5.4.10
Benedicto XVI: encubridor de pedófilos
¡Habría que curar a los católicos!

Estos días he recordado el latiguillo de una oronda periodista vinculada a medios ultraconservadores: “…curar a los homosexuales”. Sin embargo, al contemplar el circo de latigazos, saetas, pies descalzos e individuos con capuchas y velones me he preguntado si, más bien, no habría que plantearse curar a los católicos.
30.1.10
Arthur Gordon Pym y el principio de la sincronicidad

24.1.10
El Manuscrit Trobat a Saragossa
19.1.10
Avatar contra los neoconservadores
Me gustó Avatar.
Y aunque pensaba que iba a ver una peli de presupuesto espectacular y tecnología alucinante, me encontré con un film eminentemente político, de izquierdas, ecologista, pacifista y anticapitalista.
En fin, una patada a los neocons y al retrasado mental (y criminal de guerra) de Bush en la línea de flotación de su buque fantasma.
Como comentó el periodista de la Fox, el ultraconservador James Pinkerton con respecto a la película:
“Las políticas de Avatar son de izquierda, anticorporativas y antiimperialistas. Incluso hay alusiones indirectas a George W. Bush y su Operation Iraqi Freedom. Una película de Hollywood con tendencias izquierdistas. Sin ninguna sorpresa hasta ahí. Así que los tercermundistas se la querrán devorar”.
Y yo aún diría más: es una clara respuesta a la doctrina de guerra preventiva de la afortunadamente difunta Administración Bush, pero también, y me ha alegrado saberlo, un elemento que ha incomodado a la prensa del Vaticano, que critica la “nueva pseudo-doctrina” creada y reforzada mediáticamente, el ecologismo”, comentario que yo remataría apuntando a los valores filosóficos holísticos y panteístas que subyacen en la película. Y si el Vaticano se pica, mejor que mejor.
En fin, que al verdadero Eje del Mal (los neoconservadores, los reaccionarios del Vaticano, los totalitarios de todo pelaje y las grandes corporaciones que nos han llevado al planeta a la ruina) no les ha gustado Avatar. Y supongo que al tonto de Aznar tampoco.
Ladran, luego cabalgamos….
Más Madera!!!!
9.1.10
Nosferatu, Murnau y Berriatua

Una de las primeras sorpresas que nos desvela el libro radica en que Nosferatu fue realizada gracias a Prana Films, una productora debutante fundada por miembros de logias ocultistas, ya directamente definida por su propio nombre, que en sanscrito significa “fluido vital o esencia misma de la vida” y su logo imita al conocido “yin-yan”.
Las sorpresas continúan mientras avanzamos en el libro, desvelando como Murnau cambió a su capricho el guión, que era únicamente un borrador de trabajo en el que el director apuntaba tanteos de montaje, localizaciones, notas de racord, de vestuario, escenas enteras eliminadas o insertadas, etc…mezclando ideas propias del propio Murnau, como de Grau o de Henrik Galeen.
El último capitulo se dedica íntegramente al proceso de la restauración a partir de las copias existentes tanto de la filmoteca española como de la francesa y se sigue la pista al destino de otras copias, tanto las parcialmente destruidas como las montadas sin tener en cuenta el original o las diversas restauraciones que ha sufrido el film.
y otro enlace más para quien quiera ver online el film Nosferatu.
Disfrutadlos!
29.11.09
LIBERTAD DE PENSAR

El año 1707, cuando los ingleses ganaron la batalla de Zaragoza, protegieron a Portugal y dieron durante cierto tiempo un rey a España, lord Boldmind, oficial general, que estuvo herido, se encontraba tomando baños en Bareges. En dicho balneario encontró al conde Medroso, que habiendo caído del caballo a legua y media del campo de batalla, fue también a los referidos baños. Era familiar de la Inquisición. Lord Boldmind no era familiar mas que en la conversación, y uno de los días que estaban juntos, medió entre ambos el siguiente diálogo:
BOLDMIND.- ¿De modo que sois alguacil de los demonios? Permitidme que os diga que desempeñáis un oficio muy bajo.
MEDROSO.- Es verdad; pero es preferible ser un criado a ser su víctima; prefiero tener la desgracia de quemar a mi prójimo a que me abrasen las llamas de una hoguera.
BOLDMIND.- ¡Horrible alternativa! Erais cien veces más dichosos cuando sufríais el yugo de los moros, que os dejaban tener todas las supersticiones que queríais, y que a pesar de ser los vencedores, no se arrogaban el derecho de amarrar el pensamiento con cadenas.
MEDROSO.- Sólo os puedo decir que no se nos permite escribir, hablar ni pensar siquiera. Si hablamos, interpretan nuestras palabras como quieren, y lo mismo hacen con nuestros escritos. Como no pueden sentenciarnos a morir en un auto de fe por nuestros pensamientos secretos, nos amenazan con que arderemos eternamente por orden de Dios si no pensamos como los jacobinos. Convencieron al gobierno de que si tuviéramos sentido común, pondríamos en combustión todo el Estado y nuestra nación sería la más desgraciada del mundo.
BOLDMIND.- ¿Os parece que somos desgraciados nosotros los ingleses, que llenamos los mares de buques y que venimos a ganaros batallas al extremo de Europa? ¿Creéis que los holandeses, que os arrebataron casi todo lo que descubristeis en la India, que hoy son vuestros protectores, estén malditos de Dios por haber concedido completa libertad a la prensa y por practicar el comercio de los pensamientos de los hombres? ¿El Imperio romano fue menos poderoso porque Cicerón escribiera con libertad?
MEDROSO.- ¿Quién es Cicerón? Nunca oí pronunciar ese nombre a la Santa Hermandad.
BOLDMIND.- Era un bachiller de la Universidad de Roma que escribió todo lo que pensaba, lo mismo que Julio César, Marco Aurelio, Tito, Lucrecio, Plinio, Séneca y otros doctores.
MEDROSO.- No los conozco; pero me han asegurado que la religión católica y romana se pierde si nos dejan pensar.
BOLDMIND.—No debéis creer semejante cosa, teniendo la seguridad de que vuestra religión es divina y que las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Si esto es cierto, nada es capaz de destruirla.
MEDROSO.- No; pero puede reducirse a la más mínima expresión, y sin duda lo aseguraron por creer que Suecia, Dinamarca, Inglaterra y la mitad de Alemania han incurrido en la desgracia de no querer ser más vasallas del Papa. Hasta aseguran que si los hombres se dejan arrastrar por la engañosa luz de la razón, se concretarán muy bien a adorar sencillamente a Dios y a la virtud. Si las puertas del infierno prevalecieran hasta ese punto, ¿para qué serviría el Santo Oficio?
BOLDMIND.- Si los primitivos cristianos no hubieran tenido la libertad de pensar, ¿no comprendéis que no existiría el cristianismo?
MEDROSO.- ¿Qué queréis decir? No os comprendo.
BOLDMIND.- Lo creo; quiero decir que si Tiberio y los demás emperadores romanos se hubieran valido de jacobinos que impidieran que los primitivos cristianos tuviesen plumas y tinta; si no hubiera estado permitido en el imperio romano pensar libremente, hubiera sido imposible que los cristianos establecieran sus dogmas. Puesto que el cristianismo consiguió hacer prosélitos y partidos porque disfrutó de la libertad del pensamiento, ¿no es una contradicción y una injusticia querer matar hoy esa libertad sobre la que él se fundó? Cuando os proponen algún asunto de interés, ¿no lo examináis mucho tiempo antes de aceptarlo? ¿Hay acaso en el mundo asunto de más interés que el de nuestra felicidad o el de nuestra desgracia eterna? Hay muchas religiones en el mundo, y todas os condenan si creéis en vuestros dogmas, que ellas tienen por absurdos y por impíos; examinad, pues, vuestros dogmas.
MEDROSO.- Yo no puedo examinarlos porque no soy jacobino.
BOLDMIND.- Sois hombre, y esto basta.
MEDROSO.- Por desgracia, comprendo que sois más hombre que yo.
BOLDMIND.- De vos depende aprender a pensar; aunque nacisteis con ingenio, sois como el pájaro, que os tiene preso en su jaula la Inquisición; el Santo Oficio os ha cortado las alas, pero éstas os pueden crecer. El que no sabe geometría puede aprenderla; todos los hombres pueden instruirse; atreveos a pensar, que es vergonzoso poner vuestra alma en las manos de aquellos a quienes no confiaríais el dinero.
MEDROSO.- Dícese que si todo el mundo pensara por sí mismo, habría mucha confusión en la tierra.
BOLDMIND.- Sucedería todo lo contrario. Cuando asistimos a un espectáculo, cada espectador expone con libertad su opinión sobre la obra que se representa, y no por eso se perturba el sosiego público; pero si el protector insolente de algún mal poeta quisiera obligar a los espectadores de buen gusto a que les parezca bueno lo que encuentran malo, en ese caso se llenaría de silbidos el teatro, y los dos partidos se tirarían patatas a la cabeza, como en una ocasión sucedió en Londres. Los tiranos del pensamiento son los que han causado gran parte de las desgracias del mundo. En Inglaterra no fuimos felices hasta que cada uno de sus habitantes gozó con libertad el derecho de exponer su opinión.
MEDROSO.- También nosotros vivimos tranquilos en Lisboa, donde nadie está facultado para decir lo que piensa.
BOLDMIND.- Vivís tranquilos, pero no sois dichosos; gozáis de la tranquilidad de los galeotes, que mueven los remos cadenciosamente y callando.
MEDROSO.- ¿Creéis firmemente que mi alma está condenada a galeras?
BOLDMIND.- Sí, y deseo librarla de ellas.
MEDROSO.- ¡Pero si yo me encuentro bien en las galeras!...
BOLDMIND.- Pues en ese caso las merecéis.
A Pinochet el Papa Juan Pablo II le dio la comunión y a Franco los obispos lo paseaban bajo palio, como si ambos fueran santos

De hecho esta norma está siendo aplicada por el episcopado norteamericano al senador Patrick Kennedy -católico y partidario de la legalización del aborto-, hijo del recientemente fallecido Edward Kennedy y sobrino del asesinado John F. Kennedy, el primer presidente católico de EEUU, y sobrino de Robert Kennedy, también asesinado. A este Kennedy lo expulsan de la comunión, pero a los curas pederastas, que son legión en Norteamérica, los esconden o les procuran auxiliar, aunque sus gravísimos delitos arruinen a la Iglesia católica y, sobre todo, hayan quebrado vilmente a miles y miles de niños y niñas y, por supuesto, de familias.
28.11.09
Mi Dignidad

Yo no pretendo hablar de algo tan misterioso como la dignidad de Catalunya sino, simplemente, de mi dignidad como columnista que está en desacuerdo con lo expresado en el editorial conjunto y quiere exponer las razones de este desacuerdo porque, en otro caso, se sentiría indigno. No acabo de entender muy bien qué es la dignidad, pero entiendo perfectamente qué es la indignidad, tengo claro quiénes son indignos y no quiero ser uno de ellos.El editorial puede ser examinado desde muchos puntos de vista, optaré por abordarlo desde el derecho constitucional, en el que muestra un déficit lamentable de conciencia democrática.
7.11.09
El club Casanova

Fietta Jarque El Pais 07/11/2009
Marina Pino es una casanovista, encabeza un grupo de apasionados de todo lo que tenga que ver con el hombre, el personaje, el escritor. Hoy, los miembros de esta especie de club podrían brindar de nuevo por un acontecimiento largamente esperado: la primera edición completa de las memorias de Casanova en España, editada por Atalanta. Historia de mi vida aparece en dos tomos en papel biblia, de algo más de 1.700 páginas el primero y de 1.944 el segundo.
La leyenda de Casanova, siendo universal, es inferior al hombre Casanova. Aun cuando ese hombre no fue nadie importante, ni destacó en profesión alguna, ni acumuló riquezas o poder. Y es precisamente esa vida múltiple e inasible, asombrosa y a la vez casi vulgar, la que supera la simple idea del libertino y seductor veneciano con que se asocia su nombre hasta en el último rincón del mundo. Giacomo Casanova (1725-1798) fue primero persona, después personaje y luego una mezcla de los dos. "Digna o indigna, mi vida es mi materia, mi materia es mi vida", establece en su autobiografía. Para resumir su existencia real hay que recurrir inevitablemente a las enumeraciones, muchas veces contradictorias. Fue violinista, poeta, seminarista, militar, jugador empedernido, mago, alquimista, cocreador de la lotería nacional de Francia, espía, agente financiero, escritor, filósofo, aparte de -por supuesto- libertino y mujeriego.
Era alto, medía casi un metro noventa, de ojos claros y nariz aguileña. Gustaba ir elegantemente vestido (muy aficionado a los encajes más delicados), con la peluca bien empolvada y con vistosas joyas. De un indiscutible atractivo, algo vanidoso, inteligente, de trato agradable y simpático, bromista, interesado más por la ciencia que por la ficción literaria ("no me gustan las novelas", confiesa), pero siempre curioso por expandir sus conocimientos. Un descreído que simula saberes esotéricos, sin creer realmente en ellos. Es también un timador, sin escrúpulos a la hora de estafar a los que considera simples estúpidos. Un individuo capaz de salir airoso de las situaciones más apuradas, en las que suele meterse con frecuencia a sabiendas de riesgo. Buscándolo. Un auténtico aventurero.
Stefan Zweig, en su ensayo sobre las autobiografías literarias Tres poetas de sus vidas. Casanova, Stendhal, Tolstoi (BackList, Planeta, 2008), señala que "Casanova derrocha a consciencia sus talentos en el instante, y el hombre que pudiera serlo todo, prefiere no ser nada, absolutamente nada, salvo ser libre". Su análisis, que gusta poco a los casanovistas, ensalza tanto como denigra al personaje; lo considera superficial, fanfarrón y hueco, aunque todo eso "no cuenta nada frente a la inmensa y única veracidad en el conjunto de estas memorias". Casanova se dedicó a vivir con intensidad hasta que la edad y el cambio de los tiempos lo fueron arrinconando y terminar como bibliotecario del conde de Waldstein, en Dux. Entonces, solo, amargado y sin perspectivas, convertido en una especie de bufón anacrónico en un palacio que ya casi nadie visita, decide poner sus vivencias por escrito. Lo hace como si las relatara a un auditorio incansable y ávido de sus palabras. Sus aventuras se suceden sin descanso y las páginas se leen como una trepidante serie de viñetas, a cual más asombrosa y desinhibida. Su descaro no se fija límites. Adora a las mujeres. A todo tipo de mujeres, ricas y pobres, sin importarle la edad y procedencia, siempre y cuando le resulten interesantes. Le gustan, sobre todo, las jóvenes inteligentes y con carácter. Se enamora sinceramente cientos de veces porque se resiste a llevarse a la cama a una mujer que no ame. Aunque ese amor no dure mucho y su resistencia al matrimonio sea su único dogma de fe. Comparándolo con la leyenda del otro gran seductor, el autor francés Philippe Sollers escribe en su libro Casanova l'admirable: "Don Juan es el volcán, Casanova el jardín".
En el prólogo de la edición de Atalanta, Félix de Azúa señala las diferencias entre ambos personajes. "El veneciano es el anti-Don Juan, su contrario y enemigo. Allí donde el aristócrata sevillano, infectado por la teología, se muestra vengativo, psicópata, misógino y engañador, en ese mismo lugar luce el burgués veneciano cómplice de las mujeres, su secuaz y su salvador en más de una ocasión".
En ese sentido abunda la psicoanalista belga Lydia Flem, que titula la edición inglesa de su biografía Casanova, el hombre que amaba de verdad a las mujeres. Y traza en el primer párrafo un retrato preciso. "En un castillo de Bohemia, un anciano exiliado pasa trece horas al día escribiendo la historia de su vida. No tiene posesiones; ha dejado atrás o dilapidado todo de lo que alguna vez fue dueño. No tiene mujer, ni fortuna, ni casa, ni patria. Dio y recibió libremente, sin cálculo alguno. Ha gozado de la existencia como pocos hombres -y aún menos mujeres- se han atrevido a disfrutar. Se lanzó a la vida sin pedir nada a cambio excepto la más insolente y la más escandalosa de las recompensas: el placer".
Pero así como Historia de mi vida se lee sin que decaiga el interés, hay un elemento en esta edición que pronto cobra una relevancia inusitada y, a veces, desconcertante: las notas a pie de página. No sólo por su abundancia y puntillosidad, sino porque con frecuencia desmienten al autor, a veces de forma exagerada. Por ejemplo, si Casanova dice: "Tenía yo dieciocho años", la nota precisa: "Tenía diecisiete y medio". Bueno, vale. Pero, ¿importa tanto? Parece que a los casanovistas sí. No menos sorprendente es que el autor mencione que alquiló un carruaje a un tal Roland y que abajo ¡se reseñe la biografía del cochero! Llega un punto en que la lectura se hace casi esquizofrénica, pero vale la pena contar la historia de esas notas.
Desde que los familiares de Casanova vendieran el manuscrito al editor Brockhaus, en 1820, se hicieron dos ediciones de las que partieron el casi medio millar que se han reproducido en todo el mundo. La primera (1822-1828), traducida al alemán, fue concienzudamente depurada de obscenidades. La francesa, de Brockhaus-Plon (1826-1838), proviene del manuscrito original, pero fue nuevamente mutilada y "corregida" por Jean Laforgue, que prácticamente cambió cada frase. El manuscrito completo y sin alteraciones no fue publicado hasta 1960.
La mayoría de las notas a pie de página que se utilizan en los volúmenes de Atalanta proviene de la edición de La Siréne, de 1924, en la que el editor Raoul Vèze, pese a conservar el texto censurado, pidió a un grupo de expertos en Casanova que aportaran sus investigaciones. El ya importante cuerpo de anotaciones ha crecido desde entonces. "El 98% de los personajes que aparecen en el texto están reseñados", afirma el traductor Mauro Armiño, quien también ha aportado algunas notas propias, sobre todo en los viajes por España. El índice onomástico de la edición española tiene 200 páginas. Armiño ha pasado tres años traduciendo esta monumental obra. Todo está referenciado, las tabernas y las calles, los palacios y los burdeles. Lo curioso es que algunos de esos estudiosos de su obra están tan obsesionados en desmentir cualquier inexactitud en los datos de su autobiografía que se diría que detestan al objeto de sus desvelos.
Helmut Watzlawick edita el periódico anual L'intermediaire des casanovistes, en Suiza, desde 1984 y es quizá el más notable de los especialistas. "Hay todo tipo de gente interesada en historia, en topografía, en medicina, historia política, música, gastronomía o viajes, que ha encontrado en Historia de mi vida una fuente inigualable para sus investigaciones. Casanova llegó a utilizar cerca de 46 tipos distintos de moneda en sus traslados y da cuenta del valor del cambio cuando va de un sitio a otro, por ejemplo. Visto desde el punto de vista de la historia cultural del siglo XVIII es sumamente interesante. Sus memorias son una especie de enciclopedia", explica.
Watzlawick fue discípulo de Gustav Gugitz, el más sanguinario de los casanovistas refutadores. "Las memorias de Casanova, como muchas de sus contemporáneos, son una mezcla de verdades y ficciones. De hecho, en 1850 se pensaba que Casanova no había existido en realidad sino que era el personaje de una novela de ficción. La tradición de aportar datos precisos en las memorias sólo empezó en el siglo XIX. Antes se solía escribir sólo para entretener a los lectores", precisa. "Gugitz sentía más fascinación que pasión por Casanova, pero a la vez sentía furia contra él. Era un escéptico. Lo único que le agradecía a Casanova era el mencionar tantos detalles, lo que le permitía a él confirmar o refutar sus investigaciones".
Casanova International es el grupo con el que Watzlawick se reúne periódicamente en Venecia, en casa de un mecenas francés. Según él, los investigadores activos de Casanova son entre 20 y 40 en todo el mundo. "Hay dos tipos de casanovistas", continúa Watzlawick. "Aquellos que intentan probar que todo lo que Casanova escribió es cierto -como el norteamericano J. Rives Childs (1893-1987) que reunió la mayor biblioteca casanoviana y creía a pie juntillas todo lo que decía Casanova- y los que, como Gugitz, trataron de probar que todo lo que escribió Casanova era falso. Para muchos de nosotros, la verdad está a medio camino de los dos".
La escritora y periodista catalana Marina Pino es de las adeptas al veneciano. "A veces creo que estoy dentro de él", es la primera frase que pronuncia, casi sin pensarlo, al ser preguntada por Casanova. Quizá porque su primer contacto con el célebre personaje fue a través de "su voz", la de él mismo relatando sus cuitas y aventuras. Era un programa de radio que escuchaba incitada por su hijo, entonces de 8 o 9 años, que la llamaba a sentarse al borde de su cama y atender juntos al relato de aquella vida extraordinaria. Hoy, tanto él como ella son casanovistas confesos. Marina Pino es autora del libro Casanova: Un feroz apetito (premio Sent Sovi 2001, de literatura gastronómica, RBA, 2002) y también del prólogo a la edición de Casanova. Memorias de España (Espasa, 2006). "Estoy enamorada de él", confiesa después.
Ella tardó quince años en conseguir la edición completa del manuscrito de Historia de mi vida. Mientras tanto su afición crecía a través de muchas de las ediciones parciales que se encontraban. Pino considera las memorias de Casanova, sobre todo, una gran obra literaria. "La primera lectura te vuelve loca con tantos datos y tantos usos y costumbres distintas de las actuales", afirma. Aunque las notas a pie de página se encargan de explicar buena parte de ellas. "Por eso decidí en determinado momento hacer una lectura de principio a fin, como se lee una novela. Quería saber si se mantenía como relato y mi conclusión, al terminar, es que se trata de una obra maestra de la literatura".
Es una idea que comparte Mauro Armiño. "No se ha puesto de relieve hasta ahora que Casanova escribe en un francés más moderno que el de nadie", apunta el traductor. "Al no ser escritor, opta por el relato oral sin buscar todo el tiempo imágenes literarias elaboradas o adjetivos, sino que es como si te lo contara personalmente. Tampoco es cierto que cometiera demasiados errores sintácticos. Al ser su segundo idioma, utiliza un francés sencillo y lo hace con gracia, con mucha vivacidad".
Respecto a la forma del relato, Watzlawick aporta una hipótesis. "Uno de mis amigos, un norteamericano, tiene la interesante teoría de que Casanova -como hijo de actores- concebía su vida como sucesivas puestas en escena. Cada uno de los lugares a los que llegaba en su constante peregrinar era como un nuevo montaje al que se enfrentaba y que había que crear sobre la marcha con ciertos efectos dramáticos. En cada una de las aventuras trata de tener algo importante que decir al principio, algo importante al final, y en el medio siempre se da una acción con un momento álgido. En Rusia cuenta que tuvo dos encuentros con Catalina II, al principio y al final de la historia. Pero históricamente sólo es posible que la haya visto en la segunda ocasión. Casanova lo que hace es juntar ciertos acontecimientos, ponerlos en un contexto histórico, pero dándoles un orden propio, no el cronológico necesariamente. Como haría un autor dramático".
Marina Pino conoce bien los otros libros que Casanova escribió, incluida su correspondencia, pero señala que las memorias son un caso aparte. "Casanova está siempre en movimiento y no adopta ese tono moralizante de otras obras del XVIII". ¿Qué piensa de él? "Que es inabarcable, inclasificable. Imposible de conocer. Philippe Sollers dice en su libro: creemos conocerlo y no lo conocemos. Y eso es lo que más me entusiasma. Como las memorias acaban de forma abrupta, antes de su declive y sin saber qué pasa después, te queda la impresión de que sigue por ahí...". Que Casanova continúa su aventura.
6.11.09
La mujer del Cesar

5.11.09
La partitocracia sin contrapesos

La "democracia de partidos", un término ya acreditado en teoría del Estado, supone un notable cambio respecto de la democracia parlamentaria clásica, en la cual el diputado era el eje fundamental de todo el proceso de participación política. Por el contrario, en la democracia de partidos son estos quienes protagonizan los dos momentos fundamentales de dicho proceso: las elecciones y la actividad parlamentaria.
En el momento electoral, ahora los ciudadanos no escogen candidatos individuales, como antes sucedía, sino listas electorales confeccionadas por los partidos. Con lo cual la relación representativa no se establece entre elector y parlamentario sino entre elector y partido. En cuanto a la actividad parlamentaria, en la democracia de partidos las cámaras han dejado de ser órganos para el debate entre diputados: ahora las decisiones que allí formalmente se adoptan han sido acordadas con anterioridad en el seno de los respectivos partidos y sus portavoces parlamentarios se limitan meramente a declararlas en público. Así, en la democracia de partidos, el Parlamento ha sido desposeído de su función primigenia más característica con la que soñaron los primeros liberales: ser un centro de debate en el cual, mediante argumentos racionales, se decide lo más conveniente para el interés general.
Podremos lamentar la pérdida, si es que existieron alguna vez, de aquellos parlamentos argumentativos y racionales, pero en la actualidad la democracia de partidos se ha impuesto en toda Europa y en buena parte del mundo. "La democracia de nuestro tiempo es, necesariamente, una democracia de partido", escribió el maestro García Pelayo, de quien el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales acaba de publicar la segunda edición de sus Obras completas. Necesariamente: la democracia española no escapa a esta regla general y es hoy, incluso formalmente, una democracia de partidos. Pero todos los sistemas políticos degeneran, como ya advirtió Aristóteles. Y la democracia de partidos española ha degenerado, por culpa de los partidos, en una partitocracia, que es cosa distinta.
En una partitocracia los partidos no se limitan a ocupar el lugar que les corresponde según el sistema constitucional, sino que desbordan su espacio propio y ocupan todo el Estado y una buena parte de la sociedad. Un principio clave de la democracia es el de división de poderes, según el cual los órganos estatales no sólo están separados sino que se eligen y controlan mutuamente mediante un sistema de pesos y contrapesos para que ninguno invada el ámbito del otro y cada uno sea responsable de los actos en que es competente. Pues bien, en una partitocracia el poder transversal de los partidos anula esta división de poderes e instaura un sistema descontrolado que tiende a configurarse como un dominio absoluto de todo poder, creando así el caldo de cultivo de todo tipo de desafueros y corrupciones.
Como han sostenido autores de referencia al tratar de España –véase el libro de Roberto Blanco sobre Las conexiones políticas (Alianza, Madrid, 2001) o el de Alejandro Nieto El desgobierno de lo público (Ariel, Barcelona, 2008)– los partidos han "colonizado" el Estado, se han repartido el botín que allí han encontrado y consideran que todos los poderes son patrimonio propio. Nieto lo resume así: "En definitiva, la colonización se hace efectiva mediante la ocupación (por parte de los partidos) de los instrumentos más operativos de acción social: la administración pública en primer término y luego los medios de comunicación social, la educación y la cultura, el sector público económico y, por descontado, sus organismos de control".
En definitiva, primero hay que asegurarse de que la administración pública esté dirigida por los cargos de confianza (de los partidos) y no por los funcionarios (independientes). A partir de ahí, es fácil adueñarse de los medios de comunicación públicos, establecer órganos de supervisión para los privados, conceder innumerables subvenciones en cultura y educación, así como licencias y permisos en actividades económicas, todas otorgadas con discrecionalidad formal y arbitrariedad real. Al final, como blindaje definitivo, intentan nombrar indirectamente, e indebidamente, a jueces, fiscales, interventores, defensores del pueblo, tribunales de cuentas, secretarios de ayuntamientos, profesores de universidad o de instituto. Todo.
La voracidad de los partidos para obtener cada vez más cuotas de poder es insaciable. Quieren llegar al poder mediante las elecciones –con toda razón, en eso consiste la democracia–, pero una vez lo han obtenido se desatan las furias. "Que un poder frene a otro poder", dijo Montesquieu. Esta ya no es una regla democrática para la partitocracia: quiere un poder sin frenos. El pacto tácito entre partidos hace que nadie frene a nadie y que ninguno denuncie al otro. Si están en el poder, por razones obvias; si no, ya les llegará la ocasión.
Frente a esta situación, las últimas esperanzas de los ciudadanos están depositadas en los funcionarios, jueces, fiscales y órganos de comunicación independientes. Son los últimos contrapesos a la partitocracia.
1.11.09
La franc-masonería, sus valores y la crisis

La respuesta de los Masones

El lanzamiento de la última novela de Dan Brown, 'El símbolo perdido', que hoy sale a la venta en España, ha disparado la curiosidad del público por la masonería. Tras la salida en Estados Unidos del libro, Ronald J. Steiner, relaciones públicas de la Gran Logia de Nueva York, comentaba el fenómeno en una nota dirigida a sus hermanos: «Los medios están repletos de artículos, reseñas y entrevistas relacionados con el libro y con la francmasonería», decía en el texto, publicado en la web http://www.nymasons.org/.
Si se acude al diccionario de la RAE, la definición parece clara. «Francmasonería: asociación secreta de personas que profesan principios de fraternidad mutua, usan emblemas y signos especiales y se agrupan en entidades llamadas logias». Sin embargo «no es una definición correcta», apunta Javier Otaola, escritor, Defensor del Ciudadano de Vitoria y maestro masón. «De hecho, hubo un grupo de hermanos que presentó un escrito ante la Real Academia Española señalando que la masonería no puede ser una sociedad secreta porque ese tipo de agrupaciones están prohibidas en la Constitución y ese concepto es contradictorio con la realidad legal de la masonería en España». La RAE lo ha tenido en cuenta y en la próxima edición del diccionario se va a modificar ese concepto. «En las sociedades secretas no se conoce quiénes son sus directivos y sus miembros no tienen derecho a dar a conocer su pertenencia». Sin embargo, la masonería está reconocida legalmente, «sus directivos son conocidos y los miembros tienen total libertad para dar a conocer su pertenencia».
Albañiles libres
La masonería no es, por lo tanto, una sociedad secreta. Ni tampoco una secta, ni una religión, como suelen insistir las logias en sus páginas de Internet. Una de las definiciones más antiguas describe a esta fraternidad como «un peculiar sistema de moral, velado por alegorías e ilustrado por símbolos». Por su parte, Otaola la describe como «una sociedad filosófica que utiliza como instrumento de su actividad asociativa las tradiciones de las antiguas hermandades de constructores».
El origen de la masonería es gremial. La palabra 'mason' significa albañil tanto en inglés como en francés. En la Edad Media los canteros y albañiles libres, los 'franc masones' o 'free masons', que trabajaban en grupos independientes de compañeros, se reunían en 'logias'. Se trataba de locales adyacentes a las grandes obras como las catedrales, en los que se formaban en el oficio, administraban sus trabajos y salarios y resolvían sus cuestiones internas. Con el tiempo estas logias comenzaron a acoger miembros que no eran albañiles. A finales del siglo XVII en Inglaterra el número de estos masones aceptados era superior al de los albañiles 'operativos'. La masonería tal como se conoce en la actualidad nació en Londres en 1717, cuando un grupo de masones decidió refundar la asociación desvinculándola de todo carácter gremial. Así nació la Gran Logia de Londres. Y hasta hoy.
Este origen explica los grados en los que se dividen los masones: aprendices, compañeros y maestros. El mandil que visten en sus reuniones o tenidas es un recuerdo del que llevaban sus antecesores operativos para protegerse de las esquirlas mientras trabajaban la piedra bruta para fabricar sillares. Las herramientas que se usaban para levantar edificios, como el compás, la escuadra, la regla, la plomada o el nivel, se utilizan ahora como parte de un rico lenguaje simbólico.
Filosofía práctica
Durante la tenida, «los masones realizan un trabajo colegiado de reflexión que podríamos llamar en términos muy amplios como filosófica, pero no una filosofía de eruditos, sino una filosofía práctica», explica Otaola. En sus trabajos, destinados a buscar el perfeccionamiento como personas, «utilizan el lenguaje de los símbolos para describir y para construir ese discurso filosófico». En definitiva, «es una reflexión existencial ritualizada, un diálogo ritualizado».
Diálogo, pero no disputa. Y no está permitido hablar ni de política ni de religión. El curioso que espera encontrar un conciliábulo de conspiradores se llevará un chasco. Eso sí, los detalles concretos de los rituales se quedan en la logia, sólo están al alcance de los iniciados. ¿Secretismo? «No. La de la masonería es una actividad privada, como las cosas que se discuten en familia, y lo que es privado no es público, por definición».
Otro mito con el que tienen que lidiar los masones es el del poder político que se les atribuye. «En España -detalla Otaola- la masonería es un grupo demasiado pequeño como para tener una acción de poder. En otros países donde tiene una presencia más numerosa puede llegar a tener una cierta influencia social, como mucho, tan legítima como la de otros grupos de opinión».
En España hay algo más de 4.000 masones agrupados en logias que forman parte de varias obediencias diferentes. Las que cuentan con más miembros son la Gran Logia de España, la más numerosa, y la Gran Logia Simbólica Española. Es un número llamativamente pequeño si se compara con los 20.000 masones que hay en Portugal, los 120.000 de Italia, los 250.000 masones franceses y los 700.000 británicos. En Estados Unidos hay 5.200.000. El reducido número de masones españoles se explica por la persecución a la que fue sometida la masonería en el pasado. Durante el franquismo 16.000 personas fueron ejecutadas por el 'delito' de ser masones, un número terrible por partida doble si se tiene en cuenta que antes de la Guerra Civil no había más de 6.000 masones en el país. Como asociación, la masonería no fue legalizada hasta 1982.
30.10.09
Gürtels i Pretorians

Al l’inacabable, patètic i cutre Cas Gürtel, que amenaça de portar-se per davant el lideratge de Rajoy, s’uní en las passades setmanes l’expoli del Palau de la Música pel megalòman i pressumpte xoriço del Felix Millet i ara, li ha tocat el torn als “Pretorians”, representants de la sociovergència.
Suma i segueix... segur que segueix!!!
Alarma social?. Desafecció?. Home, i tant!!!
Què esperen dels ciutadans quan els nostres representants polítics tenen comportaments mafiosos (pressumptes, perdoneu) i amb les seves accions estan derrocant pedra a pedra la confiança en el sistema democràtic?
I per què passa això?
Algú va dir, i amb raó, que cada societat té els polítics que es mereix ja que aquests sorgeixen de les pròpies societats, però penso que l’anàlisi ha d’anar més enllà.
Els Gürtels i els Pretorians són la conseqüència immediata i inevitable de la vergonya que representa el sistema de finançament dels partits i també del pervers funcionament d’aquells.
A tot aquell que ha estat o està ficat en política convindrà amb mi que si alguna frase podria posar-se a l’entrada de la seu central de qualsevol partit polític seria més o menys: “Militant, deixa la democràcia a la porta de entrada”.
I és que sembla que els nostres partits no s’han assabentat de que hi ha una cosa que es diu democràcia interna i d’una altra que se’n diu transparència i la ignorància d’aquestes paraules en el funcionament intern dels partits que irresponsablement els aparells dels partits estan posant en risc la pròpia essència de la democràcia.
I això es posa de manifest, entre d’altres, tant en l’elaboració de les llistes electorals (o és que algun il·lús es pensa que els candidats els trien els militants en base al seu mèrit, preparació, virtuts cíviques...???), en la pròpia dinàmica del funcionament del parlament (on regeix la més estricta i total disciplina de vot i el parlamentarisme, entès en el sentit més literal, és inexistent) o en la discussió interna en el sí dels propis partits (on pensar pel teu compte és fer mèrits per la marginació per part de les elits que controlen els aparells).
I quina és la conseqüència de tot això?
Doncs que els nostres partits polítics estan dirigits per una casta de burròcrates, ignorants i mediocres que fan i desfan i traeixen la veritable essència del que ha de ser un partit polític i que la gent de vàlua, honesta, crítica i que creu realment en la política se’n vagi a casa seva o faci política passiva; és a dir, que pagui la quota i prou.
El resultat?
Doncs el que llegim als diaris i que fa que la política sigui per desgràcia el refugi dels mediocres i els pelacanyes sense escrúpols i amb molt de poder per enriquir-se amb facilitat i amb impunitat i que de no haver-se ficat al “negoci de la política” ara estarien fent cua a les oficines de l’INEM.
Tot plegat trist, vergonyós, repugnant i dramàtic.
Què hem de fer?
Doncs jo us ho diré: ens cal més política!!!
Ens cal regenerar la política de dalt a baix, obrint les portes dels partits a la democràcia i a la transparència, limitar d’una puta vegada l’orgia i el dispendi inútil que genera l’actual sistema de finançament dels partits i reformar la llei electoral, per fer-la més oberta, més representativa i més propera a la ciutadania i, no me’n vull oblidar, reformar de dalt a baix la teranyina legal en matèria urbanística, intensificar els controls i dotar de veritable autonomia al cos d’interventors, segrestats avui també per la seva dependència dels alcaldes.
Només així podrem evitar la desafecció política i barrar el pas al populisme fàcil que lentament, inevitablement, començarà a obrir-se pas excitant les baixes passions i el “ja en tenim prou!” que molts ciutadans comencen a manifestar respecte els nostres polítics.
El repte està clar: o guanya la Democràcia o guanyen els Gürtels o els Pretorians.
Partits, espavileu i poseu-vos a la feina i recordeu que, com diuen els cristians, es peca d’acció però també d’omissió.
25.10.09
¿Por qué Francisco Ferrer i Guardia ?

"La respuesta es clara. Porque Ferrer murió el 13 de octubre de 1909 como un mártir de la libertad de consciencia. Murió porque había sido el creador de la Escuela Moderna y porque la renovación de la enseñanza que promovía implicaba la emancipación de los hombres y las mujeres, hacerlos conscientes de su dignidad como tales y, por lo tanto, ciudadanos dispuestos a luchar para salir de la miseria y la sumisión."
La obra de Ferrer merece ser recordada. Su muerte merece ser homenajeada.
Los detractores de Ferrer nos dan los principales argumentos que justifican hoy su recuerdo. Dicen de él que era un anarquista, un anticlerical, un masón y un antinacionalista. Cada una de esas acusaciones forma parte de las virtudes del personaje.
En primer lugar, Francisco Ferrer no era anarquista. Al comienzo de su vida comparte las ideas republicanas y hacia el final adopta un pensamiento decididamente libertario. Como ha puesto de manifiesto Baltasar Porcel : ¿cómo podía un hombre justo no ser libertario a principios de siglo, en el marco de una situación social escandalosamente injusta, con jornadas laborales de 66 horas de trabajo a la semana y unos salarios de miseria ?
También dicen que Ferrer era anticlerical. En verdad, era enemigo de una Iglesia comprometida y aliada del poder político, opuesta a cualquier cambio social. Una Iglesia que muchos cristianos de hoy consideran indigna de su papel. Ferrer era un laico, un humanista que creía en el hombre como centro de todas las cosas y que propugnaba el libre examen, la capacidad de cada hombre de buscar individualmente la verdad sin imposiciones exteriores.
La tercera acusación es que Ferrer era masón. Y es verdad, fue iniciado en la Francmasonería y desplegó una intensa tarea en las logias españolas y francesas de la época. Fue francmasón como tantas otras mentalidades renovadoras de su tiempo : Anselmo Lorenzo, Rosend Arús y Odón de Buen, o tal y como me decía el otro día Josep Maria Ainaud de Lasarte lo fue su abuelo, Josep Maria de Lasarte, y como lo sería tiempo después el Presidente mártir de la Generalitat de Catalunya, Lluís Companys. Ferrer fue, efectivamente, francmasón, es decir un librepensador que quiso dedicarse a la tarea más sublime, la de enseñar a los demás a pensar, a ser ciudadanos libres.
Y, finalmente, dicen algunos de Ferrer que no era nacionalista, que no era catalanista, que no era de los "nuestros" y que sería necesario borrarle de la Historia de Cataluña. Ferrer, efectivamente, no era catalanista, era un internacionalista, un hombre para el cual todos los problemas de la humanidad eran propios, que creía que un país no puede vivir feliz si en otros se vive bajo la esclavitud y la miseria. En definitiva, un hombre hermano de todos los otros seres humanos. Y un hombre como este no podía identificarse con los estrechos puntos de vista de la derecha catalana, preocupada por sí misma y cerrada en su provincialismo. Los que niegan al hijo de Cal Boter la condición de catalán se niegan a si mismos y demuestran que su catalanismo no es voluntad de construir un país para todos, sino de construir un país que se convierta en su tienda particular.
Es, pues, esta figura de Francisco Ferrer Guardia, libertario, laico, librepensador y internacionalista, la que hay que reivindicar hoy.
Palabras de Joan-Francesc Pont y Clemente, Presidente de la Fundación Francisco Ferrer y Guardia, pornunciadas en el homenaje realizado en Barcelona en 1989 : Ferrer i Guàrdia al Saló de Cent
La traición de la socialdemocracia
Resulta por ello más fácil recordar los raros momentos en los que la socialdemocracia alimentó realmente esperanzas: el laborismo de la inmediata posguerra, que implanta con Attlee el estado de bienestar teorizado por Beveridge; los años de Brandt, que el 7 de diciembre de 1970 se arrodilla en el gueto de Varsovia; la época de Mitterand, que interrumpe la larga hegemonía gaullista que pesaba sobre Francia casi como destino (o condena). Logros reformistas, a los que las propias socialdemocracias no han dado continuidad. La política del estado de bienestar se detuvo apenas un poco más allá del servicio sanitario nacional (que además se burocratizó rápidamente). La desnazificación radical de Alemania, que los gobiernos democristianos habían descuidado, no se vio enraizada en similares transformaciones de las relaciones de fuerzas sociales. Y la unidad de la izquierda de Mitterrand, tras la prometedora y brevísima época de los "clubes", se resolvió mediante compromisos entre los aparatos de partido, no en un acrecentamiento del poder efectivo de los ciudadanos.
Porque esa es la cuestión -no secundaria en absoluto- que los análisis de la "crisis de la socialdemocracia" no suelen tener en cuenta. El carácter de aparato, de burocracia, de nomenclatura, de casta, que han ido adquiriendo cada vez más, incluso en la izquierda, quienes, por decirlo con palabras de Weber, "viven de la política" y de la política han hecho su oficio. La transformación de la democracia parlamentaria en partidocracia, es decir, en partidos-máquina autorreferenciales y cada vez más parecidos entre sí, ha ido haciendo progresivamente vana la relación de representación entre diputados y ciudadanos. La política se está convirtiendo cada día más en una actividad privada, como cualquier otra actividad empresarial. Pero si la política, es decir, la esfera pública, se vuelve privada, lo hace en un doble sentido: porque los propios intereses (de gremio, de casta) de la clase política hacen prescindir definitivamente a ésta de los intereses y valores de los ciudadanos a los que debería representar, y porque el ciudadano se ve definitivamente privado de su cuota de soberanía, incluso en su forma delegada.
Los políticos de derechas y de izquierdas acaban por tener intereses de clase que en lo fundamental resultan comunes -de forma general: el razonamiento siempre tiene sus excepciones en el ámbito de los casos individuales- dado que todos ellos forman parte del establishment, del sistema de privilegios. Contra el que por el contrario debería luchar la socialdemocracia, en nombre de la igualdad. Y es que, no se olvide, era la "igualdad" el valor que servía de base para justificar el anticomunismo: el despotismo político es en efecto la primera negación de la igualdad social y el totalitarismo comunista la pisotea por lo tanto de forma desmesurada.
La partidocracia (de la que la socialdemocracia forma parte), dado que estimula la práctica y creciente frustración del ciudadano soberano, la negación del espacio público a los electores, constituye un alambique para ulteriores degeneraciones de la democracia parlamentaria, es decir, para una más radical sustracción de poder al ciudadano: así ocurre con la política-espectáculo y con las derivas populistas que parecen estar cada vez más enraizadas en Europa.
Pero lo cierto es que las vicisitudes actuales de las socialdemocracias parecen manifestar algo más: grupos dirigentes al completo que no solo están en crisis sino casi a la desbandada, sumidos en la espiral (al igual que los aviones al caer en picado) de un auténtico cupio dissolvi. La cuestión es que la culpa originaria, el haber olvidado la brújula del valor de la "igualdad", sin el que la izquierda pierde todo su sentido, está pasando ahora factura. Pero razonemos con orden.
Resulta paradójico que la socialdemocracia viva el acmé de su crisis precisamente cuando más favorables son las condiciones para la critica hacia el establishment y para plantear propuestas de reformas radicales en ámbito financiero y económico, dado que está a la vista de todos o, mejor dicho, está siendo padecido y sufrido por las grandes masas, el desastre social provocado por la deriva de los privilegios sin freno y por el dominio sin control ni contrapeso del liberalismo salvaje, de los "espíritus animales" del beneficio.
Y es que la crisis provoca incertidumbre ante el futuro y el miedo empuja a las masas hacia la derecha, según se dice. Pero eso ocurre solo porque la socialdemocracia no ha sabido dar respuestas en términos de reformismo, es decir, de justicia social creciente, a la necesidad de seguridad y de "futuro" de esos millones de ciudadanos. Pongamos algún ejemplo concreto. El miedo ante el futuro adquiere fácilmente los rasgos del "otro", el inmigrante, que nos "roba" el trabajo. Pero si el inmigrante puede "robarnos" el trabajo es solo porque acepta salarios más bajos. ¿Ha intentado llevar a cabo alguna vez la socialdemocracia una política de sistemático castigo de los empresarios, grandes y pequeños, que emplean a inmigrantes con salarios más bajos y sin el resto de costosas garantías normativas obtenidas tras decenios de luchas sindicales?
Algo análogo ocurre con la deslocalización de las empresas, el fenómeno más vistoso de la globalización. El empresario alemán, o francés, o italiano, o español, al trasladar su actividad productiva hacia el tercer mundo, se lucraba con enormes beneficios explotando mano de obra con salarios ínfimos y sin tutela sindical (por no hablar de la libertad de contaminar en forma devastadora). Pero los gobiernos poseen potentes instrumentos, si así lo quieren, para "disuadir" a sus propios empresarios en su carrera hacia la deslocalización, instrumentos que la política de la Unión Europea puede hacer incluso más convincentes o reforzar en buena medida.
La socialdemocracia, por el contrario, se ha doblegado ante esta mundialización, cuando no la ha exaltado, cuando si el empresario puede pagar menos por el trabajo, deslocalizando la fábrica o pagando en negro al clandestino, se crean las condiciones para un "ejército salarial de reserva" potencialmente infinito, que irá reduciendo cada vez más los salarios, restituyendo actualidad a categorías marxistas que el estado del bienestar -y luchas de generaciones (no la espontánea evolución del mercado)- habían vuelto obsoletas. Y sin embargo la socialdemocracia está organizada nada menos que en una "Internacional", y ha gozado durante mucho tiempo en las instituciones europeas de un peso preponderante. No es por lo tanto que no pudiera hacerse una política diversa. Es que no quiso hacerse.
Los ejemplos podrían multiplicarse. La socialdemocracia ha llegado a aceptar las más "tóxicas" invenciones financieras, y no ha hecho nada concreto para acabar con los "paraísos fiscales" o el secreto bancario, instrumentos del entramado económico-mafioso a nivel internacional, con el resultado de que el poder de las mafias se extiende por toda Europa, desde Moscú a Madrid, desde Sicilia hasta el Báltico, y ni siquiera se habla de ello. Y dejemos correr el problema de los medios de comunicación, absolutamente crucial, dado que "una opinión pública bien informada" debería constituir para los ciudadanos "la corte suprema", a la que poder "apelar siempre contra las públicas injusticias, la corrupción, la indiferencia popular o los errores del gobierno", como escribía Joseph Pulitzer (¡hace ya más de un siglo!), mientras que nada han hecho las socialdemocracias por aproximarse a este irrenunciable ideal.
La socialdemocracia debía distinguirse del comunismo en sus métodos, mediante la renuncia a la violencia revolucionaria, y en sus objetivos, mediante la renuncia a la destrucción de la propiedad privada de los medios de producción. No estaba desde luego en su ADN, por el contrario, la abdicación a condicionar a través de las reformas (es decir sustancialmente) la lógica del mercado, volviéndola socialmente "virtuosa" y sometiéndola a los imperativos de una constante redistribución del superávit tendente hacia la igualdad.
Al traicionar sistemáticamente su única razón de ser, la socialdemocracia ha estado en crisis incluso cuando ha ganado elecciones y ha gobernado. ¿Cuánto se han reducido las desigualdades sociales bajo los gobiernos de Blair? En nada, si acaso todo lo contrario. ¿Y con Schroeder? ¿De qué puede servir una izquierda que lleva a cabo una política de derechas, si no a preparar el retorno del original?
No resulta difícil, por lo tanto, delinear un proyecto reformista, basta tener como estrella polar el incremento conjunto de libertad y justicia (libertades civiles y justicia social). Es imposible realizarlo, sin embargo, con los actuales instrumentos, los partidos-máquina. Porque pertenecen estructuralmente al "partido del privilegio". No pueden ser la solución porque son parte integrante del problema.
19.10.09
LA MASONERÍA Y EL MOVIMIENTO OBRERO: IMAGOS E IDEAS PARA UNA REFLEXIÓN TEÓRICA
13.10.09
Ágora, Alejandro Amenábar e intolerancia católica
“La libertad de prensa es uno de los mayores males que amenazan a la sociedad moderna” declaró reiteradas veces el cardenal Pedro Segura al New York Herald Tribune. Sin embargo esta afirmación del purpurado no es original, tan solo recoge el sentir real del catolicismo.
Así, el Papa León XIII ya había manifestado que “es ilegal demandar, defender o conceder libertad de pensamiento, palabra, prensa o culto, como si éstos fueran derechos que la naturaleza ha dado al hombre”. En la misma línea la Enciclopedia Católica (1911) enseñaba que “la Iglesia contempla la intolerancia dogmática no solo como derecho, sino como un deber sagrado”.