22.2.09

Un día para recordar

Ayer fue para mi un día que recordaré para siempre. Fué el día de mi exaltación como Maestro Masón.
Es de sobra conocido que una imagen vale más que mil palabras.
Posiblemente es cierto, pero creo que nada es comparable con la intensidad, la fuerza y la emoción con la que, como Masón, viví la ceremonia de ayer, en la soledad de este rito de paso, pero al mismo tiempo sintiendo el calor fraternal de mis Hermanos.
Como alguien dijo, la sabiduría se construye mediante el silencio, el aprendizaje constante y una firme determinación. El sentido de la existencia solo se transmite en pequeños fragmentos a fin de que solo el tiempo y la madurez de la personalidad, permitan al ser humano, andar el camino que lleva a la verdad.
Ayer di un paso más en este largo camino. Sólo uno más.
En estos momentos, quisiera compartir con vosotros, mis hipotéticos lectores, el poema "La Logia Madre" del Hermano Rudyard Kipling.
Hoy, comparto con él, más que nunca, las sensaciones que le llevaron un ya lejano 1896 a escribir estos versos.

A todos mis Hermanos, Saludos Fraternales.


MI LOGIA MADRE

Rundle, el subteniente, Beazle, el ferroviario y Achman, el intendente: Donkin, el inspector, Blake, nuestro buen Primer Vigilante -por dos veces Maestro-, en la calle conversan con Edulgee, delante de su tienda.
Allí afuera, en el mundo profano, dicen ceremoniosos"Señor" o "Mi teniente"...
Y dentro, solamente "Hermano" mio. Hermano sin gestos de obediencia o de poder.
Tras la puerta cerrada de la estancia en que se unen el Templo y el Taller todo lo han nivelado la escuadra y la plomada. Rangos y vanidades han de quedarse fuera. ¡Al orden de aprendíz!... Llamemos y adelante...
Y entrabamos en Logia...
La Logia en que yo era Segundo Vigilante.
Hombres allí de todas las razas se han unido bajo el nombre de hermanos; con Bola, el contador, yo he conocido a nuestro Jud Saul, que en Aden fué nacido y a Din Mohamed, el que levanta planos para las oficinas del servicio agronómico: y en triple abrazo fraternal, en fin, comulgaban el siquio Amir Singh y Castro (¡un ex-católico!).
Pequeño el Templo y pobre: una estancia desnuda en una casa vieja, abierta sobre la calle antigua, solitaria y muda. Bajo el altar dos bancos y delante -simbolizando el ara de granito- una trunca columna de madera... Para cumplir estrictamente el Rito teníamos bastante.
Y yo en la Logia era el Segundo Vigilante.
El Cuadro se reunía en tenida mensual y, a veces, en banquete fraternal cuando alguno partía. Entonces se solía hablar de nuestra patria, de Dios... Mas cada cual, opinaba de Dios segun lo comprendía.
Hablaban todos pero nadie había que rompiese los lazos fraternales hasta oir que los pájaros, dejando sus nidales, cantaban a la luz del nuevo día que lavaba de escarchas los cristales. Tornabamos a casa conmovidos y, cuando el Sol en el Oriente asoma, nos ibamos quedando adormecidos pensando en Shiva, en Cristo y en Mahoma.
¡Cuánto, cuánto daría que llevar a otras Logias extrañas el fraterno saludo de la mía!
Fui desde las montañas a Singapore guiado por la estrella fraterna que dentro de mi llevo... ¿Cuánto, cuánto daría por hallarme de nuevo entre las dos columnas de mi Logia materna! Diera cuanto he tenido por poderme encontrar nuevamente delante de la puerta de aquella Logia donde he sido Segundo Vigilante.
Recordando a mi Logia siento ganas de volver a estrechar fuertemente la mano de mis hermanos blancos y de aquel otro hermano de color, que llegaba de tierras africanas.
Poder entrar de nuevo al Templo pobre de mi Logia materna, a la estancia desnuda de aquella casa vieja, abierta sobre la calle antigua, solitaria y muda.
Oír al Guardatemplo adormecido, anunciar mi llegada y mirarme delante de aquel mi Venerable, del que he sido Segundo Vigilante.
Allí afuera, en las calles, en el mundo profano, todos eran "Señor" o "Mi Teniente", y dentro solamente "Hermano mío", Hermano sin gestos de obediencia o de poder.
Tras la puerta cerrada en que se unen el Templo y el Taller todo lo han nivelado la escuadra y la plomada.
¡Al orden de aprendíz!
Llamamos y adelante.
Y entrabamos en Logia...
La Logia en que yo era Segundo Vigilante.