30.9.07

'Eppur si muove'



Article de Miguel Ángel Jiménez Clavero (El Pais - 28/09/2007)

Siglos de intolerancia religiosa no se borran en un día, ni en un mes, ni siquiera en un curso escolar. La Iglesia católica no reconoció oficialmente que la Tierra giraba alrededor del Sol hasta 1822, es decir, 279 años después de que Copérnico lo defendiera, 222 años después de que Giordano Bruno fuera quemado en la hoguera por defender esta idea, y 189 años después de que Galileo fuera condenado a abjurar de ella y a no enseñarla a sus alumnos.
Hoy día en España la Iglesia católica pide a sus fieles que se rebelen contra una asignatura sobre ciudadanía que, a semejanza de lo que ocurre en otros países europeos, deberán estudiar los jóvenes en la escuela. Al parecer, a la Iglesia no le gusta que la sociedad civil invada lo que considera sus dominios. No le gustó que lo hicieran ni Copérnico, ni Bruno, ni Galileo. Aquella idea no debía conocerse, ni difundirse, había que detenerla. Pero se abrió camino, primero despacio, luego triunfante ("Eppur si muove").

24.9.07

Ley de Memoria: Adequaetio aut dissolutio, Sres. Obispos

Publicat a "Elplural.com" (24/9/2007)
La política de confrontación galopante contra el Gobierno de España de la asociación de creyentes ICAR, Iglesia Católica Apostólica Romana, está llevando al esperpento a sus portavoces de la Conferencia Episcopal, ante los ojos de las iglesias católicas europeas y el resto de las religiones que conviven en paz en nuestro país. Su incapacidad demostrada de adecuación al sistema de libertades y a las aspiraciones y nuevos derechos de la ciudadanía podría ser la causa primera del proceso de su disolución paulatina.

La inadecuación social que la asociación ICAR viene exhibiendo estos días, en forma de llamamientos a la objeción, es una muestra de las carencias que, desde el punto de vista del amor fraterno, viene arrastrando la Iglesia desde los años treinta del siglo pasado, en que solo se compadeció de la mitad de la población española, cuyos crímenes de lesa humanidad conoce y, a día de hoy, siguen en la Impunidad.
Esa demostrada falta de caridad global, diríamos hoy, universal, la arrastran hasta nuestros días, sin que hayan editado la más mínima autocrítica, cuando menos de la condena del Genocidio de post-guerra contra los prisioneros republicanos, ciento noventa y dos mil seiscientos cuarenta y ocho seres humanos, documentados por el Ex-Fiscal anticorrupción, D. Carlos Jiménez Villarejo. ¿Cómo tienen la impostura de declararse ellos mártires, cuando fueron verdugos no solo de 1934 a 1939, sino desde la herejía albiguense, los cátaros, la Inquisición, la expulsión de hispano-musulmanes, hispano-hebreos, gitanos y gentes de mal vivir, decía el Decreto de Expulsión de los Reyes Católicos, los depósitos de armas en criptas, sótanos, trasaltares, o campanarios, entre los años 1934 y 1939, precisamente?
Voces muy autorizadas, como las del psiquiatra Carlos Castilla del Pino, el filósofo Fernando Savater, el jesuita Castillo, Jon Sobrino, o los sacerdotes partidarios de la teología de la liberación, de El Salvador o de la Iglesia de San Carlos Borromeo de Vallecas han sugerido a la asociación de creyentes ICAR el desarrollo inapelable de esa autocrítica pública, sin la cual podría ser que la ICAR se quedara fuera del juego limpio que la ciudadanía exige y las leyes obligan.
La mediación de la Iglesia Católica Apostólica y Romana ante el Partido Popular, a los que tradicionalmente forma y educa, para adecuarse -como buenos cristianos- al estudio respetuoso del articulado de la Ley de Memoria, que emana de la ciudadanía representada en el Congreso de los Diputados, sería el trascendental servicio que podría situar de nuevo a la Iglesia como la gran pacificadora, la protagonista de ese recapacitar de la derecha española que les haría mejores y mas constructivos para la democracia.
Debería la Iglesia tirar la primera piedra, adelantarse a los partidos y provocar el inicio del fin de la entropía, de la justicia pendiente, de la corrupción inmobiliaria, que, según el sociólogo Vidal-Beneyto, enturbia la democracia española.
Pero a la Iglesia le queda poco, muy poco tiempo, para reaccionar en positivo, para desarrollar sus trabajos diplomáticos: la Excma Sra. Vicepresidenta del Gobierno de España, Maria Teresa Fernández de la Vega, ha anunciado que se propone presentar su ponencia en el Congreso de los Diputados, sede de la soberanía nacional, a mediados de la semana que entra. ¿Saldrá la Iglesia en defensa de los derechos, en esta ocasión? Si así fuera, estaríamos verdaderamente en presencia de un milagro de la caridad cristiana.

21.9.07

Un compomís ètic inajornable: Llei de la Memòria Democràtica


MANIFEST

Han transcorregut gairebé cinc anys des què el Congrés dels Diputats va condemnar el cop militar que, l’any 1936, va determinar la guerra civil i la posterior implantació de la Dictadura.
Han passat tres anys des què el Govern central va decidir estudiar “la situació dels que, com a conseqüència del seu compromís democràtic, van patir actuacions repressives durant la guerra civil i el franquisme i fins la restauració de les llibertats democràtiques”.
Ha transcorregut un altre any des què el Govern central va presentar el Projecte de Llei del que ja no s’anomena, com s’havia fet, “per a la recuperació de la memòria històrica”.
El Projecte, manifestament insuficient, continua sense tramitar-se quan està a punt d’esgotar-se la legislatura.
El nostre Estat social i democràtic de Dret, la societat democràtica, les associacions cíviques i, sobre tot, les víctimes “que van patir la repressió de la dictadura franquista” ja no poden esperar més.
El Govern i els Grups parlamentaris han de saber que si durant els propers mesos el Projecte, abastament reformat, no s’aprova, no hauran volgut, com diu el Preàmbul, “tancar les ferides encara obertes entre els espanyols”.
L’aprovació de la Llei és la condició per superar definitivament situacions discriminatòries que encara pateixen el que “havent-se esforçat per aconseguir un règim democràtic” van ser injustament perseguits i sancionats, fins i tot, fins a perdre la vida.
El Govern i les forces polítiques saben que no seran reparats i rehabilitats fins que no s’adoptin les “mesures legals”anunciades l’any 2004. Fins aleshores, no podran ser considerats ciutadans de ple dret.
Per tot això, reclamen del Govern i de tots els Grups parlamentaris la tramitació i aprovació de la Llei sempre que s’ajusti a les següents exigències mínimes:

1. Coincidint amb els acords adoptats pel Consell d’Europa i la posició majoritària del Parlament Europeu, la condemna formal de la dictadura franquista, com a règim imposat per la força de les armes contra la voluntat popular, caracteritzat per la sistemàtica i generalitzada violació dels drets humans.

2. Declarar pública i solemnement que tot l’aparell repressiu del franquisme –Consells de Guerra i Tribunals especials- i la seva actuació, per motius ideològics o polítics, va estar viciada de soca-rel per la seva il·legitimitat d’origen i per la mancança de totes les garanties i drets propis d’un judici just, il·legitimitat i il·legalitat extensible a totes les seves resolucions i sentències.

3. La declaració anteriors, sens perjudici de les accions judicials individuals, ha de fonamentar que el Ministeri de Justícia i el Fiscal General de l’Estat, d’acord amb l’ordenament vigent, impulsin i plantegin davant el Tribunal Suprem els recursos pertinents per obtenir la declaració de nul·litat de ple dret de les esmentades sentències.

4. Que el Govern i les Administracions Públiques assumeixin activament com a polítiques públiques la preservació de la Memòria Democràtica, especialment la localització dels represaliats desapareguts, la conservació, ordenació i accessibilitat dels arxius històrics i la
desaparició de la simbologia franquista de les vies i edificis públics.
Ja no hi pot haver més dilacions. Només el compliment d’aquestes mínimes exigències serà el signa que el Govern i els partits amb representació parlamentària tenen una autèntica voluntat de respondre als compromisos contrets i reparar el deute històric de la democràcia amb els que amb més esforç i amb més sacrifici van contribuir a restaurar-la.
Per signar el Manifest:
lleidememoriaja@gmail.com

15.9.07

El fracaso del catolicismo español

Article de Suso del Toro publicat a El Pais 14/09/2007

Es común dar por hecho que la religión, heredada del tiempo de nuestros mayores y ancestros, decae históricamente y que, siendo extemporánea, ya no juega un papel significativo en nuestro tiempo. Y esto a despecho de que la principal potencia económica y militar, Estados Unidos, tenga en su Constitución y en su moneda, que es el patrón de la economía mundial, la invocación al dios cristiano, manifestando así prácticamente la confesionalidad del Estado. Y de que todos sus presidentes se declaren creyentes públicamente y hagan de ello bandera política. A despecho también de que el Estado de Israel, que juega un papel tan importante en la política norteamericana y mundial, viva verdaderamente como Estado confesional; de que países como Irán, que juega un papel cada día más activo en el escenario internacional, sea beligerantemente confesional; de que la religión musulmana esté siendo desde hace unas décadas un instrumento de afirmación identitaria para una parte importante de la juventud árabe, creando un nacionalismo radical religioso transversal a los Estados existentes, árabes o europeos.
En realidad, la religión, basta considerarla en su dimensión ideológica, es, en nuestro tiempo, un instrumento principalísimo en el conflicto entre intereses y visiones del mundo. No el comunismo, es la religión el fantasma que recorre Europa y el planeta. Y donde la religión no se manifiesta de forma clara aparece en sus formas más seculares: en ideologías místicas comunitarias. Pues los humanos seguimos buscando y hallando credos y fes en las que disolver nuestro insoportable yo en algún nosotros. Buscamos argumentos que nos sitúan no sólo en el espacio sino también en el tiempo, que nos dan memoria y futuro, o sea trascendencia a nuestras vidas. Y de este modo encontramos algo de sentido a nuestra vida individual y solitaria.
Lo que en la inteligencia europea es minusvaloración de la religión, que le impide ver la realidad, en España es un desprecio intelectual absoluto. Quizá ese desprestigio de la religión en general se deba entre nosotros a algo más que al esquematismo de epígonos tardíos de la Ilustración, es la repulsa hacia la Iglesia católica que ha condicionado tanto nuestras vidas y la sociedad. Pues el catolicismo para nosotros tiene rasgos propios, es la ideología nacional, y nacionalista, española. El nervio del argumento de la nación española fue escrito por clérigos y el supuesto continuo histórico católico-castellano se basa en la continuidad de la Iglesia católica española. Las crónicas medievales de Ximénez de Rada pretenden continuarse ahora en el discurso de Rouco Varela. Es lógico que frente a ese argumento de la esencia de España exista un contradiscurso comunitario nacional en las diócesis vascas y catalanas.
Y es que no hablamos de fe, hablamos de política, la lucha por el poder es lo que hay tras la beligerancia de la Iglesia española. Cuando presionan para imponer su doctrina a todos los ciudadanos, cuando intentan que su ideario religioso sea la ideología del Estado y la sociedad, intentan mantener su papel histórico. La Iglesia católica española, los obispos, creen ser la esencia de España, los que coronan reyes o casan príncipes, hablan literalmente en nombre de España.
Evidentemente es falso, intentan usurpar el poder y negar la existencia a la ciudadanía, pero la Iglesia es dueña de los símbolos que articulan la vida política toda, incluso los ministros juran su cargo ante un crucifijo. Y hasta ahora ha sido dueña de los ritos de la vida social y personal, del bautizo al entierro, pasando por la boda. El debate político que la Iglesia católica le plantea a la sociedad española es profundo, le disputa a la ciudadanía la propiedad del Estado y, en su sentido más profundo, la misma autoridad.O mandan los obispos o mandan los ciudadanos.
Los obispos reclaman el poder que se les escurre entre los dedos y por eso remarcan los rasgos de su ideología, su integrismo frente a una cultura laica que la sociedad ya ha interiorizado hace tiempo de un modo natural. Los cambios sociológicos e ideológicos han sido profundos, esta Iglesia ya no expresa a esta sociedad. La representaba ideológicamente después del golpe contra la República, de la represión de posguerra y durante el franquismo: cuando la Iglesia tenía su cupo en las Cortes franquistas, cuando para ser obispo había que tener el plácet de Franco. Entonces la Iglesia sí era dueña ideológicamente de España, o sea de los españoles. Hoy, no.
La violencia de la Cope es el canto del cisne de lo que fue. El integrismo católico hoy es un tigre o más bien un fantasma de papel, la prueba es su agresividad, síntoma de su impotencia. La sociedad simplemente no querría vivir encerrada en su utopía reaccionaria. La Iglesia se reclama dueña de la historia española pero es su esclava, atada a ese pasado que tuvo su fruto granado en el nacional catolicismo franquista. Incapaz de romper con su pasado, de asumir errores, cargando con su integrismo, ha perdido su hegemonía sobre la sociedad. Su fracaso ideológico es patente, la Iglesia española tendrá aún mucha parroquia pero está sectarizada. Sólo una facción, esta derecha en su búnker, acepta su liderazgo moral.
Ese fracaso histórico es clamoroso, pues el nacional catolicismo fue un régimen totalitario en el que Ejército e Iglesia no sólo controlaron la vida pública, también modelaron el yo de generaciones de españoles. Tal fue su poder.
Y precisamente es en España, debido al fracaso del catolicismo, donde se da de un modo más acusado que en otras sociedades europeas la pérdida de todo el crédito de la religión. Al no adaptarse a nuestro tiempo histórico resulta un obstáculo, lo que el catolicismo nos dice no tiene nada que ver con lo que vivimos y sentimos. La ley de los obispos resulta extemporánea e inhumana, carece de sentido de la realidad. Así, excepto en Euskadi y Cataluña, donde el catolicismo se ha pegado más a la comunidad y todavía es un referente con un papel aceptado en la vida social, se puede decir que la sociedad española es hoy irreligiosa. La corrupción del mensaje cristiano que fue el nacional catolicismo ha merecido la censura política e incluso moral de la mayoría de la sociedad y el empecinado integrismo, su alejamiento. Así, el fracaso de la Iglesia ha ayudado a que la católica y tradicional sociedad española, paradójicamente parezca ser la más "moderna" de las europeas.
Cabe preguntarse qué consecuencias está teniendo para la moral social, hay signos de anomia en nuestra sociedad. Si la moral católica tradicional no es válida para esta sociedad, ¿qué moral social existe? ¿Cuál es el consenso moral? ¿Lo hay? ¿Quién tiene legitimidad o capacidad para establecer un nuevo consenso que nos diga lo que está bien y lo que está mal? ¿O soportaremos vivir sin un orden que nos diga lo que está bien y lo que está mal? Si es así, no podremos educar a nuestros hijos en una ética personal. Sin moral, qué ética. La ética es dinámica y ágil pero la moral tiene que tener consistencia y estabilidad, no se levanta sobre pilares relativos. ¿Podemos tener moral sin fundamento religioso? Es decir, sin fundamento, sin mito fundacional. No creo que las ideologías puedan fundar moral, sólo lo hacen cuando se transforman en mito comunitario, como el comunismo, el fascismo o algunos nacionalismos. Es el mito, la religión, quien da el orden último al mundo. Pero como no parece posible tener una fe religiosa simplemente porque nos convenga quizá debamos afrontar hoy este vivir desmoralizados, pues es nuestra realidad. ¿O sabe alguien una manera de cimentar valores comunes indiscutidos y aceptados?
O eso o repensar la religión, y tendría que ser un pensar distinto, un pensar sintiendo. En ese caso deberíamos mirar hacia atrás, al principio, y volver a preguntarnos por el final, la muerte. La muerte es una fuente de preguntas sobre la vida. ¿Es la vida humana sagrada? Antes de contestar podríamos detenernos para siempre en discutir lo que es "sagrado", pero también podemos contestar sí o no simplemente. Si no es sagrada es un bien tangible y tasable, si es sagrada quizá podamos sobre eso levantar moral para nuestro vivir. Que es un vivir cada vez más ensanchado, o achicado, por el espacio que crean los mass media, ese mundo vigoroso creado por nosotros pero que parece haberse emancipado y tener vida propia: resultó que nuestra civilización apolínea incubó el huevo del monstruo dionisíaco. Es un mundo nuevo, una nueva dimensión, donde la moral pinta muy poco y manda el deseo.
En este tiempo nuevo las generaciones adultas conservamos, aunque no lo reconozcamos, la moral judeocristiana que nos trasmitió de grado o por fuerza la Iglesia, aunque ella no la siga. Ésas son las nociones que muy malamente intentamos transmitir a los que vienen, ¿pero ellos qué heredarán? ¿Una discoteca, una pantalla?

8.9.07

Guia de les Rutes de Corto Maltés



Afegeixo aquest post publicat a "El País " el dia 8/9/2007 sobre un dels personatges que l'autor d'aquest blog voldria reencarnar-se si això fós metafísicament possible.


5.9.07

¿Para cuando un Estado laico?

Article de Bonifacio de la Cuadra publicat a "El País" (4-9-2007)

La configuración de nuestro Estado social y democrático de derecho como plenamente laico es una exigencia del sistema político que nos dimos en 1978 y, desde entonces, una asignatura pendiente, en coherencia con la voluntad de "establecer una sociedad democrática avanzada", proclamada en el Preámbulo de la Constitución. Se trata de una decisión urgente, exigible a un Gobierno socialista, y que no admite aplazamientos a cargo de previsibles votos inmediatos católicos ni claudicaciones ante las presiones intolerables de la jerarquía eclesiástica, que muerde su presa sin soltarla.

El funcionamiento de las estructuras sociales básicas -la escuela, la sanidad, la ciencia, la cultura- y el libre discurrir de las relaciones entre los ciudadanos -familiares, sexuales, sociales- necesita, en una democracia sólida, soltar el lastre de unas servidumbres heredadas del nacionalcatolicismo imperante durante décadas y todavía presentes en los usos y costumbres sociales que la Iglesia pretende mantener contra viento y marea.
El laicismo liberará las relaciones cívicas y saneará la vida social, atenazada aún por un modelo de sociedad en el que la religión es un componente esencial, que se resiste a pasar a un segundo plano opcional. Los españoles serán seguramente más felices cuando se les facilite que se liberen de ese horizonte tenebroso de pecado, infierno, cielo, purgatorio, fe, penitencia, milagro, limosna, virginidad, dogma, sacramento, celibato, y de la hiriente subordinación de la mujer -ausente de las estructuras de poder eclesiástico-, que resulta drásticamente incompatible con la democracia igualitaria.
Nada de eso implica perseguir a la Iglesia católica, que deberá tener el espacio que le corresponda en un Estado laico y el que le concedan o propicien sus fieles, pero de ninguna manera una financiación asegurada ni una situación de privilegio en materia educativa o fiscal. En un Estado democrático y, por tanto, laico, la religión católica, como las demás, deberá ser tolerada, pero no mucho más que una sociedad filatélica, un movimiento ecologista o una ONG.
En el camino de la democracia española hacia la práctica del laicismo puede parecer que el texto de la Constitución supone un obstáculo. El artículo 16 dice, entre otras cosas, tras proclamar que "ninguna confesión tendrá carácter estatal": "Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia católica y las demás confesiones".
Sin embargo, ese precepto -trabajosamente introducido en el debate constituyente- no obliga a más de lo que dice ni impide que el Estado español denuncie los Acuerdos firmados en 1979 con la Santa Sede, ya que la constitucionalizada "cooperación con la Iglesia católica" no impone sus contenidos, entre ellos la declaración eclesiástica de idoneidad para dar clase de religión a unos profesores pagados por el Estado.
Un documento de la Fundación Alternativas, de 2005, favorable al laicismo y contrario a la financiación estatal de la Iglesia aunque la mayoría de los españoles profesaran la religión católica -hecho probable en 1978, pero muy discutible hoy-, recoge un trabajo de dos expertos, los profesores Óscar Celador y José María Contreras, según los cuales, "la única conformación coherente con la configuración de un Estado democrático y social de derecho es la de un Estado laico que garantiza y respeta el derecho de libertad de conciencia de sus ciudadanos". Los mismos juristas afirman también que el compromiso estatal de financiar a la Iglesia católica "expiró hace muchos años", mientras que el de la Iglesia de "lograr por sí misma los recursos suficientes para la atención de sus necesidades" (artículo 2.5 de los Acuerdos de 1979) está sin cumplir.
¿Para cuándo el Estado laico?
El programa electoral del PSOE para las elecciones de 2004 apenas incluía referencias a este asunto, aparte del objetivo educativo de "potenciar los valores y atender las necesidades de una Escuela pública y laica, en los términos del artículo 27 de la Constitución", y restablecer "el carácter voluntario y no evaluable de la enseñanza de la religión". ¿Es previsible que en el programa electoral para 2008 se avance hacia el Estado laico?
Las noticias no son optimistas. En enero de 2007, el Gobierno socialista y la Conferencia Episcopal, con la conformidad de la Santa Sede, convirtieron en "estable" el procedimiento provisional de financiación de la Iglesia pactado en 1988, incrementado en un 34% sobre 2006, y elevó del 0,52% al 0,70% el coeficiente a recibir del Estado por cada contribuyente que marque con una X la casilla del IRPF a favor de la Iglesia, lo que significa reducir en ese mismo porcentaje su aportación a los gastos del Estado.
El 22 de julio último, en la clausura del XXIII congreso de las Juventudes Socialistas, su nuevo secretario general, Sergio Gutiérrez, a propósito de la oposición episcopal a la asignatura de Educación para la Ciudadanía, manifestó, en presencia del líder de su partido, José Luis Rodríguez Zapatero: "Una jerarquía eclesiástica que se opone a que se enseñen los valores constitucionales no se merece que la sociedad contribuya a su financiación". Cuando se acallaron los aplausos, Zapatero defendió los "principios laicos" de nuestro Estado aconfesional y aseguró, respecto a la reacción eclesial contra la nueva asignatura, que "se hará cumplir la ley", porque, según explicó, "ninguna fe puede oponerse a la soberanía popular, que reside en el Parlamento, ni a las leyes que de la misma dimanan". Pero afirmó también que "el Gobierno mantiene las señas de identidad de generosidad y sensibilidad hacia las confesiones religiosas, sobre todo la mayoritaria, en cuanto a los recursos económicos".
Unos días después, Gregorio Peces-Barba -el ponente socialista que se opuso sin éxito a la mención privilegiada de la Iglesia en la Constitución- alabó la defensa que Zapatero hizo de la ley, criticó con dureza "la beligerancia de los cardenales y de los obispos (...) contra cualquier progreso", les pidió sosiego y respeto, y concluyó: "Si este nuevo clima no se consigue en la próxima legislatura, habrá que abordar el tema de la acción y de la situación de la Iglesia y establecer un nuevo estatus, que les sitúe en su sitio y que respete la autonomía de la autoridad civil" (En torno a la Educación para la Ciudadanía, EL PAÍS, 7 de agosto de 2007).
A los pocos días, el periodista y escritor Iván Tubau elogió el artículo de Peces-Barba: "Impecable, pero -preguntó- ¿hay que esperar a la próxima legislatura? A veces, lo sensato es decir: 'Ahora o nunca" (Por qué esperar, EL PAÍS, 12 de agosto de 2007). Con Tubau, ¿sería mucho pedir a los responsables de elaborar el programa electoral del PSOE que no dejen de lado esta vez un nuevo avance democrático, la realización del Estado laico? El matrimonio entre personas del mismo sexo parecía más audaz.

2.9.07

CiU, amb els franquistes

Escric aquest post dolorosament sorprès davant el posicionament de CiU relatiu al seu suport condicionat a la Llei de la Memòria Històrica.
En unes declaracions de Josep Antoni Duran i Lleida, el lider democristià afirmava que CiU només donaria el seu suport parlamentari al projecte si aquest rebutjava també els "excessos" dels republicans en la reraguarda.
EStic plenament d'acord amb la vicepresidenta del govern quan afirmava que la Llei no ha d'entrar en analisi històrics ni distincions entre víctimes d'ambdós bàndols.
En uns moments en que la tramitació de la Llei a les Corts Generals es troba penjant d'un fil davant l'ofensiva neofranquista del PP, sorprèn l'actitud de Durani Lleida i més en tant que l'article 2 del referit projecte de Llei ja recoeneix un clar esment als abusos comesos en ambdós bàndols.
Llegeixo en el seu literal: "se reconoce y declara el carácter injusto de las condenas, sanciones y cualquier forma de violencia personal producidas por razones políticas o ideológicas, durante la Guerra Civil, cualquiera que fuera el bando o la zona en la que se encontraran quienes las padecieron”. "
CiU, no en té prou i vol anar més enllà, posicionant-se inequívocament al costat dels assassins colpistes del 18 de juliol, en una estratègia vergonyant que, més enllà de la retòrica, amaga una clara voluntat de sabotejar l'aprovació final de la Llei.
No correspon fer judicis sobre l'orígen de les víctimes dels tristos esdeveniments de la Guerra, sinó fer un reconeixement històric a la enorme injustícia que va prepresentar el cop d'Estat del 18 de juliol, la guerra i la posterior dictadura de 40 anys, tenint en compte que els excessos que tristament es van produïr en la reraduarda republicana per part d'elements incontrolats, ja gaudeix d'un reconeixement explícit en el corpus jurídic de la Dictadura.
No puc entendre el suport de CiU als botxins si no és des d'una estratègia calculada en favor d'obrir vies a un possible pacte amb el PP després de les eleccions.
Si el que en política, per desgràcia, pot arribar a ser lícit (però no ètic), en l'àmbit del reconeixement als que durant 40 anys no van veure reconeguts els seus drets i encara avui veuen inexplicablement furtat aquest dret que ha de fer que la nostra Democràcia sigui digna del seu nom.
CiU, per quatre vots i possiblement un ministeri, fa costat als assassins del 18 de juliol i es posiciona clarament al costat dels hereus del franquisme, arrenglerats avui en el Partit Popular.
L'ambició, senyor Duran Lleida té uns límits i aquest limits no són altres que els de fer compatible la legítima ambició de convertir-se en ministre sense que això suposi fer-se copartícip de la repressió, l'assassinat o la barbàrie.
Un ministeri no val tant per fer costat als botxins, es miri com es miri.