Lo que son las cosas.
Me explico porque
intuyo que el título del post os puede sonar a boutade.
Leía hace unos días
una serie de excelentes artículos publicados en El País, sobre el centenario
del inicio de la Primera Guerra Mundial, que tuvo como detonante el magnicidio
del archiduque Francisco Fernando de Austria, heredero del Imperio
Austrohúngaro y de su mujer Sofia Chotek a manos del irrendentista serbio
Gravrilo Princip en Sarajevo y me dieron que pensar sobre la influencia
decisiva que pequeños acontecimientos pueden tener sobre la marcha de la Historia
de la Humanidad.
Digamos que el
atentado de Sarajevo que tuvo lugar aquel sábado 28 de junio a las 10:48 de la mañana, fue una auténtica chapuza y el fruto de las casualidades más cotidianas aunque
desatara unos efectos pavorosos a escala planetaria.
Gavrilo Princip, un
joven serbio de 19 años cambió el destino del mundo por culpa de un bocadillo a
medio comer debido a la inmensa cola en una pastelería de moda.
Ni el magnicida ni
las víctimas tenían previsto estar en el lugar en que sus vidas se cruzaron
aquel sábado del mes de junio de 1914 y su fatal encuentro fue fruto de la más absoluta de las
casualidades (perdón, de las causalidades y es que no se puede ser, como el que
escribe un "fan" de Carl Gustav Jung…).
Princip, con dos
disparos certeros alcanzó a Francisco Fernando en el cuello y a Sofía en el abdomen. Ambos permanecieron quietos y parecían ilesos. No obstante empezó a brotar la sangre a borbotones y aunque el archiduque musitó "no es nada, no es nada" estas serían sus últimas palabras, demostrando científicamente que la sangre azul corre y se derrama igual que la roja.
Francisco Fernando y Sofía Chotek, estaban muertos al cabo de pocos minutos y se abria la Caja de Pandora que tras cuatro años de horror liquidaba el Viejo Orden Europeo y abría las puertas al terrorífico siglo
XX.
De acuerdo, la
situación geopolítica era de una enorme tensión y las semillas del atentado ya habían
sido sembradas antes y el complot había sido cuidadosamente (y también
chapuceramente trazado), aunque esto no quita al carácter imprevisto y fruto de
la causalidad del magnicidio.
Resulta que aquel día
28 de junio de 1914, Gravrilo Princip consuma con la muerte del Archiduque (un chulo de mucho cuidado y tan fanático de la caza como nuestro ex-rey Juan Carlos) un
viaje real que había empezado con mal fario.
El tren real se quedó a oscuras y el archiduque tuvo que terminar el trayecto a la luz de las velas, lo cual inquietó sobremanera al supersticioso archiduque.
Llegados a Sarajevo, a lo largo del
trayecto de la comitiva real, siete activistas serbios del grupo Joven Bosnia se habían situado
estratégicamente a lo largo del
recorrido para darle el golpe de gracia al archiduque.
Lanzaron una bomba al
coche real, pero Francisco Fernando (rápido de reflejos, debemos reconocerlo), a
la vista de la misma, la arrojó fuera del vehículo, explotando e hiriendo levemente
a dos ayudas de campo en un segundo coche y a media docena de personas.
Tras este primer
fracaso de los conspiradores (5 de los 7 menores de edad), uno de ellos, que
esperaba a la comitiva con un revólver, no se atrevió a disparar y el coche
real continuó su marcha sin novedad.
Tras la explosión, la pareja real continua su trayecto hasta el ayuntamiento de Sarajevo y después, por sorpresa, Francisco Fernando decide dirigirse al hospital en su Graff &Stift descapotable para visitar a los heridos por la explosión.
Tras la explosión, la pareja real continua su trayecto hasta el ayuntamiento de Sarajevo y después, por sorpresa, Francisco Fernando decide dirigirse al hospital en su Graff &Stift descapotable para visitar a los heridos por la explosión.
Esto trastocaría la
planificación de los servicios de seguridad del archiduque. Su chofer, camino
del hospital se equivoca de calle y se dirige a la calle Francisco José. Solo
cuando el chofer se da cuenta de su error y da marcha atrás del vehículo (que
hubo de hacerse a mano, por cierto), la comitiva real se encuentra haciendo una
maniobra ante la prestigiosa pastelería Moritz Schiller, donde el joven Gavrilo
Princip, un tipo debilucho, ultranacionalista, tuberculoso, enloquecido y amante de los poetas "maudits", estaba haciendo cola para hacerse con un
delicioso bocadillo (dicen las crónicas que era de queso y algo parecido al
bacon en versión bosnia).
Víctimas y victimario
se encontraban allí por puta casualidad (causalidad).
Al llegar el coche a
la altura de la pastelería, Princip se había hecho ya con su codiciado
bocadillo y empezaba a engullir la delicattesen conseguida tras tanto tiempo de
espera.
En esas ve el coche
real que tras pararse ante la pastelería para dar marcha atrás (el chofer del
archiduque se había perdido literalmente) reduce su marcha ante la sorpresa del
joven estudiante Gavrilo Princip y este, abandonando su bocadillo, descerraja
dos certeros tiros contra el archiduque y su esposa, que mueren instantáneamente.
A partir de ahí, el
mundo hasta entonces conocido desaparecería tras sangrientos cuatro años de
horror y destrucción y el mundo que emergería de las cenizas sería para siempre
radicalmente distinto.
No sé si este episodio
es cierto aunque si no lo fuera, diría lo típicamente manido: "se non è vero, è ben trovato",
aunque en honor a la verdad y tomándolo por cierto, quien sabe si Gravrilo Princip hubiera degustado tranquilamente su
bocadillo hasta terminarlo, la Primera Guerra Mundial no hubiera estallado.
Y quien sabe si el
mediocre pintor Adolf Hitler hubiera sido aceptado en la Escuela de Arte de
Viena, no hubiera empezado la Segunda.
Y ya puestos, quien sabe
si por la misma regla de tres, no hubiera caído el Muro de Berlin, si la despiadada Angela Merkel no hubiera
empezado la Tercera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario