de Dissent.
El nacimiento de la era conservadora va asociado a la lucha por los derechos civiles en los años sesenta y a las turbulencias de esa década. Los demócratas perdieron el sur blanco, que hasta entonces había sido un feudo demócrata inexpugnable, después de aprobar las leyes antisegregación. Al mismo tiempo, los disturbios raciales y estudiantiles alejaron a las clases trabajadoras blancas del Partido Demócrata, lo que sentó las bases para la hegemonía republicana. "A mediados de los sesenta el movimiento conservador pasó de ser un movimiento de elite a ser antielite", dijo, en el coloquio, el historiador Joshua Freeman.
En su opinión, la era conservadora no empezó realmente hasta 1980, cuando Reagan llegó al poder y desmanteló el Estado del bienestar heredado del new deal de Roosevelt. "El movimiento conservador era un movimiento social e intelectual. Que se acabe dependerá de que haya un movimiento social e intelectual progresista. Y creo que no tenemos ni uno ni otro", apuntó Walzer. Lo cierto es que el movimiento conservador - un amalgama que incluye desde neocon hasta fundamentalistas cristianos, pasando por los conservadores tradicionales- ha transformado Estados Unidos, y, gane quien gane las elecciones de noviembre, en muchos de estos cambios no hay marcha atrás. "Nunca volveremos a tener el Estado del bienestar", lamentó el historiador David Greenberg, quien, sin embargo, cree que algunas ideas progresistas, como el matrimonio gay, cuentan hoy con un consenso social impensable hace unos años.
Dogmas conservadores - plenamente asumidos y desarrollados por los demócratas en los años noventa- como el libre mercado también se tambalean. En los últimos meses, el Gobierno de Estados Unidos y la Reserva Federal se han visto obligados a rescatar entidades financieras en dificultades. "Esto es socialismo", se ha quejado algún legislador republicano.
Tras años de desmadre en Wall Street, el debate para regular mejor los mercados está al orden del día. Paralelamente, la crisis económica y los miedos a la globalización alimentan los discursos proteccionistas en materia comercial. Si la era conservadora se asocia a las divisiones - políticas y culturales- que afloraron en los sesenta, su fin supondría también el fin de estas divisiones enconadas. Y, precisamente, el demócrata Obama se presenta como el candidato post-68, el único capaz de cerrar las heridas de los últimos cuarenta años y de reconciliar a las dos Américas. De momento, los republicanos han dejado de ser un referente en Europa, según el conservador David Brooks, columnista de The New York Times.
Brooks menciona a los conservadores británicos de David Cameron, "que han superado el thatcherismo", y "no sólo hablan de la guerra y el crecimiento económico", sino también del medio ambiente. Pero podría referirse a los españoles.
También estos han dejado de tener en Bush un referente, y parecen mirar a otras latitudes.


21.7.08

¡Así se defiende la Laicidad!

La larga historia de escándalos en Francia relacionados con el velo islámico, de casi 20 años, vivió hace unos días un episodio más, tras la decisión del Consejo de Estado de privar de la nacionalidad francesa a una inmigrante marroquí por el mero hecho de vestir un burqa.
En su sentencia del 27 de junio pasado, el tribunal supremo administrativo francés dio la razón a los jueces y funcionarios que, anteriormente, habían privado de la nacionalidad francesa a la marroquí Faiza M., madre de familia instalada desde hace años con su marido en el departamento de Yvelines, en la periferia suroeste de París.
El Consejo de Estado estimó que eso de llevar todo el cuerpo cubierto, y sólo los ojos descubiertos, demostraba “una práctica radical de la religión incompatible con los valores esenciales de la comunidad francesa, especialmente con el principio de la igualdad de sexos”.
La viceministra de Asuntos Urbanos, Fadela Amara, expresó inmediatamente el apoyo del Gobierno de Sarkozy a la decisión. E incluso elevó la subasta, al permitirse hablar del velo como “una prisión o una camisa de fuerza”. Hasta el secretario del Partido Socialista, François Hollande, expresó su satisfacción.
Lo menos que se puede decir es que esos aplausos demuestran una unanimidad total de la inmensa mayoría de la clase política francesa en torno a una idea: las manifestaciones de religiosidad que mezclan islam y feminidad son sistemáticamente interpretadas como “incompatibles” con la “comunidad francesa”, por ser juzgadas, sea cuales sean las circunstancias, como una forma de sometimiento de la mujer.
Veinte años después del primer escándalo relacionado con el velo islámico, tras varios decretos y una ley de prohibición de signos religiosos “ostentatorios” en establecimientos escolares, las principales fuerzas políticas francesas han alcanzado un consenso sobre laicidad: sólo los símbolos musulmanes extremos son “ostentarios” e “incompatibles” con una supuesta “comunidad francesa”. Los otros, no.
El consenso sobre la necesidad de preservar la laicidad en Francia es prácticamente total desde la ley de 2004 que prohíbe el “porte ostentatorio” de signos religiosos en las escuelas públicas o bajo contrato con el Estado.
Esta valiente medida en defensa de la laicidad y de los valores republicanos debería hacer reflexionar seriamente a nuestros políticos a este lado de lo Pirineos y más, cuando día si y día también observamos con desagrado la timidez (¿cobardía?) con que los partidos políticos (y me refiero concretamente a los de la izquierda y en especial al PSOE, aunque me duela decirlo) hacen frente a sus ineludibles compromisos en el alineamiento claro y rotundo en la defensa inequívoca de la laicidad.
El principio de Igualdad exige (si uno cree realmente en él) ser inflexible frente a cualquier manifestación de discriminación entre hombres y mujeres, y la Libertad nunca puede ser un refugio que justifique la libertad de expresión de sus enemigos (lease integristas musulmanes o católicos, que como todos sabemos tanto da porque los extremos se tocan).
No hemos estado luchando en Europa por los valores de la Ilustración desde hace siglos para acabar substituyendo el totalitarismo de la Cruz y el Cura por el de la Media Luna y el Imam.
En definitiva: VIVE LA FRANCE!!!

12.7.08

Pintures del món flotant


Avui he tingut ocasió de visitar l'exposició de gravats Ukiyo-e a La Pedrera.
Pels amants de la cultura oriental i la japonesa en particular, aquesta exposició no té preu.
Us la recomano fervorosament.

3.7.08

Restos del Franquismo Eclesiástico


Alberto Moncada.
Publicat a elplural.com (3/7/08)

España tiene peculiaridades sociales que no tiene el resto de Europa, por ejemplo, la intromisión de los obispos en la vida política.
En el resto de los países europeos que incluyen, la mayoría de ellos, la educación para la ciudadanía en su curriculum escolar, no sería inteligible que los obispos invitasen a los fieles a oponerse a ella e incluso alentasen la desobediencia a una ley aprobada por el Congreso. Ni en Francia, ni en Alemania, ni siquiera en Italia donde está domiciliado el Vaticano, centro de esa burocracia, se han atrevido los obispos a comportarse como sus colegas españoles Claro que tambien en España tenemos un partido conservador, con bastantes reliquias franquistas, que colabora entusiásticamente a esa intromisión episcopal y, en algún caso, como en la Comunidad valenciana que gobierna, hacen burla del precepto decretando que la asignatura se imparta en inglés.
Los obispos españoles, que formaban por derecho propio parte de las Cortes franquistas, reaccionan frente a la progresiva disminución de la práctica del catolicismo y a su propia irrelevancia social, con un empeño persistente en participar en política sin legitimación democrática y aunque nadie discute que puedan aconsejar a sus fieles a ese o a cualquier respecto, lo que es incompatible con el orden constitucional es que se arroguen la misma potestad de vigilancia moral que el franquismo les concedía. La moral ciudadana se convierte en ley ordinaria por consenso cívico sin legitimaciones externas. La moral democrática considera obligatorio el pago de los impuestos que la moral eclesiástica considera leyes meramente penales, es decir, que no obligan en conciencia. Si uno prueba a confesarse de haber engañado al Fisco verá que del confesionario no sale ningún reproche moral.
La equiparación gubernamental del decreciente catolicismo a otras confesiones que aumentan o se mantienen, como el protestantismo, el judaísmo y, sobre todo, el islamismo, sigue sacando de quicio al episcopado español que protesta porque el Gobierno reconozca un hecho sociológico.
En todo caso, el asunto más peliagudo, y que muestra la extrema pereza del Gobierno socialista al respecto, es que el clero siga siendo costeado por los contribuyentes y tambien muchas de las actividades eclesiásticas so pretexto de su cometido benéfico. Las ONGs laicas realizan esas mismas acciones y, sobre todo, el Estado bienestar está sustituyendo al voluntarismo de las obras de misericordia.
El tema educativo sigue también complicado y plantea confrontaciones como la insistencia de los dueños confesionales de escuelas concertadas que se obstinan en separar a los varones de las hembras en las aulas. De hecho, la doctrina europea de que la educación pública sea para todos y la privada para quienes la paguen quebró con la introducción de la concertada, fruto del pacto de la transición, que supone un uso indebido de fondos públicos y una demora “ad calendas graecas” de la europeización de nuestra educación primaria.
Con el fin de presentar un perfil fiscal beneficioso, los obispos españoles se niegan a borrar de sus registros a quienes, bautizados sin su consentimiento, se niegan a seguir siendo católicos y hacen de la apostasía un procedimiento enojosísimo, entre otras razones porque, si se generaliza, la cuenta de ingresos, a tanto por católico, disminuiría notablemente.
Pero esta obsesión con el dinero siempre ha sido eclesiástica y produjo, entre otros efectos, la protesta luterana contra la venta de indulgencias. Es sabido que la prohibición de casarse de los clérigos se debe, sobre todo, a que sus hijos heredarían el patrimonio de sus padres y la Iglesia prefiere que sus clérigos disfruten de una vida sexual libertina a que se casen y generen derechos para su descendencia. Claro que esto no es cosa del franquismo sino bastante anterior. El franquismo nos imponía a los bautizados el matrimonio canónico y la potestad única de la Iglesia para anularlo. Ambos se los ha llevado la trampa en menos de treinta años.