21.7.08

¡Así se defiende la Laicidad!

La larga historia de escándalos en Francia relacionados con el velo islámico, de casi 20 años, vivió hace unos días un episodio más, tras la decisión del Consejo de Estado de privar de la nacionalidad francesa a una inmigrante marroquí por el mero hecho de vestir un burqa.
En su sentencia del 27 de junio pasado, el tribunal supremo administrativo francés dio la razón a los jueces y funcionarios que, anteriormente, habían privado de la nacionalidad francesa a la marroquí Faiza M., madre de familia instalada desde hace años con su marido en el departamento de Yvelines, en la periferia suroeste de París.
El Consejo de Estado estimó que eso de llevar todo el cuerpo cubierto, y sólo los ojos descubiertos, demostraba “una práctica radical de la religión incompatible con los valores esenciales de la comunidad francesa, especialmente con el principio de la igualdad de sexos”.
La viceministra de Asuntos Urbanos, Fadela Amara, expresó inmediatamente el apoyo del Gobierno de Sarkozy a la decisión. E incluso elevó la subasta, al permitirse hablar del velo como “una prisión o una camisa de fuerza”. Hasta el secretario del Partido Socialista, François Hollande, expresó su satisfacción.
Lo menos que se puede decir es que esos aplausos demuestran una unanimidad total de la inmensa mayoría de la clase política francesa en torno a una idea: las manifestaciones de religiosidad que mezclan islam y feminidad son sistemáticamente interpretadas como “incompatibles” con la “comunidad francesa”, por ser juzgadas, sea cuales sean las circunstancias, como una forma de sometimiento de la mujer.
Veinte años después del primer escándalo relacionado con el velo islámico, tras varios decretos y una ley de prohibición de signos religiosos “ostentatorios” en establecimientos escolares, las principales fuerzas políticas francesas han alcanzado un consenso sobre laicidad: sólo los símbolos musulmanes extremos son “ostentarios” e “incompatibles” con una supuesta “comunidad francesa”. Los otros, no.
El consenso sobre la necesidad de preservar la laicidad en Francia es prácticamente total desde la ley de 2004 que prohíbe el “porte ostentatorio” de signos religiosos en las escuelas públicas o bajo contrato con el Estado.
Esta valiente medida en defensa de la laicidad y de los valores republicanos debería hacer reflexionar seriamente a nuestros políticos a este lado de lo Pirineos y más, cuando día si y día también observamos con desagrado la timidez (¿cobardía?) con que los partidos políticos (y me refiero concretamente a los de la izquierda y en especial al PSOE, aunque me duela decirlo) hacen frente a sus ineludibles compromisos en el alineamiento claro y rotundo en la defensa inequívoca de la laicidad.
El principio de Igualdad exige (si uno cree realmente en él) ser inflexible frente a cualquier manifestación de discriminación entre hombres y mujeres, y la Libertad nunca puede ser un refugio que justifique la libertad de expresión de sus enemigos (lease integristas musulmanes o católicos, que como todos sabemos tanto da porque los extremos se tocan).
No hemos estado luchando en Europa por los valores de la Ilustración desde hace siglos para acabar substituyendo el totalitarismo de la Cruz y el Cura por el de la Media Luna y el Imam.
En definitiva: VIVE LA FRANCE!!!

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