Edmund Burke
(1729-1797)
He querido empezar este post
con esta cita para hablaros de una de mis películas de referencia: "Matar a un Ruiseñor" ("To Kill a Mockingbird")
un film de 1962 dirigido
por Robert Mulligan y protagonizado por Gregory Peck, basado en la novela homónima de la escritora norteamericana de la escritora Harper Lee, galardonada con el Premio
Pulitzer en 1961.
La película, que con toda
seguridad habréis visto (y que si no os la recomiendo como de imprescindible
visionado) nos plantea la esencia misma de la Justicia y de la verdadera función del trabajo de la
abogacía en un sistema democrático y de su compromiso e integridad ética y
moral en defensa de la verdad y frente a los prejuicios de todo tipo que a
menudo convierten en letra muerta el principio de Igualdad de todos ante la Ley.
El abogado Atticus Finch,
interpretado en la película por Gregory Peck, personifica estos valores y
principios y es ejemplo de integridad y de un ético desempeño de su oficio en
la defensa de un hombre de raza negra acusado de violación de una chica blanca
en la racista Alabama de los años 50.
No sé si Atticus es o no
Francmasón, pero lo que puedo decir es que en su comportamiento, encarna a la
perfección los ideales a los que los Masones aspiramos, por lo cual, en caso de
no pertenecer a nuestra Orden, debería ser
iniciado como tal como ejemplo para todos y por pleno derecho.
Frente a la presión social
de la comunidad, que hasta llega a cebarse con sus hijos, el abogado Atticus
Finch asume con coraje y compasión la defensa del acusado, desarmando en el
juicio las acusaciones contra su defendido y consiguiendo finalmente del
tribunal su inocencia y la condena del verdadero culpable.
Según Charles Shields, quien
escribió una extensa biografía de Harper Lee, autora de la novela, la razón de
la amplia y prolongada popularidad e impacto de la novela reside en "sus lecciones de dignidad humana y
respeto por los otros, enseñanzas que son universales y básicas".
Una llamada en toda regla a
que en nuestra sociedad en su conjunto y en nuestras actuaciones individuales prevalezcan
siempre la honestidad, la integridad y el sentido de la justicia, ya que sin
ellas, todo estará irremediablemente perdido para todos.
"Matar a un Ruiseñor" no
es una película masónica, pero masónicas y humanistas son sus enseñanzas.
En nuestro mundo,
necesitamos de muchos Atticus Finch, porque aunque los valores dominantes nos
incitan a actuar solo en beneficio de nuestros intereses más inmediatos y
crematísticos (que a menudo los seres humanos revestimos hipócritamente con
pomposas y vacías declaraciones sobre nuestra integridad y nuestra adhesión a
los grandes principios universales), en realidad, la coherencia personal, la
ética y la integridad se demuestra, al fin y al cabo con las pequeñas pero
importantes actuaciones de cada uno.
Como decía, este mundo
precisa de muchos Atticus Finch y a pesar del molesto ruido con el que intentan ensordecernos los egos de los "profetas del engaño", se positivamente que existen.
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