Después de contemplar lo que
viene ocurriendo entre Grecia y la Troika en los últimos años, y especialmente
desde que gobierna Syriza, hay que ser muy ingenuo para pensar que el
desacuerdo actual es una fase de un debate económico honesto, es decir, de una
negociación sobre la conveniencia de tomar unas medidas u otras para mejorar la
situación de la economía griega y de la europea en general. Y, por supuesto,
para creer, como nos dicen, que lo que se plantea es que un país, en este caso
Grecia, haga efectivos sus compromisos y pague sus deudas. Si esa fuese la
cuestión, Alemania (que es la potencia europea que más deudas ha dejado de
pagar en el último siglo y a quien más se le han perdonado) comenzaría a saldar
las muy cuantiosas que tiene con Grecia desde la última guerra mundial, por
ejemplo.
Los hechos son elocuentes:
– La quiebra de Grecia vino
producida por la aplicación de políticas neoliberales en los últimos decenios y
por la complicidad de las autoridades europeas y de los grandes bancos
internacionales con sus gobiernos corruptos y con las élites que se
beneficiaron del expolio de lo público y de una fiscalidad poco progresiva. Sin
embargo, estas mismas autoridades y estos bancos se empeñan en resolver el daño
de esas políticas reforzando su aplicación. Un contrasentido que solo puede
tener los efectos desastrosos que ha tenido hasta que llegó al gobierno Syriza
y que son bien conocidos.
– Es una barbaridad que se
preste dinero a alguien que está quebrado. Sin embargo, cuando Grecia estaba
quebrada como consecuencia de lo que acabo de señalar, la Troika le obligó a
solicitar préstamos que se sabía que, lógicamente, no iba a poder pagar. Otro
contrasentido que solo puede explicarse porque dar crédito es el negocio de la
banca internacional y porque esa era la manera de salvar a los bancos europeos
que irresponsablemente habían financiado las políticas corruptas de los
anteriores gobiernos griegos en connivencia con la banca internacional que
auditaba y respaldaba el engaño.
– Cuando se reconoció la
quiebra de Grecia el problema podría haber tenido una solución relativamente
poco costosa y apenas incruenta socialmente. Su deuda era, por ejemplo, unas
tres veces menor al dinero que los gobiernos francés y alemán dieron
generosamente para salvar a sus bancos. Sin embargo, como he dicho, se
aprovechó la situación para obligarla a suscribir nuevos préstamos con tipos de
interés cada vez más altos gracias a la manipulación de los mercados por los
propios prestamistas.
– Las políticas de austeridad
(de falsa austeridad, como señalaré enseguida) han fracasado completamente. No
han permitido alcanzar ni uno solo de los objetivos que la Troika decía que
iban a cumplir. Han provocado una caída de casi el 30% en la actividad
económica y en los ingresos, y la deuda (que se supone que era lo que iban a
resolver) ha aumentado considerablemente. Ninguna, exactamente ninguna de las
previsiones de la Troika al imponer estas políticas se ha cumplido.
– También son evidentes las
pruebas de que esas políticas no han buscado la austeridad y soportar menos
gastos sustanciales, como decían:
Se podría haber financiado a
Grecia sin intereses (o con intereses irrelevantes), tal y como se viene
haciendo con la banca privada para salvarla de su irresponsabilidad.
Actualmente, Grecia paga alrededor del 12% de su deuda pública en intereses
frente al 0,56% de Alemania y eso no se debe, como también se quiere hacer
creer, a la mala situación económica griega, sino a que se renunció a que el
banco central financie a los gobiernos para que hagan negocio con ello los
bancos comerciales creando dinero de la nada (han llegado a cobrar a Grecia un
35% de interés por un dinero que obtenían prácticamente sin coste alguno).
Se podrían haber paralizado
los gastos militares griegos pero no se ha hecho porque son una fuente de
ingresos para Alemania y Francia.
Ningún acreedor en su sano
juicio impone a su deudor una estrategia que le impida generar más ingresos
sino que procura que los genere en la mayor cuantía posible para que así pueda
ir pagándole la deuda.
La Troika, sin embargo, se empeña día tras día en
imponer políticas que destruyen la capacidad de crear ingresos en la economía
griega (las medidas recesivas que ha vuelto a imponer para llegar a acuerdos y
que el gobierno griego ha rechazado con toda razón y sensatez). Como diré
enseguida, no se busca en realidad que Grecia genere ingresos y pague (como
quiere el gobierno de Syriza), sino que se someta y que se traspasen cada vez
más recursos y poder al sector privado ya de por sí más poderoso, lo que en
lugar de salvar a la economía griega la empeorará aún más, como antaño cuando
se hizo exactamente eso.
– No se puede aportar
evidencia empírica y científica alguna para probar que las políticas de
privatizaciones, de recortes y de destrucción de instituciones que impone la
Troika sean eficaces para generar eficiencia, más ingresos y mejor condición
económica. En ningún país en donde se han aplicado las medidas de austeridad
que propone la Troika se han conseguido los efectos que dicen que van a
conseguir para tratar de convencer a la población. Así lo demuestra claramente
el libro de Mark Blyth Austeridad. Historia de una idea
peligrosa.
– Las políticas impuestas por
la Troika solo se han dirigido a facilitar que los grupos económicos y la
población de mayor renta se apropien de cada vez más ingreso y patrimonio. Un
reciente informe (Greece: solidarity and adjustment in times of crisis)
lo deja bien claro: los ingresos salariales han caído un 27% entre 2009 y 2014,
los impuestos han subido en un 337% para los grupos de menor ingreso y menos
del 10% para los más elevados, y el 10% de la población más pobre ha perdido el
82% de sus ingreso desde 2008. Otros muchos estudios han mostrado que las
políticas de la Troika han hecho que Grecia sea el país europeo en donde más
han aumentado el riesgo de pobreza y la exclusión social y que el traspaso
patrimonial desde los más pobres y desde el Estado a los más ricos ha sido
ingente.
– Como han dicho
reiteradamente, las autoridades griegas no se oponen a pagar las deudas sino a
que se cierren las fuentes de ingresos que permiten pagarlas y mantener
condiciones de vida digna de su población. Y tampoco se han negado, ni siquiera,
a realizar reformas en la línea impuesta por sus acreedores, a pesar de estar
en contra de sus deseos y compromisos electorales.
– La única mejora que se ha
producido en la economía griega fue tras la reestructuración de la deuda, que
es lo que principalmente reclama el gobierno griego. Y diversos informes han
mostrado que hay otras vías distintas para generar ingresos que permitan que
Grecia salga adelante, a diferencia de lo que viene ocurriendo con las que ha
impuesto hasta ahora la Troika (ver mi artículo Grecia y Syriza frente a una Europa
en evidencia).
Es indiscutible que la Troika
no ha logrado mejorar la economía griega con sus medidas y ni siquiera que los
acreedores tengan más oportunidades de cobrar (en realidad, éstos han prestado
con tantos intereses que tienen casi seguridad total de cobrar el principal por
muy mal que se pongan las cosas).
¿Por qué, entonces, las
autoridades europeas se empeñan en cerrar cualquier salida al gobierno griego?
La razón es sencilla: no se
trata de huevo sino del fuero. Es decir, lo que persigue la Troika, con la
señora Merkel a la cabeza rememorando lo que los aliados hicieron en el siglo
pasado a su país, es mantener la primacía de sus políticas y de los intereses
que defienden. Lo que buscan es evitar cualquier disidencia porque no pueden
permitir que se manifieste ningún tipo de hendidura, por pequeña que sea, por
donde entre una nueva manera de poner en marcha el proyecto europeo o de salvar
a los pueblos.
Por eso, la única manera de
luchar contra la dictadura de la Troika y de las autoridades europeas es con
democracia (a la que temen como al diablo) y poner en frente de sus designios
la voz nítida e indiscutible de los pueblos. El gobierno griego ha hecho bien
convocando el referendum. Ahora, las autoridades europeas deben retratarse: o
están con los pueblos o contra ellos.
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