13.8.14

El Carro de Heno y El Triunfo de la Muerte

Adjunto, por su interés, un enlace al excelente artículo "El Carro de Heno y el Triunfo de la Muerte", publicado en el Blog Fragmentalia.




Comentario de Prometeo:
Siempre he sentido una quizás insana atracción por ambas obras, y esta fascinación se ha acentuado si cabe con el paso de los años, quizás por la inquietud que me produce ver esta pintura como una "obra de anticipación" o como una  profecía de los tiempos que nos están tocando vivir y que, hoy, como ayer, se repiten cíclica y fatalmente.
Escribía el neerlandés Gérard de Groote a mediados del siglo XIV: "Es el mundo el lugar del delito y de la transgresión, de la permanencia y de la peregrinación, de trabajos, de fatigas, dolores y llantos, movimiento y cambios, flujos y alteraciones, tránsito y aniquilación, novedad y agitación, violencia y opresión, engaño y corrupción. En el mundo nada se encuentra que no sea vanidad, malignidad, deseo, ansiedad, deformidad y vejez. El mundo atrae para sí y considera a los famosos; abandona y desprecia al desconocido. El mundo es obstáculo para muchos; para pocos, un estímulo; promete mucho, pocas cosas cancela y así, en fin, defrauda y frustra a sus amadores".
Este pensamiento tétrico y desesperanzado con el mundo y la condición humana, es muy común encontrarla en las obras de filósofos del Norte de Europa en el turbulento periodo de los siglos XIII a XV (como en Nicolás de Cusa, "hijo intelectual" de Gérard de Groote) en el que se vivieron grandes transformaciones y grandes calamidades, violencia, miseria, descomposición de las estructuras político-sociales hasta entonces conocidas.
Un periodo de transición caótico y convulso en el que el viejo mundo de la Edad Media, con sus firmes cimientos asentados sobre la fe religiosa, se estaba hundiendo y que prefiguraba el surgimiento de un Nuevo Orden futuro de las cosas que quienes vivieron aquellos tiempos desconocían pero que interpretaban en clave de Fin de los Tiempos.
La promesa de salvación y vida eterna existe en teoría, pero en la realidad, el panorama general del período es uno de profunda oscuridad. 
Este sentimiento pesimista (realista, profético...) se refleja en la poesía de la época, como en los versos del francés Eustache Deschamps (también conocido como Eustache Morel), que es citado por el autor del artículo y que hoy, como seres enfrentados a un verdadero Gozne de los Tiempos, nos resuena como tan actual que convierten a Pieter Brueghel y a Hyeronimus Bosch (El Bosco) en profetas de un tiempo sombrío que está al llegar y que nos llama implacable a nuestras puertas.

No hay comentarios: