19.6.10

La Masonería liberal reivindica el principio constitucional de aconfesionalidad


El País (18/06/2010)

Cuatro obediencias de la masonería liberal española reunidas este jueves en el Ateneo de Madrid dieron a conocer, por primera vez, un Manifiesto por la Laicidad en el que preconizan un replanteamiento de las relaciones entre la Iglesia católica y el Estado español.
En el manifiesto reivindican un marco igualitario y libre, sin prevalencias en cuanto al cumplimiento por el Estado del mandato constitucional sobre la aconfesionalidad.
Las cuatro obediencias masónicas consideran menoscabado este principio por la preeminencia de la Iglesia católica en la vida institucional, en detrimento de otras confesiones religiosas. Asimismo, la masonería liberal propone plantear a las organizaciones sociales, civiles y progresistas una campaña destinada a suprimir la casilla de la declaración de la renta reservada a la financiación de la Iglesia católica por los contribuyentes, así como un cambio de denominación que se refiera a Ley de Libertad de Conciencia, en vez del enunciado Ley de Libertad Religiosa ahora en boga, donde esta pueda ser integrada en aquella.
En la reunión auspiciada por el foro de diálogo Ágora, cuya presidenta Carmen Serrano moderó el encuentro, intervinieron también Ana María Lorente, Gran Maestra de la Gran Logia Femenina de España; Paloma Martínez Sierra, Presidenta de la Federación Española del Derecho Humano; Jordi Farrerons, Gran Maestre de la Gran Logia Simbólica de España, así como Aimé Bataglia, del Gran Oriente de Francia.
Las participantes resaltaron que el principio de aconfesionalidad del Estado que recoge la Constitución de diciembre de 1978 en su artículo 16º, "quedó sin efecto en la práctica tras la suscripción de un Convenio Iglesia-Estado emitido apenas seis días después de la entrada en vigor de la Constitución española, en enero de 1979". A juicio de Carmen Serrano, "la democracia incluye la laicidad como requisito imprescindible de respeto a la diversidad".
Ana María Lorente, por su parte, resaltó las "inercias mentales aún vigentes imprimieron un troquel patriarcal a las sociedades ya desde hace 4.000 años, así como una concepción solar y masculina de la divinidad; durante todo este tiempo", añadió la Gran Maestra de la Gran Logia Femenina de España, "por el hecho de ser mujer, la mitad de la sociedad ha vivido bajo un sistema de creencias que le ha impedido desarrollarse libremente".
Por ello, abogó por la laicidad "como garantía de una sociedad sin discriminaciones, donde poder ser educada en la tolerancia y en el pensamiento crítico, capaz de poner en cuestión todo tipo de dogma. Asimismo, propuso una "complicidad fraternal de los dos polos de la Humanidad, hombres y mujeres", y preconizó después una sociedad "donde los derechos humanos no sean un mero enunciado".
Según Jordi Farrerons, "la laicidad es un espacio de convivencia respetuoso con todo tipo de creencias e ideologías". Para Farrerons y pese al principio constitucional, "pervive una confesionalidad sociológica del Estado aún después de transcurridas tres décadas de vida democrática en España y a cuyo amparo se produjo la legalización de la Masonería, el 28 de enero de 1980, que desde entonces se ha desarrollado". Igualmente, criticó la identificación de anticlericalismo y laicidad, ya que considera a esta como un factor de integración social.
Por su parte Paloma Martínez Sierra subrayó que España sigue siendo de facto un Estado confesional, y reivindicó una espiritualidad no confesional que la laicidad ampara. Martínez Sierra propuso una convocatoria abierta a las organizaciones progresistas para participar en una campaña que elimine de la declaración de la renta el apartado destinado a la financiación de la Iglesia católica. También se mostró partidaria de denominar Ley de Libertad de Conciencia al proyecto de legislar sobre libertad religiosa, por estimar que su ámbito sería más amplio y que la incluiría.
Aimé Bataglia, del Gran Oriente de Francia, hizo una descripción del laicismo al que consideró complementario de la tolerancia. Añadió que "no cabe confundir el espacio público, en el que se mueven los Estados, y el privado, donde tienen lugar las distintas creencias", confusión en la que, a su juicio, "se encuentran los fundamentalismos religiosos y estatales". Reivindicó las creencias como expresiones de los anhelos y deseos del espíritu humano en la esfera de la conciencia y propugnó "luchar contra la pereza mental que crea inercias capaces de adormecer la inteligencia y la vitalidad del espíritu crítico", al que atribuyó el progreso humano.

17.6.10

La crisis y las autonomías


Article de Francesc de Carreras, publicat La Vanguardia (17/06/2010)


Hay que recortar el gasto público.
Así lo dispone Europa, así lo ha aceptado el Gobierno de Zapatero. Sin embargo, son insuficientes los mecanismos jurídicos para obligar a las comunidades autónomas a disminuir el gasto.
El Consejo de Política Fiscal y Financiera, en el que participan el Gobierno y los ejecutivos de las comunidades, no es el más adecuado.
Pero quien ha de hacer frente a las obligaciones exteriores, quien es responsable ante los demás estados y ante la Unión Europea, es el Estado español y el Gobierno que está a su frente. Este problema, nada menor en estos momentos, permite ver lo errónea que ha sido la política autonómica durante los últimos diez años. Veamos.
Durante veinte años, desde 1980 hasta el año 2000, en España se hizo un enorme esfuerzo de descentralización política.
Hay muy pocos precedentes en la historia, si es que hay alguno, de un proceso en el cual se haya pasado con tanta rapidez y eficacia desde un Estado tan hipercentralizado como el español a un Estado compuesto por unos entes territoriales como son las comunidades autónomas dotados con tantas competencias, es decir, con tanto poder político.
En dos grandes oleadas, la que empezó durante los años ochenta con los primeros estatutos del más alto nivel competencial y la que transcurrió durante la década de los noventa tras los pactos autonómicos de 1992, España se convirtió en uno de los estados políticamente más descentralizados del mundo, mucho más que algunos denominados federales en sus constituciones.
¿Cuál debía ser el paso siguiente para culminar esta descentralización, esta multiplicación de centros de poder que era el Estado de las autonomías?
El siguiente paso consistía en establecer mecanismos de integración, es decir, de participación de las comunidades en la voluntad estatal, de cooperación entre estas comunidades y la Administración del Estado. Aznar ya debía haber empezado a llevarlo a cabo en su segundo mandato, pero se obsesionó en recentralizar el Estado, en fortalecer las instituciones estatales sin la debida integración en su seno de las comunidades autónomas. Integrar no es centralizar, sino ensamblar las distintas piezas de un Estado para que funcionen todas ellas con la máxima eficacia.
En efecto, el principal objetivo de todo Estado es ser eficaz, es decir, cumplir los objetivos que figuran en la Constitución –especialmente la mayor libertad e igualdad de sus ciudadanos, la garantía de sus derechos y deberes– al menor coste posible.
En definitiva, respetar al máximo la libertad individual y hacer que esta sea efectiva en la misma medida para todos. Aznar cumplió al acabar la descentralización pero no procedió a la integración.
Al contrario, frenó el proceso, no se atrevió a culminarlo. La culminación debía consistir en completar su federalización, en crear los órganos y los mecanismos para perfilar definitivamente el Estado autonómico como Estado federal: un Senado adecuado a tal efecto, procedimientos de cooperación entre instituciones, una conferencia de presidentes, la reforma de las diversas administraciones.
Zapatero accedió a la presidencia del Gobierno con un programa en el que estaban todos estos objetivos. Jordi Sevilla, el ministro de Administraciones Públicas de su primer gabinete, intentó desarrollarlo, pero no pudo, al quedar Zapatero atrapado en el proceso de elaboración del Estatut de Catalunya, que iba en sentido contrario al federalismo.
Para configurar una mayoría parlamentaria que le permitiera gobernar, dio su apoyo a los partidos del tripartito catalán comprometidos con el nuevo estatuto y, posteriormente, buscó el apoyo de CiU. Embarcado en esta dinámica –que todavía no ha terminado–, Zapatero olvidó su programa, aprobado en Santillana del Mar en septiembre del 2003, que hubiera completado la construcción del Estado autonómico en un sentido federal.
Ahora debe lamentar haber tomado una senda equivocada.
Con un diseño federal, con instituciones en las que participaran de forma regular el Estado y las comunidades, la imagen de España estaría más reforzada cara al exterior y el Gobierno más legitimado internamente para introducir las difíciles reformas que ahora se requieren.
Para no reducir gasto social, hay que disminuir otros tipos de gasto. Estoy pensando, por ejemplo, en la reforma de las estructuras administrativas, del Estado por supuesto, pero también de las comunidades y, sobre todo, de los municipios.
Las cosas, sin embargo, parecen ir en un sentido contrario. Es el caso de Catalunya. Está a punto de aprobarse la ley de Veguerías, unas nuevas instancias político-administrativas que se añaden a los municipios, las comarcas, las provincias y las comunidades autónomas. Una barbaridad en cualquier caso, pero más todavía en momentos de disminución del gasto público: nuevos cargos, más edificios, aumento de funcionarios.
¿Tiene el Estado instrumentos para realizar una reforma administrativa adecuada a las necesidades actuales? No. Se escogió el camino equivocado de las reformas estatutarias en lugar del que estaba previsto: culminar el Estado de las autonomías como Estado federal. No estamos preparados para hacer frente a la crisis.

13.6.10

Entrevista al Gran Maestro del GODF, Pierre Lambicchi. Revista Tiempo

Cardiólogo de 61 años, dirige la mayor organización masónica liberal del mundo.
L. ALGORRI lalgorri.tiempo@grupozeta.es
11/06/10

Es usted asesor personal del presidente de la República francesa. ¿Se siente poderoso?
No. Poderoso, en el sentido vulgar del término, no. Sí podría decirse que soy una persona influyente, porque los trabajos que hacemos en el GOdF son muy variados y suelen tener repercusión.

¿Qué trabajos son esos?
Nos ocupamos de lo simbólico, de lo esotérico y de lo exotérico, según nuestra tradición, pero también de lo que pasa en la sociedad. Producimos bastantes trabajos sobre laicismo, sobre desarrollo sostenible, economía social, el mundo globalizado... Y, si se nos escucha, pues eso nos hace influyentes. El hecho de tener contactos en todo el mundo también contribuye a eso.
¿Qué significa ser masón en Francia?
Yo diría que lo mismo que en todas partes. Somos hombres y mujeres que, en un momento de nuestra vida, hemos elegido construirnos. Y eso quiere decir que, partiendo de la más absoluta libertad de conciencia, tratamos de mejorarnos a nosotros mismos gracias a lo que llamamos nuestro Método. Pero también nos construimos hacia los demás, hacia quienes llamamos profanos, a través de las obligaciones sociales. La masonería del GOdF es generosa y tiene muy poco de secreta. Intentamos empapar a la sociedad.En España, ser masón sigue siendo algo que muchos ven mal, como si se tratase de una secta. En Francia, en cambio...Sí, ya sé. La diferencia está en el respeto. Mire, en Francia es muy fácil ser masón porque tenemos una democracia muy vieja en la que siempre se ha respetado a los demás. La masonería, aquí, no ha sido perseguida casi nunca. La última vez fue en 1940, cuando la ocupación de los nazis. Ustedes, en cambio...

¿Sí?
Pues ustedes siguen teniendo una Iglesia católica muy poderosa, lo mismo que el Opus Dei. Ustedes salen de una dictadura muy larga, que ha terminado hace relativamente poco y que aún no está olvidada, como lo demuestra lo que ha pasado con el juez Garzón.

¿Le preocupa eso?
Desde luego que sí. Estoy muy sorprendido por lo que ha pasado con ese juez. Permítame que sea un poco provocador. No puedo comprender que en España se acepte que se persiga a los dictadores ajenos, a los de América del Sur, pero que no sea posible investigar lo que pasó en su propia casa. Eso me parece inaudito. Esa diferencia de comportamiento, ese miedo, esa juventud de su sistema político, es lo que hace que, entre otras muchas cosas, la masonería siga teniendo problemas.

La democracia española va a cumplir 32 años.
Desde luego, pero ustedes han desarrollado una manera de funcionar en política que, más que unirles, les está separando. Tienen problemas con las autonomías, ¿no es verdad? Cada cual reacciona en función de su tendencia, y no todas las tendencias son integradoras. Hay en España una diversidad de maneras de proceder, en ese sentido, que en Francia no tenemos. Aquí tenemos una costumbre muy antigua, una tradición, una vieja cultura de la libertad, del laicismo y de los derechos humanos. España está avanzando en esa dirección.

¿Qué opina del presidente Zapatero?
No hago política. Es un representante legítimamente elegido por el pueblo español, y en tanto que eso debe ser respetado. No debo tener opinión pública sobre un jefe de Gobierno extranjero... siempre que sea legítimo, que no sea un fascista o un tirano. Si lo fuese, como el que mandó en España durante 40 años, diría otra cosa.

Usted está habituado a hablar con el presidente Sarkozy y con otras personalidades del Estado...
En razón de mi puesto de gran maestro del GOdF, nada más que por eso.

Precisamente. En España ni se sueña con que el jefe del Gobierno o el Rey reciban siquiera a los representantes de la masonería. ¿Qué opina?
Hay una excepción. En Cataluña, el señor Montilla se reunió con varios grandes maestros...

Sí, pero es lo que usted dice: una excepción.
Porque la masonería, en España, es débil aún. Y por lo que le acabo de decir: nosotros somos una vieja república que se ha construido con sangre y con esfuerzo según cuatro principios fundamentales: libertad, igualdad, fraternidad y laicismo. Que son, no sé si lo sabe usted, cuatro pilares de la masonería. En España hay aún camino por delante.

En Francia se acaba de aprobar una ley que prohíbe el uso del burka hasta en la calle. Nosotros también andamos a vueltas con eso. ¿Tiene que ver con el laicismo?
Yo creo que no. Es un problema de derechos humanos.

Explíquese, por favor.
El laicismo tiene una doble dimensión: la política, es decir, la creación de un espacio neutral que permita a todos convivir civilizadamente, y la dimensión espiritual. Esto es, lo que permite a un no creyente, que no pertenece a ninguna iglesia ni profesa ninguna fe, construirse cada día. El burka no tiene nada que ver con eso. Ponerse un burka significa que uno quiere esconderse del resto de la humanidad... o que le obligan a hacerlo, a aislarse del mundo. En cualquiera de los dos casos, es un ataque a los derechos humanos. El burka debe ser prohibido en nombre de los derechos del hombre... y de los derechos de la mujer. No es tolerable esa vestimenta que no tiene nada de religioso, que es nada más que el ropaje de la opresión de un sexo sobre otro. Incluso si alguien nos quiere hacer creer que la mujer se pone esa vestimenta para liberarse.

Ustedes tienen una preocupación intensa por el laicismo.
Sí. En Francia tenemos suerte: sólo se trata de defender la ley de 1905, la de separación de la Iglesia y el Estado. Una ley que ustedes los españoles no tienen. Se trata de defender la evidencia deque el laico es perfectamente capaz de tener una dimensión espiritual. Un laico no tiene por qué ser un ateo. Ni forzosamente un agnóstico. Es alguien que se construye una cosmogonía en libertad.

En España suele decirse que los españoles siempre vamos detrás de los curas: con un cirio o con un palo, pero siempre detrás.
[Risas]

¿Y la fama de anticlerical que tiene la masonería
En Francia, y en el siglo XXI, eso es absurdo. La masonería se preocupa de preservar un espacio laico y común de convivencia para todos. Eso no tiene nada que ver con el anticlericalismo.

La crisis que vive el mundo, ¿es sólo un caos económico o es una crisis de valores? ¿Tiene la masonería algo que decir sobre eso?
Claro que sí. Al menos la masonería a la que yo pertenezco, que es liberal y adogmática.
En términos económicos, el capitalismo nunca puede ser virtuoso, puesto que sólo persigue el beneficio. Es indispensable, por tanto, que la sociedad ponga unas reglas para propiciar que todo el sistema sea lo más virtuoso posible. El GOdF ha dicho muchas cosas desde el comienzo de la crisis. Hemos dicho que hay que clarificar el sistema económico. Y es evidente que estamos ante una crisis de valores.

¿Por qué?
Porque hemos permitido que la sociedad ponga el beneficio por delante del ser humano. Y la masonería ha defendido siempre que hay que luchar para que la sociedad esté hecha por el hombre, para el hombre y al servicio del hombre. Y no al revés, que el hombre sea un instrumento al servicio de algo que llamamos sociedad. Mire usted lo que pasa en España: el hombre no ha sido respetado por quienes sólo buscaban beneficios a cualquier precio, y ahora se encuentran ustedes en una situación muy difícil, con un paro altísimo y todo lo demás. Nadie hizo nada para que la virtud, la preocupación por las personas antes que por el beneficio, estuviese presente en la economía. Lo mismo ha pasado en Grecia y quién sabe si podría suceder en Francia.

Tengo que preguntarle por la posible iniciación de mujeres en el GOdF. Están ustedes debatiendo eso.
Como gran maestro, no tengo opinión. Lo soy tanto de quienes están a favor como de quienes están en contra. Pero sí puedo decirle que el GOdF no es una obediencia estática: está en permanente camino hacia el progreso.

En España está muy lejos aún el reconocimiento del papel de los masones en defensa de la democracia, hace 70 años.
Sí, lo sé.Pero en Francia sí se ha reconocido lo que hicieron los masones para reconstruir la democracia, tras la guerra.Perdón, no hubo reconstrucción de la democracia porque ésta nunca desa-pareció. Fue simplemente suspendida durante cuatro años por el régimen de Vichy. Los demócratas mantuvieron viva la República en la clandestinidad y los masones fueron los primeros en apuntarse a la Resistencia. Luego, la masonería impulsó todas las leyes sociales, la Seguridad Social... Era un hervidero de ideas. Como era su obligación, desde luego. Cuando De Gaulle llega a Argel, lo primero que hace es restablecer las logias masónicas que el régimen de Vichy había cerrado. El GOdF no es tan importante, pero es, a la vez, todo en la República. Entiéndame bien esto. Si desaparece la masonería en Francia, o en cualquier otro sitio, es que ha desaparecido la libertad.

¿Qué hará cuando, en septiembre, deje de ser gran maestro?
Nada. Volveré a mi consulta y seguiré trabajando en mi logia, como he hecho durante toda la vida. En masonería, el poder no es una obsesión.

Todo está en Φ

6.6.10

Alhaurin el Grande: otro reducto de la España Negra

Durante los últimos días la crueldad contra los animales, un hobby atávico en nuestro país, ha cobrado cuerpo en Alhaurín el Grande.
Se celebraban las fiestas populares de la localidad, y como en tantos y tantos lugares de nuestra geografia, correr delante de una vaquilla o un toro se ha convertido en una sádica tradición.
Tradición que en pleno siglo XXI esconde una forma pervertida y degenerada de entender lo que es valentía y diversión.
Lo ocurrido allí fue todavía más allá.
Decenas de jóvenes saltaron al ruedo y no se complacieron solo con correr delante del pobre animal, sino que lo golpearon, lo arrastraron, le dieron patadas. Lo lincharon.
Los energúmenos no se amilanaron cuando la vaquilla empezó a experimentar síntomas de sentir dolor y pavor. El animal quedó desorientado, arrastrándose, dando bandazos y sin sentido, en estado catatónico y murió allí mismo.
Fue un espectáculo horroroso para cualquier persona de bien y que solo puede complacer a los asesinos en serie, a los torturadores y a los sádicos.
Las imágenes han recorrido el mundo entero, dañando una vez más la imagen de España como una nación civilizada, ofreciendo de nosotros la visión de un país que se divierte torturando animales, gozando al ver su sufrimiento y que se excita al ver correr su sangre.
Las imágenes hablan por sí solas y en un momento determinado, los participantes en esta aberrante orgía de sangre y crueldad colocaron en los cuernos y el cuello del animal una bandera de España y otra de Andalucía, y con esta bandera atada la vaquilla se desplomó sin vida en medio del jolgorio popular y con banda de música incluída.
Y esta es la imagen deplorable y monstruosa que España ofreció al mundo entero.
Los descerebrados hijos de puta que participaron en este espectáculo abominable consideraban que colocar esta bandera sobre la pobre vaquilla moribunda era algo así como una seña de identidad española. Como una proeza que exaltaba su valor de machos.
Y esto no es justo porque la enorme mayoría de ciudadanos de este país rechazan las corridas de toros y siente asco y vergüenza cuando ve estas imágenes, pero la minoría de hijos de puta que en este país aun aprueba los espectáculos taurinos es todavía suficientemente poderosa y tiene desgraciadamente el apoyo de buena parte de las autoridades políticas (unos por convencimiento y otros por el temor a perder votos) y lo que es peor, tiene en la Monarquía a su aficionado más ilustre.
Ante esta tradición salvaje no valen excusas ni medias tintas.
O se está con la civilización o se está con la barbarie y a los intelectuales que defienden el valor cultural de las corridas de toros les diría que podrían ampliar su argumentario en favor de la barbarie proponiendo que se restauren de nuevo en España los autos de fe de la Inquisición o los ajusticiamientos a garrote vil con merienda y baile incluido para los asistentes tras el espectáculo porque al fin y al cabo, forman también parte de la mejor tradición de la España Negra que, desgraciadamente, aún pervive en este miserable y degenerado país.
Lo ocurrido en Alhaurin el Grande, es una muestra de que la España del “Viva las Cadenas”, del “Que inventen ellos” y del “Muera la Inteligencia y Viva la Muerte” aún existe.
Hoy siento asco y vergüenza de ser español.

Reflexiones sobre la crisis


Estamos viendo estos días una enorme avalancha por parte del establishment europeo, acentuando la necesidad y urgencia de que los PIGS (Portugal, Irlanda Grecia y España) sigan políticas de gran austeridad de gasto público moderando a su vez sus salarios a través de una gran desregulación de sus mercados de trabajo, que en la práctica significa posibilitar una gran reducción salarial.
Cuando los economistas liberales hablan de la necesidad de hacer sacrificios con el objetivo de salir de la crisis, siempre proponen medidas que afectan de forma predominante a las clases medias y esta apelación al sacrificio de la mayoría ha sido una constante en la construcción de Europa y del euro.
Así, cuando se tomó la decisión de que España entrara el euro, se tomaron una serie de medidas que afectaron significativamente al gasto público y a la caída de las rentas del trabajo como porcentaje de la renta nacional, mientras que las rentas del capital crecieron significativamente.
En realidad, la integración monetaria se utilizó para que las clases populares aceptaran hacer los sacrificios que aquellas élites liberales exigían.
Como escribió el economista liberal Xavier Sala i Martín, “la excusa de que Europa lo requería fue muy útil para hacer las reformas” (La Vanguardia, 17-02-10).
Ahora, de nuevo, todas estas medidas se presentan necesarias para ayudarnos a salir de la Gran Recesión y evitar también el contagio a otros países de la UE y, por ende, cuestionar la propia existencia de la unidad monetaria y del euro.
En este sentido, el paquete de medidas tomadas por el Gobierno Zapatero en el Real Decreto aprobado en la “Semana Trágica” creo que son un buen ejemplo de ello, ya que han obedecido al diktat del establishment económico y financiero internacional y a la presión del Directorio Europeo y de los grandes inversores financieros internacionales, y en concreto a las exigencias de los Estados Unidos y la China.
Todos ellos indican que hay que reducir el déficit y la deuda pública que según dicen, están impidiendo la recuperación económica.
Pero el mayor problema que tiene la economía española, y también la Unión Europea, no es ni el déficit ni la deuda pública sino el elevado desempleo.
Creer que bajando el déficit y la deuda van a reducir el desempleo es no entender cuál ha sido la causa del enorme crecimiento del desempleo, ya que no es el déficit el que ha creado el elevado desempleo sino precisamente al revés.
Pero no es sólo eso, sino que en realidad, al disminuir el déficit crecerá el desempleo, empeorando todavía más el problema y retrasando su recuperación económica.
Ya le pasó en su día al Presidente Roosevelt en 1937, cuando al creerse que estaba ya remontando la economía, saliendo de la Gran Depresión, redujo el déficit recortando el gasto público. La reducción tuvo un impacto inmediato: el desempleo creció de nuevo, y esto es lo que ocurrirá en la UE y en España.
El mensaje que se transmite con esta avalancha catastrofista es que los países periféricos, debido a su indisciplina por un lado, y excesiva exhuberancia del gasto público, por el otro, han creado un enorme problema de exceso de deuda (tanto pública como privada), que dificulta la salida de la recesión, no sólo de ellos, sino de toda la eurozona y de la UE, amenazando la propia viabilidad del euro.
No obstante, hay que saber que la deuda pública española, tanto la existente ahora como la que se prevé en diez años, será menor que la del promedio de la UE (y mucho menor que en EEUU, Gran Bretaña y Japón).
En realidad, más de la mitad del crecimiento del déficit en la mayoría de países de la Unión Europea se debe a la caída de ingresos al estado, consecuencia del descenso de la actividad económica.
La crisis en España ocurrió como consecuencia de la desregulación de los mercados financieros y su alianza con la altamente especulativa industria inmobiliaria, una alianza responsable de la burbuja inmobiliaria que, al estallar, determinó la crisis económica.
Las clases medias y el mundo empresarial, que se habían endeudado hasta la médula, no pudieron conseguir crédito, y ello provocó la ralentización económica, el crecimiento del déficit y el aumento del desempleo.
Decir pues que el déficit y la deuda provocaron la ralentización económica es un absurdo económico empíricamente comprobable.
Es el colapso del mercado de crédito el que creó el problema, cuyas consecuencias son el enorme desempleo.
Fue la banca la que, con sus comportamientos especulativos, fue creando burbujas que, al estallar, han generado los enormes problemas de falta de crédito. Y ahora están creando una nueva burbuja: la de la deuda pública.
Su excesiva influencia sobre el Consejo Europeo, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo (este último mero instrumento de la banca) explica las enormes ayudas a los banqueros y accionistas, que están generando enormes beneficios. Consiguen abundante dinero del BCE a bajísimos intereses (1%), con el que compran bonos públicos que les dan una rentabilidad de hasta un 7% y un 10%, ayudados por sus agencias de cualificación (que tienen nula credibilidad, al haber definido a varios bancos como entidades con elevada salud financiera días antes de que colapsaran), que valoran negativamente los bonos públicos para conseguir mayores intereses.
Añádase a ello los hedge funds, fondos de alto riesgo, que están especulando para que colapse el euro y que tienen su base en Europa, en el centro financiero de Londres, la City, llamada el “Wall Street Guantánamo”, porque su falta de supervisión pública es incluso menor (que ya es mucho decir) que la que se da en el centro financiero de EEUU.
Como bien ha dicho Joseph Stiglitz, con todos los fondos gastados para ayudar a los banqueros y accionistas se podrían haber creado bancos públicos que ya habrían resuelto los problemas de crédito que estamos experimentando.
En realidad, es necesario y urgente que se reduzca el sobredimensionado sector financiero en el mundo, pues su excesivo desarrollo está dañando la economía real. Mientras la banca está pidiendo a la ciudadanía y a las empresas que se “aprieten el cinturón”, tales instituciones ni siquiera tienen cinturón. Dos años después de haber causado la crisis, todavía permanecen con la misma falta de control y regulación que causó la Gran Recesión.
Una situación idéntica se está dando ahora. Los mercados financieros especuladores están castigando a los países con elevados déficits (comenzando por Grecia e incluyendo también a España), forzándoles a reducir sus gastos públicos.
Y, como era de prever, los medios y economistas liberales están alabando y dando la bienvenida a estos mercados, pues así disciplinarán a los gobiernos que, con sus “exuberancias” de gasto público, están poniendo al euro en peligro.
Una vez más, se exige a las clases populares de estos países que hagan sacrificios, reduciendo su gasto público para poder salvar el euro y la UE, que están en peligro debido a los excesos de gasto de los países “periféricos”, como España.
Pero, por otra parte, el enorme enriquecimiento de las rentas superiores no significó un aumento en inversiones productivas, sino en actividades especulativas cuyo centro fue el complejo bancario-inmobiliario, enormemente especulativo, que creó la burbuja inmobiliaria, que al romperse colapsó el mercado crediticio, causa del problema económico cuya consecuencia es el brutal aumento del desempleo.
En definitiva, lo que en realidad se está haciendo es tomar como excusa la necesidad de salvar el euro para reducir todavía más al Estado.
Sin duda alguna aumentar significativamente el gasto público, en inversiones que creen empleo, siendo una de ellas en los servicios del estado del bienestar tales como sanidad, servicios sociales, escuelas de infancia, servicios domiciliarios, vivienda social y educación, entre otros, sectores que tienen menos empleo público que el promedio de los países de la UE (España 13.35% de la población activa, UE-15 17.34% de la población activa, en 2006).
Por cierto, gasto público social no es sólo pensiones y gastos en cobertura de desempleo.
Cuando el gobierno Zapatero indica que sus políticas mantienen el gasto social, ignora que el gasto público social incluye no sólo las transferencias (seguro de desempleo), sino también los servicios públicos del estado del bienestar que están siendo recortados al reducirse las aportaciones del gobierno central a las CCAA y a los Ayuntamientos, que son las que gestionan tales servicios.
Tal expansión del gasto público debiera hacerse mediante un aumento de los impuestos directos a las rentas más altas, aumentando la progresividad fiscal y luchando a brazo partido contra el fraude fiscal, no solo como un elemento de equidad, sino también de eficiencia económica.
Sabido es que los países del Sur de Europa tienen sistemas de recaudación de impuestos escasamente progresivos, con carga fiscal menor que el promedio de la UE-15 y con un enorme fraude fiscal (que oscila entre un 20 y un 25% de su PIB).
Son estados que, además de tener escasa sensibilidad social, tienen escaso efecto redistributivo, por lo que son los que tienen mayores desigualdades de renta en la UE-15, desigualdades que se han acentuado a partir de políticas liberales llevadas a cabo por sus gobiernos.
Como consecuencia, la capacidad adquisitiva de las clases medias se ha reducido notablemente, creando una economía basada en el crédito que, al colapsarse, ha provocado un enorme problema de escasez de demanda, causa de la recesión económica.“
O sea que estamos más atrasados por nuestra mala gestión y poca sensibilidad social, y nos piden que profundicemos en eso: en mayores desigualdades y en congelar sueldos y pensiones!!!
En definitiva, nos dejamos apretar por las grandes corporaciones y los bancos, en vez de que sea al revés y estas instituciones se comprometan a contribuir mejor económicamente para el desarrollo de nuestros gobiernos.
Asimismo, debería llegar crédito de una vez a las PIMES, las principales generadoras de empleo que están sufriendo en carne propia los efectos del excesivo poder del capital financiero y su influencia en la Unión Europea y sus estados miembros.
Nos están proponiendo las mismas políticas de austeridad que el presidente Hoover propuso para resolver la Gran Depresión, cuando lo que se necesita es precisamente lo contrario, tal como hizo el presidente Roosevelt estableciendo el New Deal.
Un gobierno socialdemócrata debería ser sensible a este cambio de rumbo, pues la continuación de sus políticas de apaciguamiento de los mercados especulativos, reduciendo el gasto público es, además de erróneo, políticamente suicida.